martes, 17 de abril de 2012

El planeta Sobre-abundancia. Tercera/última parte


En Sobre-abundancia, se producía tanta comida, que tenía que quemarse muchas veces para que no bajasen los precios de los mismos alimentos.

En los medios se hablaba de tantas músicas, tantas películas, tantos deportes, tantos bestsellers... Tantas cosas se hablaban, que el hecho de tener que elegir una de ellas, agobiaba a la gente y acaban por ser aprendices de todo y maestros de nada. Solo el placer de probar una cosa, para empezar otra, les calmaba. Profundizar o centrarse en algún aspecto no iba con la moda consumista de aquel planeta.

Se ahogaban más y más en la abundancia. Dábanse cuenta lo poco que significaban en el mundo, y se afanaban por mantener estimulado su cerebro para que ese pensamiento no les martillease la cabeza. Consumir, consumir, consumir. Hasta el turismo se convirtió en un bien de consumo: la gente ya no viajaba para experimentar culturas nuevas y abrir la mente, sino para captar fotos de lugares que se encontraban lejos de sus casas, saciar su exotismo a costa de daño medioambiental, y volver a casa diciéndoles a sus amigos "Yo estuve allí".

Desapareció el gusto por la comida, la pasión en el sexo, la atención hacia la música, el esplendor de la artesanía, la diversión en el deporte sin buscar fines estéticos, la lectura como medio de aprendizaje... Nunca pensaron que en los tiempos recientes, donde los límites externos ya no son la barrera para lograr la felicidad, utilizar el autocontrol era la oportunidad para vivir de una manera plena y sostenible.

El autocontrol, que siempre fue entendido como un mecanismo de auto-represión, se transforma en la nueva era en un arma para ganar la libertad... aquellos pobres se dieron cuenta demasiado tarde, y Sobre-abundancia hoy día, no es más que un planeta infeliz y estéril, que cambió el nombre a Sobre-excasez.

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