martes, 17 de julio de 2012

Nacionalismos IV. Sin pelos en la lengua


Muchas veces he reflexionado sobre la expresión "no pierdas tu cultura". Podemos pensar que conocemos lo que significa dicha expresión, pero si de verdad pensamos sobre ello, muchos no sabemos explicarlo de manera coherente.

Perder o ganar cultura no es como perder o comprar un zapato. Al menos parece que ambas pertenecen a dimensiones diferentes: la cultura, a una más profunda y abstracta, que está relacionada con la identidad de un pueblo. Aspectos como la literatura, la danza, la pintura, lascostumbres ("cultura de calle"), etc, son términos asociados al concepto de cultura. Me parece increíble algo de por sí inofensivo y curiosamente bello, puede llegar a dificultar tanto las relaciones humanas y generar tantas luchas. Entre esos factores, se encuentra la lengua.

Hoy día, la lengua propia es uno de los aspectos culturales más defendidos por los pueblos para hacer valer su identidad frente a sus vecinos. No importa que otros aspectos como la pintura, la danza, la música... estén sustituyéndose unas por otras; ellos, aún siendo también valores culturales, no reflejan la fuerza de identidad nacional que le otorgamos a la lengua. Por ello, si dos pueblos comparten dichos aspectos, pero la lengua es diferente, ya está en juego la autonomía de ambos (especialmente en Europa): la lengua indica que ambos pertenecen a culturas diferentes (aunque los demás valores culturales los compartan en mayor medida) y por tanto deben limitar sus fronteras y relaciones. Si entonces hay alguna voz que apoya el uso, la continuidad generalmente, de una lengua común para evitar así la separación de ambas comunidades, es tildada inmediatamente de voz transgresora y represora.

Y la verdad que no lo entiendo. Porque yo veo a cada valor cultural como una herramienta para vivir en comunidad; para hacer la vida más fácil, e incluso divertida. Pienso que cuando uno de esos factores queda obsoleto o simplemente deja de ser útil como tal, no debería existir ningún problema en abandonarlo.

Pero claro, esto que digo, en el caso de las lenguas, a muchos les puede parecer una barbaridad, "Cómo vamos a cambiar nuestra lengua por otra!! como vamos a olvidarla sin más!!". Pues simplemente dejando que el flujo natural de la cultura fluya. Pongo un ejemplo: si los jóvenes del Congo ahora solo hablan francés en lugar de sus lenguas maternas, ¿deberíamos tomarlo como un error? ¿como una involución (como muchos dicen)? claro que no! me parece mucho más importante que en un país tan grande como RD Congo un chaval del sur pueda comunicarse con uno del norte, a que ambos tengan que limitarse a hablar con personas de su región.

Algunos me criticarán argumentando que planteo un debate en el que hay qué elegir blanco o negro. Cierto, explicaré por qué lo hago. Por supuesto contemplo la opción de que, continuando con el ejemplo anterior, ambos congoleños conozcan tanto su lengua regional como la de aspecto nacional. Pero hablo desde el punto de vista blanco-negro, porque como todos sabemos, existen momentos en los que debemos elegir en que aspecto ponemos más esfuerzo a la hora de aprenderlo/ejercerlo, e incluso hay personas que no poseen la capacidad de usar varias lenguas. Pienso, que para esos casos hay que tener claro que es más importante, y para mí, es más importante unir que dividir. Más importante usar una lengua general que una particular.

Sin embargo, esto a algunos les parecerá una catástrofe cultural, como dije antes. Piensan que abandonando nuestros aspectos particulares, llegaremos a un punto de en el que no existan matices ni diferencias, rompiendo con el concepto de muticulturalidad que tanto gustamos de hablar hoy en día...Y eso sí que me hace gracia, porque eso nunca va a pasar. Al ser humano le encanta pertenecer a un grupo e identificarse con él (de ahí que copiemos rasgos culturales de otros pueblos, y nos asemejemos cada vez más), tanto como le encanta destacar y diferenciarse de sus congéneres.

De hecho, se ataca al inglés y al español como dos de las lenguas más "invasoras", pero es evidente solo con viajar un poco por los países que hablan dichas lenguas, para ver como igualmente se dan diferencias. Diferencias que tienden a crecer, y no a disminuir. Que enriquecen el idioma original, aportando nuevas palabras y significados a sus diccionarios respectivos.

Personalmente, no veo ningún inconveniente en la pérdida de rasgos culturales, porque de antemano sé, que aparecerán otros nuevos. Nos asemejamos y diferenciamos constantemente. Claro que puede decepcionarnos un poco el hecho de que alguien de Brasil nunca haya bailado samba, que los nigerianos ahora solo escuchen rap americano, o que gran parte de los adolescentes españoles sepan cocinar macarrones pero no tortilla de patata, pero es que la vida es así: cambios continuos. Y aunque duela perder, hay que tratar de pensar en lo que ganaremos con ello.

Hay personas que se aferran al pasado, y otras al presente. Hay personas que tachan de culturas invasoras a aquellas que predominan o se extienden más rápido que las propias. Estas personas no comprenden, que la evolución pasa por encima de todo. Por encima de culturas y opiniones también. Y eso es algo que no podemos parar, solo aceptar.

Las lenguas se crearon para comunicarnos, y no para separarnos.

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