miércoles, 31 de agosto de 2011

Sentido humano de la vida

Pienso que siempre me gustó escuchar la lluvia contra la ventana de mi habitación, pero que no sería lo mismo si viviera en una chabola de la favela. Que ahora esa lluvia me señala el aire limpio que al día siguiente podré respirar, pero que en otros lugares solo significa un camino de barro hasta el mercado. Que el sol que tomo en la playa para estar moreno, es el que quema la piel del vendedor subsahariano de las gafas de sol y las pulseras de cuero. Que me despierto y voy directo al baño, para luego dirigirme a desayunar, mientras otros orinan por un catéter en su cama de hospital, mientras la enfermera le ordena ayunar hasta la prueba gastrointestinal. Otra más.

Pienso en placeres. En los más placenteros. Que corresponden con los más primitivos, e instintivos. Pienso en orinar cuando llevo una hora queriendo hacerlo. Llegar al orgasmo mirando los ojos de mi chica. Comer, sin haber probado bocado durante todo el día. Relajarme, tras acabar un buen trabajo. Pienso en como me hacen vibrar cuando los consigo experimentar, que el mejor, siempre es el que está por llegar cuando más lo necesito.

Pienso que necesito poco para vivir, que lo innecesario me sobra, y no me ayuda a ser feliz ni a disfrutar de los auténticos placeres de la vida. Que estoy aquí por algo, y que ese algo se mueve entre "nosotros"... que como humano debo preocuparme por actuar como tal, demostrar mi humanidad al tiempo que la disfruto y sufro.

martes, 23 de agosto de 2011

Tránsito

Tras unos días en los que he estado debatiendo conmigo mismo sobre si hablar de los disturbios en Madrid o sobre mi nostalgia hacia mis personas queridas, he decidido no hablar de ninguna de ellas, y continuar con mi visión del nuevo lugar en el que vivo. Porque sí, porque igual que disfrutó y lloró con lo que me contáis de allí, también quiero aportaros algo que yo si vivo y vosotros no.

Además que mejor tema para relacionar nostalgia familiar y disturbios violentos que hablar del tráfico, tránsito en portugués, paulista. Cercanía social y violencia en un mismo espacio.

Como podréis imaginar de la segunda ciudad del mundo con mayor densidad de población, aquí el tráfico es horrible. El transporte público tiene un índice de calidad parecido al índice de seriedad de Pocholo, los pasos de cebra son bromas irónicas al peatón, y el uso del intermitente no lo conocen, así que para indicar cambios de carril o giros, utilizan la bocina. En efecto, es un tráfico caótico y con banda musical incorporada.

El sistema de metro tiene nada más que 5 lineas, mientras que en Madrid (con 16 mill de habitantes menos) existen 13. Los buses, aquí llamados omnibuses, poseen dos funcionarios: el conductor y un cobrador que se encuentra en la parte media del vehículo visiblemente dormido, y sentado en frente de un torno que existe para pasar al otro lado, donde se encuentran las puertas de salida. El torno esta hecho para aquellos personas corredoras de fondo o en estado de malnutrición, así que si eres obeso o llevas mochila estás literalmente jodido. Pero con el paso del tiempo, llegas a acostumbrarte a pasar ajustadamente por ese artilugio donde notas como sus hierros se deslizan por tu piel cual boa constrictor. Por supuesto este tipo de transporte público me parece de lo peor, y más en una ciudad donde es visible la riqueza por parte de la autoridad local y parte de la ciudadanía. Muestras de ello son la cantidad de vehículos todoterrenos, motocicletas de gran cilindrada, helicópteros (hay muchos edificios con helipuertos en la azotea)... ¿Por qué entonces no se invierte más en una mejor movilidad urbana? porque los políticos de turno prefieren quedarse parte de ese dinero público, y no les importa mucho la movilidad de la clase media y baja ya que se mueven dentro de sus coches privados, con chóferes, etc. Me resulta gracioso sin embargo, cuando hablo con personas de Colombia u otros países, y me dicen que aquí el transporte público esta muy desarrollado...ejem ejem... no quiero pensar cuando vayan a Europa, y mucho menos pensar, cuando yo vaya a sus países.

Además de mala calidad, el transporte público brilla por sus altos precios. El bus y el metro cuestan torno al 1,30 E y no existe bono transporte o algún medio para que sea más barato el hecho de viajar a tu zona de trabajo, estudios todos los días. Cuesta más que en España, y como yo he comprobado, y más que en otros países escandinavos o del centro de Europa. Teniendo en cuenta la diferencia de salarios que aquí hay con respecto a Europa, y de su mala calidad, me parece un robo por parte del Estado, y un impulso al transporte individual. La ciudad tiene tantos coches y motos, que el aire puede producir dolor de cabeza, tos, inflamación de la garganta y escozor en los ojos. Estos síntomas yo los he tenido, y eso que no voy mucho al centro de al ciudad. No quiero nombrar otros problemas más graves testados en estudios científicos para aquella parte de la población en contacto directo y frecuente con este tipo de ambientes. Solo cuando llueve, notas ciertas mejoría en la calidad del aire, pero claro, esto no siempre ocurre. Aquí en Sao Paulo, aún no he visto el cielo de un color diferente al gris de las nubes que avecinan chubascos, o al amarillo propio de los días que brilla el Sol con su amigo Smog.

Con todo esto moverte por la ciudad puede resultar una aventura emocionante al estilo Indiana Jones. Para cruzar los pasos de cebra los vehículos no paran, incluso usando la técnica de amagar con la pierna al aire para comprobar si pisan el freno, como me describió en Madrid un amigo palentino. Aquí, hay que ser igual de agresivos que ellos: pasar fingiendo que no les ves, y rezar para que ellos si lo hagan. En el bus, es fundamental sujetarte a las barras, o en caso de que seas bajito (muchos buses fueron construidos en Alemania, tomando su patrón de altura, que claro está, no es el mismo que en latinoamérica) agarrarte de las correas que cuelgan de ellas. Sino lo haces, puede pasar lo mismo que si montas en una atracción de feria sin ponerte el cierre de seguridad: vuelas y te chocas con todo el mundo. La gente no permite salir antes de entrar: aquí todo es junto y a la vez. Así que si tienes que bajarte en esa parada debes actúar del mismo modo que con el paso de cebra: no mires a tu contrario, solo avanza. Y por último, si tienes prisa por ir a algún lugar, olvidate de cumplir tus objetivos utilizando el transporte público. Conozco gente que han celebrado un par de cumpleaños esperando a su autobús.

Abraços!!

lunes, 15 de agosto de 2011

La pasión brasilera


La curiosidad por las relaciones amorosas está presente en mí desde que entendí lo maravilloso y lo dañino que pueden llegar a ser. No termino de comprender como se puede llevar a cabo una relación estable y cómoda para ambas personas, sin que al mismo tiempo resulte una relación hipócrita o coarte sus libertades individuales. Será que sólo me he llevado malas experiencias, y sobretodo, pocas y breves.

Una de las cosas más interesantes que me he encontrado en Sao Paulo, ha sido lo cariñosos que son las personas cuando se trata del amor. Si son afortunados de tener una pareja/relación, lo demuestran cada segundo que les es permitido. No sé si están locos por dar amor al prójimo, o simplemente es la lujuria que los empapa, como el calor del aire castiga su piel. Ya sea una pareja en torno a los 50 años, o un simple rollete de discoteca, aquí las personas no se avergüenzan de tirarse a los brazos de la persona "amada" y regalarle besos, caricias, y expresiones envidiables para todo aquel que los observa.

Como digo aquí el amor romántico es algo que se vive día a día: igual que ves las noticias durante la comida en España, aquí le sorprendes a tu novia esperándola a la salida del trabajo, le dices lo bien que le sienta la corbata a tu marido mientras esperáis al bus (con mirada picarona incluida), o propones salir a bailar ese fin de semana al lugar donde os conocisteis por primera vez. Y esto sucede con las parejas más "veteranas". En caso de que te enroyes con un chico o una chica en un bar, la cosa no cambia, todo es igual de romántico: esa misma noche, la persona ya no sé despega de ti (a no ser que se vaya a enroyar con otro/a, cosa bastante común) y te dice lo atrayente que le resultas, como si fuera la primera vez que hubiese besado a alguien. Te llena de halagos, hasta el punto que te quita las ganas de querer echar un polvo, y prefieres ir a ver el amanecer con él/ella. Pero tranquilos, ell@s no son tont@s, si ven que sus técnicas de embelesamiento son excesivas, en seguida te acercan el paquete de manera instintiva, o te preguntan si llevas condones en la cartera. Exacto, pensareis, las maneras cambian, pero el objetivo no.

Es a lo que me refiero de la Forma del Amor. Como todo, el amor tiene un fondo y una forma, e igual que el fondo no cambia en ningún lugar del mundo (o eso quiero pensar), la manera de expresarlo sí. Y aquí en Brasil, en Sao Paulo, en las zonas donde yo me he movido, simplemente la manera que tienen de demostrarlo es mucho más intensa y frecuente de lo que he visto en otros países. No es que me dé envidia, ni que me produzca un sentimiento de rechazo, como dije antes, me resulta curioso. Pero bien sé, que el hecho de ver a una pareja deseandose el uno al otro en la calle, no significa que en el fondo, la relación sea digna de admirar. Ver a dos personas besándose a mi lado cuando estoy comiendo no me da ningún tipo de celo, más bien me producen cierto escrúpulo cuando trato de tragar mi plato de soja (o PVT, usando el vocablo de la cafetería). Sin embargo, uno no puede evitar acordarse de quien dejó atrás, o quien puede esperarle en el futuro, cuando ve unos ojos enamorados decir "te quiero".

Un abrazo fuerte para tod@s, y un besazo grande para quien me lo permita ;)

martes, 9 de agosto de 2011

Hora de comer!


Mi comida se lleva a cabo en la cafetería universitaria. Hay 4 en la universidad donde estudio: 3 públicas, y una privada subvencionada por la universidad. Sin embargo, para los estudiantes solo están disponibles 3 del total, ya que una de ellas está reservada a los profesores. Para acceder a ellas solo es necesario presentar un ticket de comida y el carnet universitario (en caso de estudiantes nuevos, como yo, presentamos un papel mugriento que demuestra soy estudiante de la universidad; dicho papel se ensucia cada día más que pasa sin que me den un carnet como es debido, ya que la burocracia brasileña es si cabe más lenta que la española, incluso para poner mi foto en un carnet ordinario, hace cerca de un mes).
El ticket de comida, no os lo vais a creer, pero cuesta solo 1,90 Reais, o lo que es igual, 0,83 € . Así es, como y ceno en la universidad, gastándome al día menos de 2 €. Es probable que necesitéis leer lo que acabo de decir, pero ya veis, ventajas de no vivir en los llamados países del primer mundo. Aunque no creáis por supuesto que el resto de precios aquí son igual de baratos, la mayor parte de las cosas en Sao Paulo, me las estoy encontrando igual de caras que en Madrid, e incluso más. Aún teniendo una calidad mucho menos, como es el caso del transporte público. Esto es un país en crecimiento a ver que os habéis creído!! xD. Pero en la universidad, todo lo que se dice ser público, lo cumple a raja tabla: la comida, el transporte, el material, las instalaciones deportivas...todo es "gratis", teniendo que pagar solo un precio simbólico, o nada, por los mismos.
Los tickets como iba diciendo, se venden por 1,90 reais, pero solo en una taquilla cerca del pabellón Central (ese es el nombre de una de las cafeterías universitarias). Si tu caso es el de los estudiantes que prefieren acudir a alguna de las otras dos cafeterías, ya sea por cercanía o porque gustas más de las otras, debes ir a comprar los tickets al pabellón Central y luego ir a comer donde más te plazca. Pienso que si en vez de poner tres taquillas de venta de tickets en el Central, pusieran una taquilla por cada cafetería estudiantil, facilitarían las cosas a los estudiantes y a ellos no les supondrían tanto perjuicio. Esto no solo lo opino yo, sino la mayor parte de brasileños con los que he hablado. Pero esto es Brasil amigos, y aquí "las cosas son como son, y no como deberían ser". Por tanto, hasta que llegue ese momento, 3 opciones:
- Comprar cada día tu ticket de comida en el Central y comer allí, abarrontandose normalmente
- Comprar muchos tickets un día a la semana en el Central, para los demás días comer donde te plazca
- Comprar los tickets a un vendedor clandestino de tu cafetería más cercana por 2 reais (esta fue la opción que yo utilicé pensando que las personas que vendían estos tickets eran empleados de la universidad para facilitar el trabajo a los estudiantes; "qué iluso!" pensareis, pues bien, tarde más de una semana en enterarme que no era así).
La diferencia entre las cafeterías no es mucha. El Central, y la COCESP (no me preguntéis que significa tales iniciales) son los restaurantes públicos permitidos a los estudiantes, y la cafetería de Química es la privada subvencionada por la universidad. En los dos públicos, se da la misma comida, y en el de Química varia el segundo plato. El primer plato es siempre el mismo en todas, ya sea almuerzo o cena: judías pintas con arroz. Mañana y noche. De lunes a domingo (sí, se me había olvidado comentar que los fines de semana también esta abierto, aunque no para la cena). Otra diferencia de los dos públicos con el privado, es que ellos dan la opción de arroz integral para todo aquel que no quiera el arroz blanco común, y una porción de soja (que ellos llaman orgullosamente PVT, proteína vegetal) para todo aquel que no quiera optar por la porción de carne. Yo como pretendo ser vegetariano, siempre que me sea permitido, suelo optar siempre por está última opción. El arroz integral, también trato de tomarlo siempre, ya que pienso, tiene algo más de fibra que el arroz blanco común, y puede evitar el estreñimiento que pienso provoca comer todos los maravillosos días de la semana: judías pintas con arroz, y plato de soja. Tras llevar a cabo esta dieta durante casi un mes, os digo que funciona. No estoy estreñido. Aunque sospecho es el zumo aguado que nos dan, similar al jarabe dalsi que tomabamos de niños para viajar la fiebre, lo que causa que mi frecuencia al water sea mayor que la de un ciudadano normal, y no el hecho de que coma arroz integral en vez de arroz blanco.
Otra cosa curiosa, es que en las dos cafeterías públicas, la comida se reparte en una especie de bandejas de metal con cavidades donde se deposita la comida. Me mola. Es rollo un tanto carcelario lo sé, pero me gusta ver la comida tan ordenadita en cada una de sus cavidades sin tener que mezclarse como ocurre cuando se acaban las bandejas y nos dan platos. Odio cuando nos dan platos y me mezclan las judías pintas y el arroz con, por ejemplo, la ensalada y unas patatas fritas. A veces tengo autenticas reflexiones en la fila, pensando que platos elegir para mezclar, para que al menos uno de ellos se salve con el plato pequeño que nos dan para los postres.
Me hace gracia también, que a aquí a las ensaladas solo les pongan un ingrediente. Debe ser una de las diferencias con la cultura española, porque que yo sepa, las ensaladas normalmente (depende de lo que sean) suelen llevar unos 3, 4 o más ingredientes. Aquí el día que ponen "ensalada", significa que pueden ser: hojas de lechugas, un par de rodajas de tomate, o unos matojos de escarola. Y encima, como la sal es gorda y el aceite es de girasol industrial, yo no me la aliño, así que imaginad lo rico que me sabe la ensalada brasilera.
Resumiendo: el "bandeiao" es mi dieta actual: sana, repetitiva y con alto contenido en hidratos. Pero es barata, si voy solo me puedo entretener mirando a la gente que pasa por delante de mí mientras mastico, y perfecta para el deporte (y sino mirad que comen los sumos: arroz y más arroz).
Un saludo a todos!!

viernes, 5 de agosto de 2011

Sorpresa!! a senhora da limpeza!


Despierto con la alarma del móvil. Son las 7´30 de la mañana, las 12´30 en España. El motivo por el que despierto a esa hora no es otro, que llamar al banco de nuevo, para solucionar el problema que llevo arrastrando con la tarjeta desde hace más de 3 semanas. Llamo y el oficinista me dice que el director, la persona con la que debo hablar para una serie de trámites que el oficinista denomino hace una semana como "serios", "está ocupado con unas llamadas, yo le digo que te mandé un email"... Nos despedimos, y no puedo evitar una sensación de pesimismo mientras me llevo las manos a la cabeza.
Me voy a la ducha y comienzo a pensar en como organizarme el día: no puedo retrasarme mucho en la redacción de mi pasado curso y para empezar pronto el proyecto, tengo que hacer deporte, quedar con José para que me deje de nuevo dinero... Cuando vuelvo a mi cuarto, abro la ventana de madera,dejando solo al descubierto la parte de cristal, y comienzo a trabajar con el ordenador. De repente, llega el motivo de esta entrada, la limpiadora. Primero, escucho unos toques en la ventana (se puede decir que vivo en una especie "bajo") y veo a una mujer de unos 50 años, con bigote y aspecto risueño. Tras los golpes y mi cara de perplejidad, la mujer me enseña sus dientes de alta coloración amarillenta y noto como empieza a recorrer mi habitación con su mirada. Así es de natural esta mujer, no conoce el término "intimidad" o "privacidad". Incluso suelta una pequeña risa cuando ve unos calzoncillos en mi cama. Y con las mismas se va. Fueron solo 3 minutos, pero me dejo petrificado, no por miedo, sino por lo inesperado que me resulto todo. Pero mi fuerza de reacción es rápida, así que con las mismas, pongo el seguro a la ventana y a la puerta y sigo trabajando.
Una hora después, tras estar escuchando a Lady Gaga gracias al fantástico móvil de mierda de mi vecino gay, vuelvo a escuchar unos ligeros toques en la ventana. No podía creerlo, otra vez la mujer de la limpieza sonriendo e inspeccionando mi habitación, con la misma naturalidad, y con el mismo permiso que sus ojos y posición frente a mi habitación le daban. No pude evitar reírme esta vez. La mujer me hace un gesto de "sal fuera" con la mano, habiendo antes tratado de abrir mi ventana (buen el gesto el mío el de haberla puesta el seguro una hora antes ;) ). Dudé unos segundos, pero tras reconsiderar que sería capaz de hacer esa mujer sino yo no hacía lo que me mandaba, decidí salir. Sí, salí con las chanclas y a medio vestir para a ver a una mujer que no conocía de nada pero que se atrevía a inspeccionar mi habitación y reírse de mis calzoncillos en la cama, solo, porque ella me lo había mandado. Así es el comportamiento de un español ante una mujer brasileña (no importa que porte bigote o no). Me saludó y me preguntó, en un portugués próximo al euskera, de dónde era y si quería ver lo limpia que había dejado la cocina. Sin comentarios. No hace falta decir, que para mí, persona que no le agrada mucho la República en la que vive, y que además, trata de comer y cenar en la universidad porque es mucho más barato y rápido, no le importa lo más mínimo el lugar al que aquí llaman cocinha, y que especialmente en mi República, es famoso por su hospitalidad a la grasa en todos sus rincones. Pero ok, quiero ser respetuoso, y agradecer el interés de esa graciosa mujer hacia mí, así que le contestó que soy español, y veo la cocina: "muito limpa senhora, muito melhor agora que voçê limpo a cocinha". La mujer me sonríe, y atención: ME GUIÑA UN OJO... Tensión. Mucha tensión viví en esos momentos. Volví rápido a mi habitación, cerré el ordenador, terminé de vestirme y con las mismas me fui a la universidad. "A almorzar" le dije a la señora. Es importante decir que eran las 10´30 de la mañana. Pero bueno así es Sao Paulo: aquí las cosas no son como debieran ser, sino como son.
Un saludo a todos, y disfrutar del fin de semana