El sábado me gradué en el programa de profesorado de dos años. El programa, y la fundación, que han cambiado mi vida a través de un desarrollo personal y profesional conjunto. Cambió mi perspectiva de la educación y cambió mi manera de afrontar la vida.
Dejo atrás a aquellas personas que me acompañaron, maravillosas todas ellas, pero entre las que destaca L. L. me hizo volver a enamorarme locamente tras años de relaciones pasajeras intrascendentes. L. me confundió, me maravilló, me decepcionó y me fascinó. Una y otra vez. Una aventura, una pasión, lo llaman.
La última vez que tuvimos contacto fue en marzo de 2017, tras una visita mía a Barcelona y a su casa. Como no, acabamos en su habitación teniendo un sexo apasionante y bello. Volviendo a caer en una discusión amarga dos horas tras mi marcha.
Luego me ignoró. Ignoró mis mensajes, mis intentos de tener al menos una amistad. Ignoró mi tristeza, mi ilógico sentimiento de culpa, y mi anhelo. Comenzó a conocer a otras a personas, y a sí misma. Me mató la esperanza y la razón. No conseguí entenderla ni entenderme. Pero todo tiene una parte positiva: me centré más en mi trabajo; tuve tiempo de ser el profesor que quería llegar a ser. Me permitió también centrarme en otras relaciones: con mis padres, con mis amigos, y con mi actual pareja: P.
Mi pareja, mi compañera, P., es completamente diferente a L. Sería deshonesto decir a quien quiero más de las dos - a ambas me ata el corazón - pero es cierto que P cree en mí y me ha apoyado desde el primer día. Tal vez el sexo no sea tan salvaje, pero sigue siendo bello. Tal vez P. no consiga despertarme mariposas en el estomago como L. todavía logra, pero me ama y me escucha. No la culpo de hacer desaparecer la ilusión enamorada. La rutina y convivir juntos cada día mata las hierbas de la pasión para dejar paso al árbol del amor.
Por L. yo estaba apasionado, pero lo nuestro no llegó a ser amor. No pudimos, o quisimos, conocernos. Con P. sentí pasión y ahora compartimos amor. Nuestra relación madura a paso tranquilo, sin grandes contratiempos ni emociones sobrecargadas, al son de una placidez envidiable.
De igual forma transcurre mi vocación docente. Si bien cuando era joven solo me interesaba por profesiones con frecuentes reconocimientos es ahora, conviviendo con P, que entendí la virtud de la paciencia, la escucha. Del amor falto de pasión y lleno de ternura.
Mientras que la curiosidad es la semilla de la sabiduría, la pasión lo es para el amor. Pero es solo con trabajo, compromiso y determinación que se logra el premio final.
Bienvenidas sean las experiencias, que aunque dolorosas, han hecho de mí el hombre que soy.
Buena suerte L. Muchas gracias P.
Dejo atrás a aquellas personas que me acompañaron, maravillosas todas ellas, pero entre las que destaca L. L. me hizo volver a enamorarme locamente tras años de relaciones pasajeras intrascendentes. L. me confundió, me maravilló, me decepcionó y me fascinó. Una y otra vez. Una aventura, una pasión, lo llaman.
La última vez que tuvimos contacto fue en marzo de 2017, tras una visita mía a Barcelona y a su casa. Como no, acabamos en su habitación teniendo un sexo apasionante y bello. Volviendo a caer en una discusión amarga dos horas tras mi marcha.
Luego me ignoró. Ignoró mis mensajes, mis intentos de tener al menos una amistad. Ignoró mi tristeza, mi ilógico sentimiento de culpa, y mi anhelo. Comenzó a conocer a otras a personas, y a sí misma. Me mató la esperanza y la razón. No conseguí entenderla ni entenderme. Pero todo tiene una parte positiva: me centré más en mi trabajo; tuve tiempo de ser el profesor que quería llegar a ser. Me permitió también centrarme en otras relaciones: con mis padres, con mis amigos, y con mi actual pareja: P.
Mi pareja, mi compañera, P., es completamente diferente a L. Sería deshonesto decir a quien quiero más de las dos - a ambas me ata el corazón - pero es cierto que P cree en mí y me ha apoyado desde el primer día. Tal vez el sexo no sea tan salvaje, pero sigue siendo bello. Tal vez P. no consiga despertarme mariposas en el estomago como L. todavía logra, pero me ama y me escucha. No la culpo de hacer desaparecer la ilusión enamorada. La rutina y convivir juntos cada día mata las hierbas de la pasión para dejar paso al árbol del amor.
Por L. yo estaba apasionado, pero lo nuestro no llegó a ser amor. No pudimos, o quisimos, conocernos. Con P. sentí pasión y ahora compartimos amor. Nuestra relación madura a paso tranquilo, sin grandes contratiempos ni emociones sobrecargadas, al son de una placidez envidiable.
De igual forma transcurre mi vocación docente. Si bien cuando era joven solo me interesaba por profesiones con frecuentes reconocimientos es ahora, conviviendo con P, que entendí la virtud de la paciencia, la escucha. Del amor falto de pasión y lleno de ternura.
Mientras que la curiosidad es la semilla de la sabiduría, la pasión lo es para el amor. Pero es solo con trabajo, compromiso y determinación que se logra el premio final.
Bienvenidas sean las experiencias, que aunque dolorosas, han hecho de mí el hombre que soy.
Buena suerte L. Muchas gracias P.
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