lunes, 4 de agosto de 2014

Conclusiones de mis vacaciones en Etiopía

Ejemplo de los autobuses con los que viaje por toda Etiopía, generalmente cargados hasta arriba. Fuente: onelongpeel.wordpress.com
Tras un mes y pico viajando por Etiopía, regresé el sábado a la escuela en Somaliland. Ya tenía ganas de volver a pesar de haber disfrutado del viaje y haber conocido multitud de personas. Sin embargo, el estrés y esfuerzo de moverte de un sitio a otro cada pocos días, y la dificultad y tedio de viajar por Etiopía, comenzaba a hacer mella en mis ánimos.

Si tengo que hacer una conclusión de todo mi viaje por tierras abisinias, la verdad que no tengo claro si es positiva o negativa. Como dije, me ha encantado conocer tantas personas, la mayor parte turistas como yo, y ver paisajes preciosos. Pero ha habido un gran punto negativo en el viaje: el constante asedio de los locales por sacarte dinero. También molesta a veces la falta de condiciones cuando llegas a un lugar, y que conste no soy el típico que va a hoteles de cinco estrellas, pero que menos que tener agua limpia y una cama sin pulgas; pero eso ha sido lo menos importante. Lo peor como digo, ha sido el constante engaño y abuso que como turista blanco me he visto sometido.

No sé si ese asedio al “blanco” (“faranji” en amharico, lengua oficial en Etiopía) es típico en toda África, o solo en esta región. Algunos me dicen que ocurre por todo el continente, y otros que en países del oeste y sur, se respeta más al extranjero. Básicamente puedo decir que cada 5 minutos tienes a alguien pidiéndote limosna, o reclamando una propina, o queriendo hacerte de guía, portamaletas, guardaespaldas, limpiabotas, ….. Desde el primer minuto del día, andan detrás de ti para ver si te sacan algo. Especialmente me ha ocurrido en el norte, el circuito histórico y más turístico, pero también sucede mucho en la capital, Addis Abeba. En el sur, la zona menos desarrollada, y quizás menos visitada, sucede menos, aunque también lo sufres. Sinceramente, esa picaresca por engañarme subiendo los precios hasta 10 veces al ver que era blanco, esa sensación de sentirme observado y perseguido por unas monedas, y las constantes preguntas e innecesarias acciones que realizaban para después ganarse una propina, me ha sacado de quicio. Hasta el punto que no sé si recomendaría a alguien viajar por allí. Al menos no si vas en plan mochilero (poco dinero) y solo.

Por otro lado, si llegas con buen presupuesto y no tienes porque pararte mucho a la hora de gastar, y viajas en grupo, imagino que el viaje es totalmente diferente. No tienes porque andar siempre atento a tus pertenencias porque vas acompañado y siempre añade algo de protección. No tienes porque coger tantos buses como me tocó coger a mí, y puedes permitirte pagarte un avión que te ahorre dos días de viaje, o incluso un bus de primera clase que te ahorre de 5h a 24h de transporte. Y sobretodo, a la hora de alojarte y comer, no tienes porque dar tantas vueltas hasta encontrar la mejor opción, ni regatear tanto con el dependiente de turno. Aunque si tendrás que aguantar a los pesados y tramposos que quieran aprovecharte de ti allá donde camines.

No puedo negar igualmente que Etiopía es un país grande, de un verdor y paisajes espectaculares. Históricamente es de los países africanos más importantes, no solo por ser el único del continente no colonizado por potencias extranjeras en el pasado (a pesar del intento fascista por Mussolini) sino también por ser cuna del cristianismo, como así lo demuestran las numerosas iglesias y templos repartidos por todo el país. Además, es un lugar pacífico, donde no existen conflictos (tras numerosas guerras internas y fronterizas en generaciones pasadas) ni violencia generalizada. La convivencia entre musulmanes y cristianos (sur-norte, este-oeste) es envidiable.

Por último, hay que añadir que a pesar de crecer el número de turistas año tras año, el país parece ser inmune a efectos de la globalización e influencias extranjeras, y mantiene parte de su cultura y tradiciones intacta. Gran punto positivo para mí. Hay que tener en cuenta además, que más del 80% de la población todavía vive fuera de los núcleos urbanos, y se dedica al pastoreo y a la agricultura, lo que frena su acceso al mundo exterior. Para bien y para mal. Por no hablar de la maravillosa comida que he podido disfrutar a lo largo y ancho del estado.


En resumen, he disfrutado del viaje, pero ya tocaba volver. Espero poder escribir acerca de algunas personas y anécdotas que se cruzaron conmigo por allí, y dentro de poco volveré con el día a día de la escuela. En una semana y pico comienzan las clases del nuevo curso.

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