La
semana pasada me despedí, corté o simplemente acepté abandonar a
L. Aquella chica de Barcelona que me dejo hechizado en tan solo dos
fines de semana y muchas horas de emails, whatsapp, facebook
messenger...
Maldita
distancia y maldita política que sacaron a la luz los problemas que
las sabanas de su cama y la piel de sus labios escondían. Su
política es parte de su historia. Ser huérfana no le ayudo a mi
querida feminista a confiar en los hombres y discutir con
asertividad. Unos vinieron, y todos se fueron. El cariño y tacto
fueron la moneda cara a entregarme en la distancia.
Hasta
siempre. Nos vemos. Una página más en el diario de la vida. Una de
esas hojas que olían a perfume pero ya quedan lejos del presente.
Nostalgia a pesar de la decisión firme y meditada. La infelicidad es
obvia después de que el placer muere.
Mujeres en el mar. Fuente: |
Hay
otra chica, tan dulce y agitada, P. Recién llegada a Madrid para
trabajar como profesora, como yo. Me encandiló con su sonrisa y
dulzura. Yo andaba perdido en el bar, pensando en L todavía, cuando
mi impulso bachatero la sacó a bailar, y luego su risa me dejó
preso. Los encuentros con P, y los chats con L no ayudaban nada a
estabilizar la plataforma de mi corazón.
P
creció sin un padre a su lado, como L, aunque le llamaba y apoyaba
en la distancia. Su madre a la deriva iba, y fue su tía quien de
ella tuvo que encargarse. P tuvo que crecer fuerte, autónoma, y
determinada a no regalar nada que pudiera necesitar ella misma
después. Desde el pasado trajo al presente toda su niñez,
adolescencia y juventud. Hasta la virginidad consiguió conservar. Y
ahora juega como una niña, con cuerpo de mujer, y previsión
adolescente.
Hola.
Buenos días. Una página nueva en el diario de la vida. Una de esas
hojas coloridas que te invitan a escribir historias. Qué ilusión y
alegría pintar sobre ti un retrato de la primavera, aunque mientras
el otoño llueve fuera.
Y qué
decir de O. Aquella francesa que conocí en verano durante el
Rototom, y sueña con tener un exótico español colgando del brazo.
Un elegante varón que le lleve de compras por la Gran Via, le haga
reír en El Retiro, o le baile pegadito en un bar de La
Latina. Enamorada de su imagen, y asustada de la soledad, pierde los
nervios por culpa de los celos y su propia inseguridad. Desde que su
padre murió hace tres años, vio su propia juventud desvanecerse y
la posibilidad de no encontrar un hombre independiente que dependa de
sus ojos. Desea lo que no tiene y por eso me visita mensualmente.
Hasta
luego. Más tarde nos vemos. Tú eres esa hoja de atrás a la que
siempre vuelvo cuando la mirada no quiere levantarse del diario a
pesar de que la mano esté cansada de escribir historias. Me distraes
de lo que de verdad necesito, una pausa. Dibujo en ti en lugar de
escribir y siento que te decepciono cada vez que te tomo por excusa.
Tres
mujeres unidas por la falta de sus padres, y el reemplazo paternal
del que escribe. Cómico, ¿no?