martes, 25 de octubre de 2016

Tres mujeres sin padre

La semana pasada me despedí, corté o simplemente acepté abandonar a L. Aquella chica de Barcelona que me dejo hechizado en tan solo dos fines de semana y muchas horas de emails, whatsapp, facebook messenger...

Maldita distancia y maldita política que sacaron a la luz los problemas que las sabanas de su cama y la piel de sus labios escondían. Su política es parte de su historia. Ser huérfana no le ayudo a mi querida feminista a confiar en los hombres y discutir con asertividad. Unos vinieron, y todos se fueron. El cariño y tacto fueron la moneda cara a entregarme en la distancia.

Hasta siempre. Nos vemos. Una página más en el diario de la vida. Una de esas hojas que olían a perfume pero ya quedan lejos del presente. Nostalgia a pesar de la decisión firme y meditada. La infelicidad es obvia después de que el placer muere.

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Mujeres en el mar. Fuente: Artpuiggali
Hay otra chica, tan dulce y agitada, P. Recién llegada a Madrid para trabajar como profesora, como yo. Me encandiló con su sonrisa y dulzura. Yo andaba perdido en el bar, pensando en L todavía, cuando mi impulso bachatero la sacó a bailar, y luego su risa me dejó preso. Los encuentros con P, y los chats con L no ayudaban nada a estabilizar la plataforma de mi corazón.

P creció sin un padre a su lado, como L, aunque le llamaba y apoyaba en la distancia. Su madre a la deriva iba, y fue su tía quien de ella tuvo que encargarse. P tuvo que crecer fuerte, autónoma, y determinada a no regalar nada que pudiera necesitar ella misma después. Desde el pasado trajo al presente toda su niñez, adolescencia y juventud. Hasta la virginidad consiguió conservar. Y ahora juega como una niña, con cuerpo de mujer, y previsión adolescente.

Hola. Buenos días. Una página nueva en el diario de la vida. Una de esas hojas coloridas que te invitan a escribir historias. Qué ilusión y alegría pintar sobre ti un retrato de la primavera, aunque mientras el otoño llueve fuera.

Y qué decir de O. Aquella francesa que conocí en verano durante el Rototom, y sueña con tener un exótico español colgando del brazo. Un elegante varón que le lleve de compras por la Gran Via, le haga reír en El Retiro, o le baile pegadito en un bar de La Latina. Enamorada de su imagen, y asustada de la soledad, pierde los nervios por culpa de los celos y su propia inseguridad. Desde que su padre murió hace tres años, vio su propia juventud desvanecerse y la posibilidad de no encontrar un hombre independiente que dependa de sus ojos. Desea lo que no tiene y por eso me visita mensualmente.

Hasta luego. Más tarde nos vemos. Tú eres esa hoja de atrás a la que siempre vuelvo cuando la mirada no quiere levantarse del diario a pesar de que la mano esté cansada de escribir historias. Me distraes de lo que de verdad necesito, una pausa. Dibujo en ti en lugar de escribir y siento que te decepciono cada vez que te tomo por excusa.


Tres mujeres unidas por la falta de sus padres, y el reemplazo paternal del que escribe. Cómico, ¿no?

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