jueves, 20 de septiembre de 2012

La Palma IV. El Tablado



7- Agosto:

Los rayos de sol y la marea fueron la alarma del despertador. Un despertar suave, cómodo. Nada que ver a mi rutina urbana. Sin embargo, esa vez me preparé rápido: no quería que me pillase el toro de nuevo. Estaba cansado de la tremenda caminata anterior, y quería terminar pronto la etapa que me tocaba ese día. El comienzo, la subida de Las Piscinas de la Fajana hasta Barlovento fue duro: casi 2 horas de ascensión, además de perderme un par de veces gracias a las típicas indicaciones "muchacho, vas para allá y luego subes por allí". Pero ese día me encontraba fuerte. Anímicamente quiero decir. A pesar de las contracturas en la espalda, y de perderme cada 2 por tres, estaba feliz. Me sentía tremendamente libre. La ruta atravesaba paisajes maravillosos. De vez en cuando llamaba a las puertas de alguna casa para que me dieran agua, y continuaba por los senderos. Muchas veces me tocó preguntar a la intuición cuál senda tomar, y es que como en la vida, durante la jornada se me presentaban opciones, sin ninguna pista por la que decantarme objetivamente. Tras 4,30h de viaje, llegué a El Tablado. Una aldea pequeña en norte de La Palma, justo en el medio, ya que en la punta del nordeste se encuentra Barlovento, y en la punta del noroeste se halla Santo Domingo de Garafía. Era una aldea muy pequeña, y fue allí donde conocí a una anciana entrañable. Al preguntarla por donde continuaba el camino, no solo me indicó amablemente, sino que me dio agua, fruta y sus bendiciones. No sé por qué, no me olvidaré de ella. Justo al doblar la esquina, saliendo de la aldea, vi una casa abandonada que me "llamaba". Se convirtió en mi hostel. No sé, me daba buena química, y el paisaje que desde allí tenía era espectacular. Hablé con mis padres por teléfono y me disculpé por haber estado tan irascible los días anteriores. Pensé un poco sobre mi vida. Las cosas que he de aceptar ocurran, y tratar de llevarlas lo mejor posible. Me relajé. Más tarde, eche el aislante y el saco de dormir al suelo de la terraza. Eran las 20h, y la caída del sol me aconsejaba dormir. Si os preguntáis por qué no quise dormir dentro de la casa, os diré que por respeto. Tenía claro, que en una casa abandonada de la cuál no conozco su historia, no debía dormir dentro. Puede que también sea algo supersticioso, he de reconocerlo.

8- Agosto:

Desperté con la clara convicción de no caminar. Me tomaría el día libre. Haciendo cuentas de los días que iba a pasar en La Palma, me sobraban días para caminar todas las rutas que quería, y además el cuerpo me pedía tiempo muerto. Me pasé el día leyendo, pensando y hasta di una vuelta por el pueblo y las inmediaciones del Camino. No paraba de recordar aquellas comunas hippies de las que me habían hablado en Sta Cruz, podía encontrarme por el norte. Mientras Paula me contó que eran gente muy maja, generalmente alemanes jubilados, que vivían en cuevas y trabajaban con artesanía, agricultura y pesca, una amiga suya me había avisado que muchos de ellos estaban locos y hasta hacían rituales de magia negra. Tenía una especie de curiosidad miedosa por encontrarlos, ya que hasta el momento no vi a nadie. Pregunté a la gente de El Tablado, pero ellos no sabían nada... Al final del día, conocí a una pareja: una chica de barcelona y su compañero, de Alemania, que también estaban caminando por la isla. Sin embargo se notaba que no viajaban en "mi mismo rollo". Por lo que me dijeron, iban cargadisimos de equipaje, y muchas veces cogían buses o hacían autostop. Los dos tenían una estética muy rara: él llevaba en el tabique de la nariz 4 piercing, y unos dilatadores enormes; su cabeza estaba rapada entera, menos la parte delantera en la que tenía un par de rastas muy descuidadas; ella tenía rapada media cabeza, y la otra con el pelo largo; en su ropa veías todo tipo de colores, y ambos llevaban los pies más negros que el betún. Me preguntaron si estaba okupando la casa y si había tenido problemas con las ratas. A ambas cosas les dije que no. Me explicaron que ellos si habían tenido problemas con las ratas en el barranco donde estaban acampando, hasta el punto que tenían que subir la comida a los arboles. Me extrañó, porque yo ni siquiera había visto una. Imagino que tal vez eran un poco sucios y habían dejado materia orgánica alrededor de su zona de acampada, además de situarse en un lugar bajo donde todas las alimañas salen por la noche. Eran unos personajes muy graciosos la verdad. Especialmente el alemán que de poco se enteraba pero le ponía unas ganas que no veas. Me despedí de ellos, y mientras me preparaba para dormir, me di cuenta de la poca comida que me quedaba. Al día siguiente no solo tendría que preocuparme por los hippies del vudú, sino por conseguir algo de comer.

lunes, 17 de septiembre de 2012

La Palma III. Primeras jornadas:de Sta Cruz a Barlovento

Puente entre San Andrés y Los Sauces. Fuente:  educacionfisicarivero5.blogspot.com

5 de agosto:

Tras escuchar como Paula deja la casa para irse a trabajar, a eso de las 7h, me levanto y me preparo. Hoy será mi primer día de camino por la ruta 130- Camino Real de la Costa. Salgo de Sta Cruz con la mochila cargada y fuerte de ánimos, pero a los 40 minutos ya intuyo que me he perdido. A falta de sendero sigo por la carretera, y al preguntar por el Camino, me mandan por una pista de unos 75º de inclinación ascendente. Subo cagándome en el peso de la mochila, en la falta de indicaciones, y más tarde cuando descubro que había un atajo mucho más sencillo por el que llegar al Camino, me cago también en las indicaciones del gasolinero. Continuo, y cada dos por tres tengo que preguntar a la gente si voy por el camino correcto. Los carteles de referencia brillan por su ausencia. Al cabo de 3 horas llego al destino teórico de la primera etapa: Puntallana. Comienza la búsqueda por un lugar donde dormir. Bajo en dirección a la playa Nogales, la cuál me aconsejan por estar cerca y ser bonita (más tarde supe que era una de las más peligrosas, habiéndose cobrado sus corrientes submarinas más de una vida). A los 20 minutos confirmo que la gente que usa el coche más que los pies, son justo aquellos a los que suelo preguntar, ya que la playa se encuentra a 5km, es decir, alrededor de una hora caminando. Teniendo en cuenta que ya llevaba 3 horas caminando, hacía mucho calor, y era mi primer día, está claro que no era "un ratito" como me habían indicado. Así que tras coger un sendero el cual indica hacia el destino de mi segunda etapa, encuentro un merendero de espaldas a la carretera que me parece perfecto para mi primera velada al raso. Me paso toda la tarde pensando y leyendo, y al llegar la noche coloco el aislante sobre una de las mesas del merendero para dormir a cierta altura del suelo (cosa que aprendí en Brasil, y que es totalmente innecesaria en La Palma, pero que queréis, dormir al aire libre al principio asusta xD). El cielo estrellado,a pesar de la luna llena, me duerme por fin.

6 de Agosto:

Me despierto con la luz del amanecer y gotas de rocío. Tranquilamente recojo todo, como algo y leo en la guía de viaje consejos sobre la jornada que me espera (no quiero perderme tanto como el día anterior). Comienzo a andar y empiezo a pensar en buscar un palo que me sirva de apoyo y al mismo tiempo de defensa hacia algún peligro. Nada más pensar esto, salen a mi frente 3 perros vagabundos gruñéndome... Al principio reculo para atrás pero al ver que eso les hace animarse, cojo un par de piedras y comienzo a lanzarselas con más miedo que otra cosa. Funciona. Los perros huyen. 2 segundo más tarde, ya ando con un palo en la mano. Camino por muchas plataneras y pequeñas aldeas. Justo antes de llegar a San Andrés, con ayuda de las confusas indicaciones, me pierdo en zona de plataneras. Estoy sin agua, con un sol de muerte, y nadie por ningún lado por más vueltas que doy. Comienzo a ponerme nervioso tras 30 minutos sin saber donde ando. Al rato veo dos campesinos, los cuales me indican el retorno al Camino, y me dan agua y una papaya. Creo que les di pena. Continuo caminando, ya llevo 2 horas. Me encuentro a ancianas y ancianos quienes me dan agua y me guían por la ruta, la cual a veces se vuelve muy peligrosa, descendiendo y ascendiendo barrancos al limite del precipicio, con la piedra del suelo resbaladiza, y la vegetación impidiéndote ver donde pisas. Finalmente llegué a Los Sauces, objetivo de la segunda etapa. Estaba en un punto siguiente al del cansancio. Comí algo en una sombra. Masticaba muy despacio para hacer creer al estómago que comía mucho, y así engañar al hambre (no podía cargar con mucho peso de comida la mochila porque luego me cansaba más rápido). Tras descansar 45 minutos, de nuevo me preparé para buscar un lugar lejos de la ciudad donde dormir. Con la tontería, me motivé y decidí intentar alejarme todo lo que pudiera de Los Sauces, acercarme lo más posible al ecuador de la siguiente etapa. Y vaya sí lo conseguí, a las 18h llegué a Barlovento. Pero no acabó en tal ciudad la jornada, pues como dije, no quería dormir en núcleos urbanos, prefería el campo o la playa, así pregunté por las Piscinas de la Fajana, y uan vez más me mintieron diciendo "por ahí abajo, en nada llegas". Joder, menos más que estaba cerca y era bajando, tardé hora y media. Sin embargo, a pesar de ser mi peor jornada de toda la ruta, he de reconocer que dormir en aquellas piscinas naturales, mereció la pena. Ver el atardecer desde el banco de piedra que luego se convertió en mi lecho, fue maravilloso.

viernes, 14 de septiembre de 2012

La Palma II. Llegada a Sta Cruz

Plaza de Santa Cruz de La Palma. Fuente: www.turismohispania.com

Día 3- Agosto:

Tras 18h de viaje en barco (ya que hace una parada en Tenerife de nada más y nada menos que 6 p..t.s horas) llego al puerto de Sta Cruz de La Palma. Al despertar veo dos sms de Paula confirmandome mi recogida en el puerto (por fin, biennn!!!). Salgo del barco y espero a que venga. Tras una hora se acerca una chica con una perra pequeña, es ella. Vamos a tomar un café, nos presentamos un poco, etc. Me lleva a su casa: un quinto sin ascensor, sin vecinos en ninguno de los apartamentos colindantes con el suyo. Vive sola con su perrita, y su hijo de 2 años que alterna con ella unos días y otras con su padre (custodia compartida). El piso está un poco desordenado, pero me gusta. Y con ella hay bastante buen rollo. Pasamos el día yendo a la playa y hablando de mi viaje (me ayuda a planificar bien las rutas, y me presta algunos materiales). La encuentro una chica muy extrovertida y autónoma. No paramos de hablar: charlamos de política, de proyectos personales, de consejos que debo tomar durante el viaje, un poco de su historia, un poco de la mía...

Día 4- Agosto:

Despierto temprano ya que esa noche el hijo de Paula se quedó a dormir, y a las 8h como un reloj, se despierta pegando voces. Desayunamos, hablamos otro rato, y nos preparamos. Intento hacerme al niño y a su perra, que aún me miran con cara de intruso (lo que es completamente lógico). Vamos a una playa, que según Paula, es genuina porque solo la conoce ella y poca gente más (creo que intenta hacerme sentir privilegiado xD). Me hace gracia como la pequeña perra aguanta de todo por parte de David (el hijo de dos años de Paula): le tira del rabo, le da golpes en el lomo, le pincha con el dedo en la nariz, le aprieta las orejas, e incluso llegue a verle tratando de meterle los dedos en los ojos!! y la perra nada, ni ladra ni muerde. Aunque se nota que va aprendiendo, porque cada vez que se acerca el niño a ella, se larga. Paula me cuenta técnicas para educar tanto a perros como a niños; graciosa comparación, pienso. Volviendo de la playa, damos el aviso de un incendio (como supe después, e imagino pudisteis algunos de vosotros saber, fue un incendio que duró 4 días, y quemo parte del sureste de La Palma; aunque nada similar a lo que ocurrió en la pobre Gomera). Tras la siesta, Paula "me sugiere" que visite la ciudad por mí cuenta. Y la verdad que me duele, porque hasta ese momento no me había percatado de que igual les estaba resultando un poco pesado a ella y a su hijo. Me voy caminando al pueblo de al lado (Los Cancajos), la zona más turística de la isla junto con Puerto Tazacorte, que se encuentra en el lado opuesto de La Palma. Cuando regreso a casa, sorprendo a Cristina toda arreglada y preparada. Como es sábado, supongo que irá a salir de fiesta con sus amigas aprovechando que esa noche el niño se queda con el padre. Enciendo la tv para ver algo de los JJOO, y al rato me pregunta "¿salimos a cenar o no?", me quedé a cuadros, pues no me esperaba que se hubiera arreglado así para salir a cenar conmigo. Me duché rápido, me vestí todavía más rápido y salimos. Me llevo a un bar venezolano donde servían arepas y cachapas, las cuáles yo nunca había probado y tenía muchas ganas. Me supieron genial, y más tarde supe, que a diferencia de otros lugares, en La Palma, en lugar de bares turcos que venden kebaps, encuentras areperas venezolanas. La verdad que me quedaría con estos últimos lugares ;)


martes, 11 de septiembre de 2012

La Palma I. Salida de Las Palmas

Puerto de Las Palmas de Gran Canaria. Fuente: www.gophoto.it

Tras casi mes y medio de vacaciones, volví a casa. Y lo digo al tiempo que suelto un respiro de descanso, y es que por mucho que me gusta andar de un lado para el otro, al final el cuerpo pide sentar el culo, y hacer algo de provecho. Hablando en plata.

Aunque no soy uno de los bloggeros más prolíficos de la red, reconozco que he echado de menos el no publicar. Y a cada momento pensaba cuál sería la entrada "del regreso". Durante mi estancia en La Palma, fui anotando en un pequeño blog (de papel, no sospechéis de mi fidelidad al bastondewillyfo) lo que me ocurría cada día. Siendo mi intención sacar a la luz tales notas al regresar. Así, creo que siempre que no tenga nada más que contar, en los días siguientes hablaré del viaje que hice este verano, y quien sabe, tal vez incluso le coja el gusto y continúe escribiendo sobre otros viajes que realicé. Pero tranquilos, que más tarde o más temprano volveré a ser el mismo de siempre, escribiendo de nuevo sobre otros pensamientos que me pasan por la cabeza. Y es que, si por algo se han caracterizado estos dos últimos meses para mí, han sido por los quebraderos mentales que he tenido con algunas de las personas que me han rodeado recientemente.

Comencemos pues con mi relato del viaje a La Palma (las personas citadas no aparecerán con su nombre real):

Día 2-Agosto

Me despedí de mis padres en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria, con miedo y malas sensaciones. Al besarles, ni siquiera les miré a la cara, ya que sabía las lagrimas que ello podría provocarme. Entré en el barco casi de sopetón, como de sorpresa, y sin mirar atrás, fui directo a recepción para preguntar por mi butaca. En el lugar reservado para las butacas, es decir, para aquellos que por dinero no habíamos querido/podido pagar un camarote, había una televisión emitiendo una película tras otra, y varias pasajeros tumbados, ya que eramos cuatro gatos para las decenas de plazas que había. Al cabo de 3,30h, tras la inspección visual desde mi asiento del salón, decidí cambiar de sitio y buscar un lugar donde cargar el teléfono. Al menos escuchando música me distraía de mis pensamientos. No podía parar de entrar en el email esperando encontrar un mensaje de Paula (la chica que conocí a través de una red social de viajeros, y que en principio accedió hospedarme y ayudarme durante los primeros días) confirmándome la recogida en el puerto de Sta Cruz de La Palma. Llegó la noche, a ritmo del vaivén que provocaban las olas en el barco, sin poder romper con el miedo que me causaba no saber donde iba dormir, ni comer durante los próximos 20 días. Todo el ánimo y los planes que había hecho para disfrutar de mi caminata por la isla, me parecían ahora mal organizados y hasta peligrosos. Solo podía tratar de dormir, y esperar al nuevo día.