Puente entre San Andrés y Los Sauces. Fuente: educacionfisicarivero5.blogspot.com |
5 de agosto:
Tras escuchar como Paula deja la casa
para irse a trabajar, a eso de las 7h, me levanto y me preparo. Hoy
será mi primer día de camino por la ruta 130- Camino Real de la
Costa. Salgo de Sta Cruz con la mochila cargada y fuerte de ánimos,
pero a los 40 minutos ya intuyo que me he perdido. A falta de sendero
sigo por la carretera, y al preguntar por el Camino, me mandan por
una pista de unos 75º de inclinación ascendente. Subo cagándome en
el peso de la mochila, en la falta de indicaciones, y más tarde
cuando descubro que había un atajo mucho más sencillo por el que
llegar al Camino, me cago también en las indicaciones del
gasolinero. Continuo, y cada dos por tres tengo que preguntar a la
gente si voy por el camino correcto. Los carteles de referencia
brillan por su ausencia. Al cabo de 3 horas llego al destino teórico
de la primera etapa: Puntallana. Comienza la búsqueda por un lugar
donde dormir. Bajo en dirección a la playa Nogales, la cuál me
aconsejan por estar cerca y ser bonita (más tarde supe que era una
de las más peligrosas, habiéndose cobrado sus corrientes submarinas
más de una vida). A los 20 minutos confirmo que la gente que usa el
coche más que los pies, son justo aquellos a los que suelo
preguntar, ya que la playa se encuentra a 5km, es decir, alrededor de
una hora caminando. Teniendo en cuenta que ya llevaba 3 horas
caminando, hacía mucho calor, y era mi primer día, está claro que
no era "un ratito" como me habían indicado. Así que tras
coger un sendero el cual indica hacia el destino de mi segunda etapa,
encuentro un merendero de espaldas a la carretera que me parece
perfecto para mi primera velada al raso. Me paso toda la tarde
pensando y leyendo, y al llegar la noche coloco el aislante sobre una
de las mesas del merendero para dormir a cierta altura del suelo
(cosa que aprendí en Brasil, y que es totalmente innecesaria en La
Palma, pero que queréis, dormir al aire libre al principio asusta
xD). El cielo estrellado,a pesar de la luna llena, me duerme por fin.
6 de Agosto:
Me despierto con la luz del amanecer y
gotas de rocío. Tranquilamente recojo todo, como algo y leo en la
guía de viaje consejos sobre la jornada que me espera (no quiero
perderme tanto como el día anterior). Comienzo a andar y empiezo a
pensar en buscar un palo que me sirva de apoyo y al mismo tiempo de
defensa hacia algún peligro. Nada más pensar esto, salen a mi
frente 3 perros vagabundos gruñéndome... Al principio reculo para
atrás pero al ver que eso les hace animarse, cojo un par de piedras
y comienzo a lanzarselas con más miedo que otra cosa. Funciona. Los
perros huyen. 2 segundo más tarde, ya ando con un palo en la mano.
Camino por muchas plataneras y pequeñas aldeas. Justo antes de
llegar a San Andrés, con ayuda de las confusas indicaciones, me
pierdo en zona de plataneras. Estoy sin agua, con un sol de muerte, y
nadie por ningún lado por más vueltas que doy. Comienzo a ponerme
nervioso tras 30 minutos sin saber donde ando. Al rato veo dos
campesinos, los cuales me indican el retorno al Camino, y me dan agua
y una papaya. Creo que les di pena. Continuo caminando, ya llevo 2
horas. Me encuentro a ancianas y ancianos quienes me dan agua y me
guían por la ruta, la cual a veces se vuelve muy peligrosa,
descendiendo y ascendiendo barrancos al limite del precipicio, con la
piedra del suelo resbaladiza, y la vegetación impidiéndote ver
donde pisas. Finalmente llegué a Los Sauces, objetivo de la segunda
etapa. Estaba en un punto siguiente al del cansancio. Comí algo en
una sombra. Masticaba muy despacio para hacer creer al estómago que
comía mucho, y así engañar al hambre (no podía cargar con mucho
peso de comida la mochila porque luego me cansaba más rápido). Tras
descansar 45 minutos, de nuevo me preparé para buscar un lugar lejos
de la ciudad donde dormir. Con la tontería, me motivé y decidí
intentar alejarme todo lo que pudiera de Los Sauces, acercarme lo más
posible al ecuador de la siguiente etapa. Y vaya sí lo conseguí, a
las 18h llegué a Barlovento. Pero no acabó en tal ciudad la
jornada, pues como dije, no quería dormir en núcleos urbanos,
prefería el campo o la playa, así pregunté por las Piscinas de la
Fajana, y uan vez más me mintieron diciendo "por ahí abajo, en
nada llegas". Joder, menos más que estaba cerca y era bajando,
tardé hora y media. Sin embargo, a pesar de ser mi peor jornada de
toda la ruta, he de reconocer que dormir en aquellas piscinas
naturales, mereció la pena. Ver el atardecer desde el banco de
piedra que luego se convertió en mi lecho, fue maravilloso.
Qué bien suenan las piscinas naturales...
ResponderEliminarLa verdad que son una maravilla. Puedes darte un baño tranquilamente, con pececillos a tu alrededor, mientras de costado oyes chocar las olas contra las rocas :)
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