domingo, 29 de enero de 2012

Amigo, esto queda entre yo y mí

Deje de estudiar, o más bien de intentarlo, y fui al baño a beber agua. Levanté la cara hacia al espejo tras refrescarme y ahí estaba, ese cuerpo que parecía ser ajeno a lo que dentro se encontraba. Ignoraba que yo sintiera tristeza o alegría, solo era una manifestación física de un alma que a veces creía vivir en un mundo aparte. Pero no, alma y cuerpo convivían en el mismo espacio y tiempo, aunque a veces no llegarán a entenderse. Ellos eran yo, y yo era ellos, en plena confusión de términos parejos.

Alma era miedosa, siempre buscando esa magia, ese "algo" que se ve en las películas, se lee en los libros, o se escucha en las canciones. Que se siente pero no puede verse ni tocarse. Buscaba una esencia que llenará aquel vacío al que se sentía atada.

Cuerpo era más sencillo. Trataba de dejarse llevar por sus instintos, pero como caballo que tira del carro, solo era fuerza sin cabeza, y dejaba arrastrase por los caprichos de Alma. Cuando su dictador interno, le empujaba a hacer cosas que no necesitaba, pero que ella requería en su búsqueda del bienestar, Cuerpo se bañaba en los campos del desenfreno donde manos y besos de otras personas le tocaban sin atender a su "compañera de piso", y las drogas le provocaban la perdida del equilibrio desfigurando su presencia y razón de ser: la estabilidad que alma necesita para ser parte de este mundo. Alma se desesperaba entonces: necesitaba de ese cuerpo para vivir, pero con él no lograba la felicidad ni sensaciones que deseaba!!. Ella que era motivadora de tales experiencias no las disfrutaba!!, sino que tenía que mirar como su "serpa" sufría y saboreaba aquellas situaciones, que quedaban a nivel corpóreo, y él mismo no quería para sí!!. Entonces llegaban a una discusión, una pidiendo su parte del pastel, y el otro pidiendo un descanso de tal bamboleo al que se veía empujado semana tras semana.

Y así, en medio de sus disputas me encontraba yo, confuso y apático en frente del espejo.

Mirando mi reflejo, me pregunté por qué no echar una mano y conciliar mis dos vertientes. Por qué no lograr una sonrisa de ambos y que se unieran en el brillo de mis ojos. Comencé con Cuerpo, y de tal manera, logré sonreír al espejo, lo que me causó gracia, y con ello dí un respingo de alegría a Alma. El segundo paso fue hablar, de nuevo a mi reflejo, y sentí asombro, al quedarme sin palabras: no sabía que decirme a pesar de los pensamientos que siempre corren por mi cabeza! Quise preguntar "¿Qué te pasa?" "¿qué tienes que decirme?", pero no pude... Lo volví  intentar, y de nuevo risas. Era tan graciosa mi cara cuando esperaba paciente oír las palabras que yo mismo tenía que decir!! ... Logré hacer las paces entre ellos, pero lo mejor no fue eso, sino el descubrimiento de que hablar al exterior siempre resulta más fácil que hacerlo en el sentido opuesto. Pensándolo bien, hasta se vuelve paradójico... una paradoja que se vuelve útil cuando se trata de nosotros.

Y vosotros? Sois capaces de escuchar lo que os tenéis que decir? coged un espejo y probadlo!:)

2 comentarios:

  1. Uhmmm... bonita métafora. Qué profundo.

    Supongo que la vida es eso, ¿no?, una dialéctica entre Cuerpo y Alma y cuando ambas se ponen de acuerdo... qué mágico...

    Besos a los dos!

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    1. me alegro que te gustase, gracias por comentar ;) sinceramente te recomiendo que pruebes a hablarte mirandote a un espejo, pero mirandote a los ojos ehh no vale otro lugar xD

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