lunes, 26 de septiembre de 2016

Primer día en el cole

Hoy ha sido mi primer día en la escuela donde comenzaré los dos años de programa con la Fundación. No he salido muy optimista.

Lo primero, no nos han permitido estar an ninguna clase. Cierto es que como participantes de primer año y sin el master de profesorado, legalmente no somos profesores formales sino asistentes, pero en mi caso, yo ya llevaba tres años enseñando, dos de años de manera formal en Somalia y Birmania, y me ofusca bajar de rango a nivel profesional, de profesor a asistente de profesor. Sin embargo, lo entiendo. Entiendo que para trabajar en un cole haga falta una acreditación o título, el master de profesorado, que certifique has adquirido los conocimientos considerados los básicos para educar en España. Pero igualmente me jode. Porque aquellos conocimientos que voy a dar en el master ya los trabajé tanto en Somalia, con mi supervisor, y luego en Birmania, por mi cuenta y con sesiones de desarrollo profesional, y tuve tres años para practicarlas y aplicarlas en el aula. No digo que lo tenga todo aprendido, o que no quiera trabajar con otros profes aquí en España que me pueden ayudar a mejorar, pero confieso que es frustrante que te infravaloren porque no tengas un documento. ¿Acaso yo no sabía hablar inglés antes de sacarme el certificado el año pasado, después de haberme tirado seis años fuera? ¿acaso hay que competir en las competiciones oficiales o ser parte de una liga para considerarle a uno deportista?

De todas formas, a efectos prácticos, es lo que hay. Este año será asistente, nuestro colegio nunca antes había trabajado con la Fundación así que no sabe si estamos preparados para dar clase, y a algunos profes hasta dudan del valor que podemos darles a sus clases. Nos ven como una molestia.

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Dos profes enseñando en el mismo aula. Fuente: kentuckyteacher.org
Yo, me comprometo desde hoy a ser paciente y flexible. He venido aquí a aportar y aprender, y ni se aprende ni se aporta cuando el momento es inadecuado. Así que tengo claro es de esperar el momento, y darles tiempo a que me conozcan para ofrecerme mayor autonomía y responsabilidades en el aula. Quiero que poco vean que no tengo porque ser el asistente de profe que solo interviene para leer lo que pone en la pizarra, para ayudar a algunos niños durante el tiempo de ejercicios o para acompañar a los alumnos al baño o jefatura de estudios durante el aula. Yo puedo y quiero enseñar.

Además, tener más de un profesor en clase puede dinamizar mucho la rutina de la clase, ofrece mayor versatilidad a los alumnos, y permite ajustar contenidos por niveles dentro de un mismo grupo de estudiantes.


Otro problemilla, aunque este me preocupa menos, es que los dos profes que entramos de la Fundación para asistir, F y yo, somos jóvenes, 23 y 26 años. Esto ha hecho que hubiera una pequeña revolución entre las estudiantes hoy cuando nos veían por los pasillos, y ya no os cuento cuando al fin una profesora me ha invitado a acompañarle durante una de las clases. Muchos estudiantes varones y muchos profesores no se sienten cómodos con que los dos nuevos profes, asistentes, perdón, llamen tanto la atención de las adolescentes. Pero como decía, esto es lo de menos ya que en un par de semanas se habrán acostumbrado a nuestras caras, verán que exigimos igual de disciplina y rigor que os demás profes, y volverán a su estado normal. Mientras tanto, lo que quieren es flirtear con nosotros y llamar nuestra atención.

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