viernes, 21 de enero de 2011

Ida...

Una mirada y una pregunta, "¿hablas español?", saltó la chispa iluminando el camino para conocerse.
Continuaron más palabras. Largas conversaciones en su casa,él, en la suya, ella. Diálogos superficiales y profundos. Crecía el interés del uno por el otro. Aparecen más tardes, los cruces de miradas, en los que el tiempo se paraba, para dejarlos mudos, observándose. Salta otra chispa, creando fuego. El fuego se alimento de visitas, cenas, proyecciones de viajes... De vez en cuando parecía apagarse por ciertas dudas nacidas de grandes diferencias, pero que ambos despreciaron por seguir con la ilusión de un bonito presente. El primer contacto se hizo esperar. Pero llego el beso,y con él las caricias, las sabanas, el calor... Todo excita una ilusión sumida en el matiz de la novedad, una confianza que de manera sorprendente crece con cada encuentro.
Pero se acercan las navidades, el momento de separarse. Ella no para de agradecer,un no sé qué, que él no logra entender. Su cuerpo cubierto por lagrimas de ella, comienza a irradiar una energía que calme el vacío de su alma. Sincronizan los latidos de sus corazones, ahora son uno, y se acompañan por la magia del momento. Él no sabe si logro calmar su desasosiego, pero el sollozo se detiene, y un sueño plácido inunda el cuerpo de ella. Él nota su peso, ahora más liviano, la mira y cree poder besar sus sueños con solo estirar los labios. No hay espacios, solo tiempo, y se detuvo como regalo para ellos, quienes ofrendaron a la complicidad con una sonrisa.
Una estación de tren, y se despiden. Una ciudad, Copenhage, y se despiden. Un aeropuerto, un beso...y se despiden. Todo cambiará. Y tras una larga espera, él vuelve a casa solo, sabiendo que allí termino una etapa.

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