Plaza de Santa Cruz de La Palma. Fuente: www.turismohispania.com
Día 3- Agosto:
Tras 18h de viaje en barco (ya que hace
una parada en Tenerife de nada más y nada menos que 6 p..t.s horas)
llego al puerto de Sta Cruz de La Palma. Al despertar veo dos sms de
Paula confirmandome mi recogida en el puerto (por fin, biennn!!!).
Salgo del barco y espero a que venga. Tras una hora se acerca una
chica con una perra pequeña, es ella. Vamos a tomar un café, nos
presentamos un poco, etc. Me lleva a su casa: un quinto sin ascensor,
sin vecinos en ninguno de los apartamentos colindantes con el suyo.
Vive sola con su perrita, y su hijo de 2 años que alterna con ella
unos días y otras con su padre (custodia compartida). El piso está
un poco desordenado, pero me gusta. Y con ella hay bastante buen
rollo. Pasamos el día yendo a la playa y hablando de mi viaje (me
ayuda a planificar bien las rutas, y me presta algunos materiales).
La encuentro una chica muy extrovertida y autónoma. No paramos de
hablar: charlamos de política, de proyectos personales, de consejos
que debo tomar durante el viaje, un poco de su historia, un poco de
la mía...
Día 4- Agosto:
Despierto temprano ya que esa noche el
hijo de Paula se quedó a dormir, y a las 8h como un reloj, se
despierta pegando voces. Desayunamos, hablamos otro rato, y nos
preparamos. Intento hacerme al niño y a su perra, que aún me miran
con cara de intruso (lo que es completamente lógico). Vamos a una
playa, que según Paula, es genuina porque solo la conoce ella y poca
gente más (creo que intenta hacerme sentir privilegiado xD). Me hace
gracia como la pequeña perra aguanta de todo por parte de David (el
hijo de dos años de Paula): le tira del rabo, le da golpes en el
lomo, le pincha con el dedo en la nariz, le aprieta las orejas, e
incluso llegue a verle tratando de meterle los dedos en los ojos!! y
la perra nada, ni ladra ni muerde. Aunque se nota que va aprendiendo,
porque cada vez que se acerca el niño a ella, se larga. Paula me
cuenta técnicas para educar tanto a perros como a niños; graciosa
comparación, pienso. Volviendo de la playa, damos el aviso de un
incendio (como supe después, e imagino pudisteis algunos de vosotros
saber, fue un incendio que duró 4 días, y quemo parte del sureste
de La Palma; aunque nada similar a lo que ocurrió en la pobre
Gomera). Tras la siesta, Paula "me sugiere" que visite la
ciudad por mí cuenta. Y la verdad que me duele, porque hasta ese
momento no me había percatado de que igual les estaba resultando un
poco pesado a ella y a su hijo. Me voy caminando al pueblo de al lado
(Los Cancajos), la zona más turística de la isla junto con Puerto
Tazacorte, que se encuentra en el lado opuesto de La Palma. Cuando
regreso a casa, sorprendo a Cristina toda arreglada y preparada. Como
es sábado, supongo que irá a salir de fiesta con sus amigas
aprovechando que esa noche el niño se queda con el padre. Enciendo
la tv para ver algo de los JJOO, y al rato me pregunta "¿salimos
a cenar o no?", me quedé a cuadros, pues no me esperaba que se
hubiera arreglado así para salir a cenar conmigo. Me duché rápido,
me vestí todavía más rápido y salimos. Me llevo a un bar
venezolano donde servían arepas y cachapas, las cuáles yo nunca
había probado y tenía muchas ganas. Me supieron genial, y más
tarde supe, que a diferencia de otros lugares, en La Palma, en lugar
de bares turcos que venden kebaps, encuentras areperas venezolanas.
La verdad que me quedaría con estos últimos lugares ;)
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Menudo descubrimiento. Siempre que me dejabas un comentario en mi blog lo leia desde el movil en el coche (durante los semaforos) soy así de inpaciente. total que pensaba tengo que volver a su blog para leer entradas y guardar la dirección.
ResponderEliminarHoy me pillaste en el trabajo lo hice y menuda sorpresa! me encanta viajar, nunca lo hice como tu, y creo que no me atrevería soy todo lo contrario viajando , pero eso no significa que no te admire por como lo haces o que no disfrute de leer como te fue.
Sigo a ver que pasa...
Vaya que me dejo una cosa.
ResponderEliminarMe encantan las arepas!!! ojala aquí hubieran menos kebap y mas arepas.
Me enganche a ellas cuando viví de pequeñas en venezuela y por mucho que las intento hacer en casa, no tienen el mismo sabor...