domingo, 31 de julio de 2011

mi República

Mi hogar es una habitación de 5 m2, que pertenece a las llamadas "casas-repúblicas". Estos lugares son básicamente grandes casas, donde viven muchas personas, las cuales comparten la cocina, y los baños. A veces incluso las pequeñas habitaciones. Normalmente son alquiladas a estudiantes o personas con no muchos recursos, ya que la vida en ellas no resulta del todo agradable. Al menos a mí, así me lo parece. La cocina, espacio de 7 m2 que compartimos 12 personas, y el baño que tengo al lado de mi puerta, es compartido (la república tiene 3 baños para los 12 que somos).
Los vecinos, son incógnitas para mí. Creo conocer a todos de vista, con algunos incluso he intercambiado algunas palabras, pero todos, desde al primero al último me parecen un poco personajes curiosos dignos de aparecer en mi blog:
Está la casera. Una chica de 23 años, bajita y gordita, a la cual le encanta gritar cuando conversa, en vez de hablar como la gente normal (lo sé, el término normal es muy relativo pero creo que sabréis entender a que me refiero). La chica creo no trabaja, solo se preocupa de llevar el pago de los individuos de la casa a raja tabla, incluido el mío. Vivió un tiempo en Valencia, 2 años me contó, sin embargo no habla apenas español. Difícil asunto teniendo en cuenta que el portugués no se diferencia mucho de nuestro idioma. Estuvo casada con un hombre valenciano que la sacaba 10 años, y aunque ella no estaba a gusto con él (o eso nos cuenta), mantuvo la relación mientras la manutención de la misma frenaba sus ansias de desperdigarse por otros lugares, y con otros amantes. Un día, tal ansia de libertad la liberó de su marido, y volvió a Sao Paulo, donde ha logrado de nuevo, vivir sin necesidad de trabajar. El tercer día de estar en la casa, ya me dijo que estaba muy bueno, y que su amiga (delante de nosotros mientras hablábamos) me quería llevar a la cama. Yo estaba lavando los platos en ese momento, ¿qué que hice cuando me dijo aquello?, le ríe la gracia (que para ellas iba en serio) y seguí lavando los platos al doble de velocidad para volver pronto a mi habitación.
LasDos. Ellas son una pareja de lesbianas muy curiosa. No recuerdo el nombre de ninguna nunca, solo sé que LaPrimera que conocí, no giro la cabeza de la televisión hasta que yo llevaba 20 minutos en la cocina y que LaSegunda me mira siempre de una forma muy extraña. Ambas comparten el gusto de la casera por gritar y cantar todo el día, para recordarnos a los demás que vivimos en una República. Su República. LaPrimera suelo verla siempre en la cocina, y la escucho las 24 horas del día con la misma expresión en la boca: "nooooossa". En español viene a significar como un "madre mía". Es muy cansina la mujer. LaSegunda como os decía, me mira de manera extraña siempre, y más extraña me resulta ella. Es una especie de negra con piel muy clara, y el pelo teñido de un rubio anaranjado. Imagino que le gusta a ella, porque no veo quien ha podido aconsejarle ese look. Un día hablando con ellas dos, me di cuenta, que yo solo lograba entender el portugués de LaPrimera, y que LaSegunda tampoco me entendía a mí. Si su cara ya resulta extraña cuando me mira por mirar, imaginad como es cuando le digo algo que no entiende. Parece un pokemon evolucionando. El caso es que por lo que me contaban, ellas dos se juntaron hará cosa de un par de años. LaSegunda venía de una depresión donde adelgazo 12 kg en un mes por culpa de su no comer y su continuo fumar. Ella además tiene dos hijos, pero no me hablaron en ningún momento del padre, así que supongo que tal vez la depresión tuvo algo que ver con él, ya que la dejo con dos hijos y sola. LaPrimera se nota que la tiene mucho cariño, ya que aparte de decir todo el rato nooooossa, también le dedica muchas expresiones típicas de pareja enamorada. Por lo que me contaron, tienen intención de traer a los hijos de LaSegunda a la República para cuidarlos juntas. No me preguntéis donde están ahora mismos esos críos, y haced como yo, no imaginéis como será este lugar si además de las 12 que ya vivimos aquí, vienen dos niños pequeños.
En la casa también reside un peruano, pienso que es uno de los hombres grises que atacaban a momo; un paraguayo, que gusta de hablar por teléfono mientras recorre cada metro de la República; un japones-brasileño que se llama Fernando y al que le encanta cocinar panecillos de queso; y un par de parejas más, de las cuales me llevo bastante bien con los novios de las mismas. Al final de la República hay una habitación, que yo pienso debía ser una despensa o cuarto de la leña por el hecho de ser pequeña y encontrarse en frente de la barbacoa. Allí vive un chico gay con piercings raros en la cara, el cual pone a beyoncé todas las tardes con la intención de dar un toque chic a la morada. Pero no lo consigue.

lunes, 25 de julio de 2011

Esta vez, cumpliré el reto!!


Me cuesta decir que no. No me refiero a rechazar ciertos ofrecimientos, o regalos de personas ajenas, ya conozco la manera de decir "no" sin provocar una ofensa o rechazo hacia los demás: con un "no gracias", de manera sincera y sonriendo, la gente no suele darse por ofendida o rechazada (a no ser, estemos hablando de una persona inmadura, y entonces no vale la pena preocuparse por aceptar ese regalo y complacerle, porque más tarde o más temprano le dirán "no" y solo habremos alargado su sufrimiento). Sin embargo, hoy me refiero a decir "no" a nosotros mismos. O visto desde otro punto de vista, decir que "sí". Me explico. Cada vez que trato de adoptar una buena costumbre y sustituir la mala, nada. No consigo liberarme de la equivocada postura "trabajada" durante cierto tiempo. No consigo decir "no" cuando mi pereza decide tumbarme en el sofa y no salir a correr, cuando la lujuria repleta mi cabeza de fantasías y no atiendo en clase, cuando mi gula se dispone a repetir plato cuando ya mi estomago está lleno, cuando la impaciencia ganó la partida al trabajo diario y abandone una actividad interesante... Me cuesta decir no, a aquello que no quiero para mí, pero que al mismo tiempo soy quien lo causa. Me cuesta decir "sí" a aquellas actitudes que quiero tomar, o habilidades que quiero entrenar.

Escribo de ello, porque no creo sea el único en La Tierra con esta "enfermad". En mi último post, ya hablé sobre como las personas muchas veces no nos lanzamos a aquello en lo que queremos para nuestra vida por miedo o por comodidad. En este caso... no sé porque fracaso. Imagino que es la inercia de las costumbres, y la pereza en emplear suficiente energía como para detener tal inercia. Lo que esta claro, es que los malos hábitos o ineptitudes, son como una bola de nieve: crecen a medida que pasan los años. Así, será mejor trabajemos nuestra fuerza de voluntad y cumplamos con lo acordado, antes de que lleguemos al punto de ser productos de una deriba, que no combatimos con el empuje de nuestros remos.

Desde hoy hago pública algunas de mis decisiones. Creo que escribiéndolas aquí, añadiré algo de fuerza a mi empeño por cambiar (o dicho de otra forma, cierta presión negativa a mi gusto por la marcha atrás):

- Decido llevar a cabo las meditaciones que me prometí hace un tiempo para mejorar mi capacidad de concentración (a día de hoy, al mismo nivel que mi flexibilidad física)

- Decido leer en inglés todos los días al menos 40 min, para no perder aquello que durante un año me sirvió para comunicarme.

- Decido comenzar de nuevo a practicar deporte, al menos 40 min diarios.

Estas son algunas de las cosas que me planteo a partir de hoy. Se admiten apuestas sobre cual será la primera en caer derrotada, aunque preferiría muestras de ánimo o incluso si vuestro interés de participación supera la capacidad de comunicación de Emilio Botín, os invito a que también vosotros publiquéis vuestras propuestas de cambio a corto plazo.

ps. Sobre mi flexibilidad física, espero que a nadie se le ocurra preguntar si puedo tocarme la punta de los pies con las manos... No responderé a tal cuestión.

Un saludo a todos

jueves, 21 de julio de 2011

Sobre la envidia a los viajeros


Hace algún tiempo, básicamente desde que empece a solicitar becas de movilidad y me las fueron concediendo, he escuchado muchas veces por parte de conocidos, su " qué envidia" por las cosas que me pasan. Dicen que tengo suerte, que soy muy afortunado por poder viajar tanto con las becas que recibo por estudiar.
A veces me quedo extrañado, ¿envidia de qué? ¿solo por qué viajo? me parece una tontería en ese caso. Con mi experiencia, me he dado cuenta que viajar, como otras actividades, no es reconfortante si tú no deseas que así sea. Es decir, muchos marineros viajan por trabajo, porque no tuvieron otra oportunidad o la denegaron en tiempos pasados, pero que trabajen y viajen como tal, no significa que les guste. Poniendo mi caso como estudiante, he conocido a muchos como yo, que no se adaptaron a la vida en el país que se encontraban y que llegaron a enfermar por depresión. ¿es una persona afortunada también en esas circunstancias? Yo creo que no. Pero también creo que aquel que desea hacer algo y va a por ello, supera las malas rachas al anteponer su meta a los percances.
Creo que muchos cuando hablan de envidia a mis viajes, lo hacen desde su punto de vista "modo turista". Para los que nunca hayan ido de viaje al extranjero y hayan tenido una estancia mínima de 3 meses allí, ya les comento que es muy distinto "viajar por turismo" que "vivir en el extranjero". Hacer turismo siempre es por diversión e interés, y al contrario que establecerte allí por un periodo de tiempo, no implica ningún tipo de responsabilidad profesional, es decir trabajo. Vivir en el extranjero implica separación, autonomía, responsabilidad de tus actos en todo momento, trabajo/estudio... una nueva vida vamos. Y la vida, como siempre y en todos lados, tiene tanto buenos momentos como malos. No tiene nada de especial la vida diaria una vez que te acostumbras al lugar, ya sea en Valdemoro, Marsella o Singapur. Vivir es vivir, y solo nosotros hacemos interesante ese hecho.
Creo sinceramente, que si hay motivos por los que envidiar a alguien, no deben basarse en las cosas que le ocurren por casualidad, puesto que a todos nos pasan de vez en cuando cosas buenas y malas, sino en la actitud que ese alguien tiene ante lo que le ocurre. Ante su vida. Quizás yo si pueda ser digno de admirar (parafraseando lo que escuché), pero no por viajar señores, sino porque así lo quiero y lucho por ello. Todos podemos ser dignos de admirar sí decidimos coger la vida por los cuernos y ser los actores principales de nuestra película.
No me gustan las personas que leen un libro, ven una película, o se fascinan con el relato de alguien y dicen "joder que pasada, que suerte de vida". Y ya está. Llegan a casa, se meten en la cama y se tiran un rato pensando y envidiando lo que acaban de leer, ver o escuchar. Me entran ganas de cogerle de la pechera y gritarle "Pero tronco como qué "que pasada" y ya está, ¿y tu vida qué? si sabes que cosas harían de tu vida, una vida mejor ¿por qué no te lanzas y haces que tu vida no tenga nada que envidiarle a la de los demás?!". Y repito no estoy hablando de las ocasiones en las que nos alegremos por los acontecimientos que le ocurren a los nuestros, o haya momentos en que echemos de menos algunas cosas que otros estan viviendo; esos momentos no tienen porque ser una señal de que no estamos cumpliendo con nuestros proyectos vitales, simplemente son pequeñas comodidades o ventajas que prefeririamos tener. En realidad estoy hablando de aquellas veces en las que conoces las cosas que podrías hacer para sentirte mejor, para encaminar tu vida por el camino de tus sueños y no estas dedicando tiempo a cumplirlas. Yo por ejemplo muchas veces echo en falta salir de cañas con mis amigos por La Latina, o ver un partido de la Champions con mi padre, pero os aseguro que cuando pasan esos segundos, reconsidero lo que estoy viviendo, y no lo cambiaría por nada del mundo. Esa es la sensación, la sensación de estar en tu lugar, la que nos hace sonreír, y llegar a casa silbando nuestra canción preferida. Sabiendo que el tiempo no se esta escapando entre los dedos.
Dedicado a aquellos amigos, que solo les falta un empujón de valor, para echar a correr por la senda de Sus vidas.

domingo, 17 de julio de 2011

La fe en los sueños,camino del destino


Octubre de 2010. Daniel se encuentra mirando la web de su universidad española, de la que ahora se encuentra tan lejos, y da con la sección de becas internacionales. La misma que visitaba un año antes para encontrarse donde actualmente reside. Curioseando, descubre unas becas con destino a Sudamérica, y decide interesarse un poco más. Descubre que hay tres programas de movilidad con destino al Nuevo Continente, y en el mismo día, se entera también de otra beca de movilidad dentro del territorio nacional.
Al cabo de una semana, seguido de una voz interna, solicita los 4 programas de movilidad. Todos rellenados por la web, y enviados por correo certificado, siendo entregadas por un amigo de la universidad, el cual llega a firmar algunas de las solicitudes que a Daniel se le olvido firmar. Las dudas respectivas de cada programa son preguntadas por email, y respondidas según la unidad de tiempo burocrático; a saber, es 3 veces mayor que la unidad de tiempo del resto de mortales.
A su vez, Daniel tiene que lidiar con un período de estudios en el extranjero, donde por primera vez se enfrenta a una nueva cultura, un nuevo idioma, una nuevo sistema educativo con mucho más presión que el anterior, y un pequeño enamoramiento que le trastorna por las noches. Algunos de los cursos, tras estudiarlos hasta más de 12 horas en el mismo día, le son suspendidos. Continúa con los problemas de comunicación con todo aquel que no habla el español, y la chica que le sonreía decide cambiar de compañero de juegos dejandole tirado. Y sobretodo, echa en falta a su familia. Maldita nostalgia, piensa.
Sin embargo, no todo es malo por supuesto. Daniel, consigue aprobar 4 cursos de 5, el inglés lo habla con facilidad en primavera, y le conceden todas las becas que solicitó. Una vez más, Daniel sabe, que pese a las adversidades, debe perseguir aquello que le atrae. Aquello que su voz le indica. Los sueños que no se cuecen en el cerebro, sino en el corazón.
Tal es la situación, que Daniel debe seleccionar entre las becas, pues las 4 no son compatibles. Escoge una para Brasil correspondiente al 1º semestre, y la beca nacional para el segundo semestre.
Aquí comienzan los problemas in-humanos, que suelen luchar contra los aspiraciones humanas: burocracia.
El papeleo que debe realizar es gigantesco para ambas becas, estando en el extranjero le es más complicado debido a no poder presenciarse en muchos de los lugares que se le requieren. Todo es a través de Internet y de amigos en España. La sacudida de emails que manda y recibe cada día es inmensa, y muchas veces por ello descuida su actual curso en el país escandinavo donde se encuentra. Aquellos que solo hablan con él de vez en cuando, y que no conocen su situación diaria, dicen envidiarle... A él le hace gracia.
La burocracia llega a dificultarle tanto la confirmación de sus nuevos proyectos, que a falta de 1 día para el vuelo, aún no tiene visado para viajar, lo que puede ocasionarle:
1. Pérdida de 500 E, que no son suyos (plus de preocupación y angustia para él), correspondientes a la ida del vuelo
2. No asistencia al curso que empieza esa semana; La no asistencia al inicio de clases se castiga, según las clausulas del programa de movilidad, en una retirada de la beca y del convenio educacional.
Se enfrenta a la posibilidad de quedarse "en blanco" durante 6 meses, y lo que le da más rabia, que sus planes se vean alterados por una burocracia que no tiene tiempo para preocuparse del perjuicio económico y personal que provocan, pero sí del malgasto de dinero en privilegios y/o personal incompetente.
Pero Daniel cree en sí mismo, y en el devenir de las cosas. Y la mañana del vuelo a Brasil, Daniel llega al consulado brasileño una hora antes de que abran las puertas, y tras hablar, y exigir una respuesta por un fallo de papeleo que él no cometió pero que él pagará de no verse solucionado, consigue el visado. Y aquí sentado en el aeropuerto de Sao Paulo, espera que le venga a recoger un desconocido que le resulto agradable por una web de contactos, contándome lo que considera una historia en la cual la fe se convirtió en la espada de su destino.

lunes, 11 de julio de 2011

Ruido, cuestión de percepciones


Es curioso el tema del ruido. Más bien de los sonidos que nos molestan, y que por esa molestia calificamos como ruido. Lo digo, porque veo como personas, por ejemplo mi padre, es capaz, y no solo capaz sino que necesita, del “sonido” del televisor para quedarse dormido, pero también es capaz de despertarse, alterarse y discutir, al escuchar el “ruido” que sale del televisor del vecino.

A veces creo que su problema no es ese vecino en cuestión. Porque siempre hay alguien que le molesta cuando duerme, y siempre es por el tema del ruido (debe ser que el karma quiere joderle en ese aspecto). Creo que es la Vida la que le pone a prueba para que logre ser más paciente, o para que simplemente, cuando esté durmiendo como un niño, se deje llevar por el sueño, y no esté preocupándose por el más mínimo ruido que venga de fuera. Y digo esto, porque como he explicado, él necesita de “ruido” para dormirse!! no es el ruido su problema, sino su susceptibilidad con el ruido que él no genera o del que no tiene control.

También esta el tema de la música. Lo que a muchos les ánima a bailar de manera desenfrenada y enérgica, ellos lo llaman música, y otros ruido. ¿Cuál lleva razón? Ni idea. Solo sé que yo me he visto en ambos bandos, y debo reconocer que cuando estuve en el segundo, cuando califique un tipo de música como ruido, lo hice, no por ignorancia como muchos me dijeron, sino porque no sentí ningún tipo de fluidez o coherencia en el sonido. ¿Pero es eso suficiente para calificar un sonido de ruido? A veces me arrepiento. Parece como si la palabra ruido fuera igual de peligrosa y molesta como lo es el sonido al que representa. Me explico: si llamas ruido a un tipo de música, y resulta que con el que estás hablando, es fan de tal música, ¿qué pasa? te sientes fatal contigo mismo!!. Comienzas a disculparte o a poner matices a lo que dijiste!. Te arrepientes como si haber hecho un comentario sobre música, le hubieras dado una bofetada y luego quisieras explicar como fue el viento quien empujo tu mano!! Tememos que esta palabra cause una ofensa con tal persona.

Es curiosa la definición de ruido, y más curiosa es el uso del mismo. Calificamos de sonidos “malos”, ruido, a aquellos que no dominamos o comprendemos. A veces pienso, que las personas somos también como los sonidos: a veces nos catalogan por la percepción que tienen de nosotros en un momento determinado, y eso marca su comportamiento hacia nosotros. Piensan que así, al menos, tendrán un dominio sobre la visión que podamos hacernos de ellos, y no se dan cuenta, que igual, eso que de sí mismos no les gusta, a mí, puede parecerme el “sonido” más hermoso jamás oído. Y viceversa. Por eso pienso, que lo más práctico a la hora de conocer a una persona, es dejar de controlar lo que quiero vean de mí, y permitir que me vean tal y como soy. Dejando ser oídos, todos mis sonidos.

viernes, 8 de julio de 2011

Mis ideas, caprichosas de la noche


Tantas ideas me botan en la cabeza antes de caer el sueño, que hacen a Morfeo alargarse en su llegada. Siempre al acostar, vienen a mi mente discusiones políticas, críticas musicales, argumentos de cine y teorías del amor. Pasean por mi cabeza durante un buen rato, y cuando vuelvo en mí y decido tratar de dormir, dialogo con ellas proponiendolas ser inspiración de mi próxima entrada, en el blog por la mañana.
Sin embargo llega la mañana y traiciono mi palabra. Me ocupo en leer emails y perder el tiempo delante del ordenador, pero no soy capaz de abrir el word y ponerme a escribir. Ciertos días, consigo dar una oportunidad a mis tribulaciones nocturnas, con un gesto de valentía ante la vagueza, iniciando el programa de escritura. Pero nada, es entonces la traición de ellas la que se abalanza a mi presente.
Así, pasan los días, sin escribir, y las noches, con ganas de hacerlo. Se me ocurre ahora, escribir entonces cuando ellas aparecen, pero no estoy seguro si de nuevo se volverán caprichosas de su privado momento sobre mi almohada, y querrán escapar de nuevo al verme en frente de la pantalla, buscando como retratarlas.
¿Será verguenza lo que las ahuyenta? o ¿será mi descontrol sobre los pensamientos, lo que produce este desfase entre espacio y tiempo?.... Mi autoconocimiento y realista personalidad, se inclinan más por la segunda opción...uhm.. Trataré pues de imponer disciplina en mi cabeza, para lograr expresar lo que quiero, cuando puedo.

lunes, 4 de julio de 2011

Apatía alimentada por megabytes


Me paso horas delante del ordenador. Escuchando, perdón,oyendo música, mirando mis redes sociales, descubriendo nuevos cantantes por youtube, buscando piso para mi próximo destino, asignaturas para mi próximo curso, chateando con la gente que me encuentro conectada... siempre pendiente del correo electrónico para comprobar cuando puedo dejar de perder el tiempo en internet, y empezar a usarlo con un real beneficio. Esperando el correo de mi coordinador de estudios que me de paso a decidir sobre lo que estudiar. Esperando el correo de ese compañero de piso que espero encontrar. Esperando el correo de la administración para ver cuando puedo hacer el visado.
Últimamente tengo esos días que te los pasas delante del ordenador, para entretenerte, pero al final acabas con un sentimiento de apatía y vagueza que no me ayuda nada. Y sin embargo, se vuelve adictivo. Y el día siguiente se vuelve igual que el anterior. Delante del ordenador sin hacer nada.
¡Si al menos usara el ordenador para hacer algo de provecho! Pero parece que el curso de la vagueza tecnológica se vuelve un ciclo retroalimentativo, y cuanto más vagueo frente a la pantalla, más me apetece no pensar. No hablar. No escuchar. No leer.
¡Que el ruido de la maquinaria aturda mi mente para darme un descanso de este mundo!... y es entonces cuando me convierto en lo que nunca quise ser: un hombre-masa más.