jueves, 28 de marzo de 2013

Una confesión


La mayor parte de mis allegados no conocen muchas cosas que he escrito en este blog. Sin embargo también hay cosas que me caracterizan, y todos mis amigos conocen, que nunca dije aquí. Creo que ha llegado el momento de aprovechar esta semana santa para confesarme ante vosotros.
Soy un apasionado de África. Especialmente del África subsahariana. De hecho, aunque la razón original de crear el blog fue para liberar pensamientos y compartirlos con más personas, no puedo menospreciar su uso como herramienta para conocer e interesarme por el continente negro.
Me gustan muchas cosas (sé que no es bueno generalizar, pero me vais a perdonar). Me gusta su música: desde las tradicionales y antiguas, hasta las más modernas. Me gusta su arte: sigo a varios fotógrafos africanos y en mi casa hay multitud de artesanía étnica. Me gusta su historia y política: igual que mucha gente lee todos los días el periódico, yo además de leer noticias nacionales, hago lo mismo enfocándome en aquellas relacionadas con África. Por otro lado, leo/leí biografías de personajes importantes como Mandela o Paride Tabán.
Desde que he vuelto a Madrid, me he propuesto centrar la atención, no tener una visión tan generalizada del continente. Mi sueño es trasladarme allí algún día así que he comenzado a elegir países donde mis posibilidades son mayores: países con estabilidad política, fuerte crecimiento económico, y lenguas oficiales que ya manejo (inglés y portugués). No creáis que son pocos los países con estas características!
Decir que mi sueño es vivir en África siempre le choca a la gente. Tanto como confesar tener sangre gitana. Muchos me miran como diciendo "¿África?¿qué se te ha perdido allí?". En general, tenemos una visión del continente muy parcial, basada en los anuncios de ONGs o imágenes de telediario. De esa manera, no es extraño que veamos al continente negro como un lugar de pobreza, guerra, niños famélicos, y violaciones de derechos humanos. Y es cierto, todo eso ocurre en África. Pero también ha ocurrido eso en Europa y ahora tenemos un nivel de vida bastante bueno comparado al que tenían nuestros antepasados. África esta cambiando, y es muy diversa. Las malas noticias apenas significan una parte de ella.
Sería absurdo comparar el nivel de vida de Finlandia para hacerse una idea del nivel de vida europeo. Y también es absurdo, concentrarse en el nivel de vida de los refugiados congoleños si queremos coger una panorámica de la sociedad africana.
África tiene muchísima riqueza, no solo material, sino también cultural, y sobretodo potencial: la mayor parte de su población es joven, con ganas de aprender y trabajar. No sorprende que se hayan duplicado los lazos comerciales con países como India, Brasil o China.
Todavía no tengo claro cómo voy a ser capaz de irme allí, o qué trabajo puedo desempeñar. Pero sí tengo claro que quiero ir. Es algo que me nace del alma desde que era muy pequeño. A veces dudo si realmente es un impulso inconsciente, o simplemente de tanto repetirmelo, y dedicarle tiempo, he hecho que se convierta en una obsesión.
No sé. Igualmente quiero ir. Y ahora, al final de mi Licenciatura en Biología, estoy decidiendo que haré después del verano para que en un futuro próximo me sirva a la hora de marcharme. Agricultura, enseñanza, sanidad pública...
Ya veremos. Lo importante es seguir dentro de la vía, y no preocuparse tanto por las estaciones, ¿no?

domingo, 24 de marzo de 2013

¿Libre?



Una amiga brasileña, estudiante de periodismo, me ha pedido un favor. Ahora está en Madrid gracias a un programa de intercambio, y está haciendo un trabajo sobre el concepto de libertad para la sociedad española en estos tiempos de crisis.

Básicamente me ha hecho dos preguntas: ¿qué significa la libertad? ¿te sientes libre?. Son preguntas donde la respuesta más larga parece ser la más fácil de aportar. Pero voy esforzarme, sintetizando lo más posible, intentado hacer fácil lo que quiero decir.

Para mí la libertad es aquella sensación que uno experimenta cuando se responsabiliza de sus actos. Cuando domina su vida y la vive en plenitud. Ciertamente, hay muchas cosas que no pasan por nuestros filtros de decisión, ya sean por su carácter circunstancial (nadie puede evitar un accidente, o qué llueva cuando te vas de vacaciones) o inconsciente (todos nos hemos bloqueado o pasado miedo en momentos críticos). Como decía José Ortega y Gasset, "yo soy yo y mi circunstancia". Pero obviando esos factores, sí podemos experimentar la libertad.

Respecto a la segunda pregunta, muchas veces debido al estrés del ir y venir constantemente, nos sentimos prisioneros de la vida. Vemos como el tiempo pasa, sin preguntarnos "¿esto es lo que realmente quiero?¿merece la pena perderse los demás sabores de la vida?". Al menos a mí me ha pasado. Faltos de libertad por culpa del miedo, del apego a ciertas personas, apego a ciertos lugares... no somos capaces de saltar la pantalla y seguir caminando inspirados por nuestros deseos y curiosidades (http://www.youtube.com/watch?v=n37Ej6OUrIo).

Os ha podido venir a la mente también el concepto de libertad de social. En este período de crisis especialmente, escuchamos por parte de numerosos grupos sociales, medios de comunicación y hasta políticos, como las libertades sociales decrecen. El sistema político actual no solo recorta partidas presupuestarias, sino que consecuentemente, también recorta nuestra libertad de movimiento. Limitan nuestras opciones, frenando nuestro futuro y nuestras libertades.

Se dice que la esclavitud quedó en el pasado, pero todos sabemos que eso es falso. No solo continúa existiendo la esclavitud tal y como era entendida hace 4 siglos (véase el tráfico personas para su explotación sexual y laboral), sino que también han nacido un nuevas formas de esclavitud: esclavitud de los mercados, esclavitud mediática,... Bueno, más que nacer, digamos que se han hecho adultos y ahora tienen más fuerza.

Nuestras vidas son influidas y limitadas constantemente por "amos" que no son de carne y hueso. Son entes con gran poder, con voz omnipresente, pero sin cuerpo. Por eso resulta tan difícil luchar contra su yugo: los mercados, la opinión social,... Ellos deciden si el precio de los alimentos sube, si tu orientación sexual es aceptable, o simplemente, qué idea que puedas llegar a hacerte sobre el conflicto palestino-israelí. Sin embargo, repito, toda esa información o condiciones no llegan de una persona/s en concreto. No podemos ponerles cara la mayor parte de las veces.

No es fácil sentirse libre hoy día. Simplemente, porque no es fácil ser consciente de qué soy yo y qué es lo que me rodea. Nuestro espacio y tiempo nos coacciona desde que nacemos hasta que morimos. Pero es importante darse cuenta, que tú, como ente particular de tu situación también tienes algo qué decir. No debemos temer nuestra libertad (recomiendo el libro de Eric Fromm "El miedo a la libertad"; lo leí durante mis rutas en La Palma, y causó un gran efecto en mí).

Yo soy un optimista, y sí me siento libre. Y por tanto feliz. Trato de darme cuenta cada día cuáles son las cosas qué sí están en mi mano, y qué cosas he simplemente de aceptar como parte de la vida. Con respecto a las primeras, actúo, y no dejó que sean llevadas por la corriente.

¿Qué pensáis vosotros?¿os sentís libres?

martes, 19 de marzo de 2013

¿Afortunado?


A pesar de los problemas que pueda tener, llevo varias semanas tratando de sentirme lo mejor que puedo. Ese es mi objetivo diario.

Camino un rato por la mañana hasta la parada de tren, en lugar de coger el bus delante de casa, para así respirar el aire del amanecer. Me fijo en los padres que recogen a los niños del colegio, y sonrío. Leo tranquilamente durante mi viaje al trabajo o a la universidad. Y hago las cosas de casa con un poco de música, al tiempo que coloco incienso en el salón.

Pues bien, hoy no es un día alegre, como quien dice. Hoy estoy lleno de rabia. La causa es aquella dichosa frase que últimamente oigo desde que encontré trabajo como becario: "no te puedes quejar de nada, tienes un trabajo donde te pagan". Si me lo dijeran personas en situaciones mucho peor que la mía, podría entenderlo. Pero no suele ser así.

Señor@s, soy uno de esos chicos que pertenecen a la generación más preparada de la historia (eso dicen), que ha estudiado duro toda su vida; que a los 20 años se fue de casa con varios programas de intercambios (no regalados como algunos piensan, sino ganados con mucho esfuerzo) para aprender a vivir independientemente y conocer nuevas lenguas y culturas; que esos dos años fuera de casa no solo le han válido para divertirse y hablar 3 lenguas, sino que también le han aportado mucha soledad y sacrificio; que nada más volver a casa busco trabajo al tiempo que lo compaginaba con su Proyecto Fin de Carrera; y ahora, después de haber pasado por 4 prácticas donde le pagaban nada, a excepción de la última, 80€ al mes, por fin ha conseguido un puesto como becario con un sueldo de 700€ al mes. Obviamente, insuficientes para ayudar a sus padres, y relajar el cinturón que los aprieta (como a todos) en los tiempos que corren.

Yo, a diferencia de ustedes, no vengo de esa generación que tardó 40 años en deshacerse de la dictadura; que vio crecer este sistema injusto, donde los ricos roban a los pobres con total impunidad; que votó a partidos corruptos y déspotas; que prestaban más atención al fútbol que al devenir de sus hijos y nietos; y que ahora, encima, se queja con la llegada de las vacas flacas diciendo "los jóvenes no hacen nada por cambiar esto".

Yo en su lugar, después de toda mi vida estudiando y preparándome para el presente, lo veo ahora más negro que nunca: con manifestaciones todas las semanas (de las que participo para "lograr un cambio", como tanto apelan desde su sofá), huelgas de metro, autobús y tren cada dos por tres; poca esperanza de trabajo; y un mundo tan contaminado que un paseo por la calle consigue reducir tus años de vida más que el tabaco.

Por no hablar del futuro. El futuro al que me atengo señor@s desafortunados, no contempla pensión alguna cuando me jubile, ni una sanidad pública digna, ni tasas universitarias adecuadas para la mayoría, ni una gran cobertura farmacéutica caso de caer enfermo, ni ahorros para poder irme de vacaciones con mi familia...

No me gusta que me infravaloren, pero a día de hoy, mucho menos que me consideren un afortunado. Eso es despreciar mis años de esfuerzo y mi valía.

Con todos mis respetos, antes de considerarme un miembro de la Casa Real que nació con un pan bajo el brazo, piensen si alguno de ustedes se cambiaría por la situación que jóvenes como yo estamos viviendo a día de hoy. Incluso con mi gran sueldo de 700€ al mes.

domingo, 17 de marzo de 2013

Sexo y rutina


Acabo de ver Instinto Básico, una de las pelis que me recomendasteis hace una semana. La verdad que me ha encantado, especialmente las escenas de sexo. Muestra su parte más salvaje y carnal. Aquí el sexo tiene fuerza, pasión... eso que en deporte se llama "garra". Ha sido increíble. Nada que ver con el sexo que podemos ver en el porno convencional, donde por mucho que los actores/actrices quieran ir de duros y morbosos, no consiguen el mismo efecto.

La verdad que llevo varios años muy interesado en el mundo del sexo. Como todos, me veo sometido a la presión mediática de buscar y ofrecer el cuerpo a cada momento, pero además, ciertos problemas que tuve en mis inicios sexuales me estimularon para profundizar.

Pienso mucho en sexo. No al cabo de una semana, sino al cabo de un día. Cómo pienso en sexo, lo busco, y al buscarlo, lo encuentro (mayormente porno, desafortunadamente) y eso me genera más pensamientos relacionados con el sexo. Me encuentro en un circulo vicioso (literalmente hablando).

Como digo, cuando comencé a practicar sexo tuve problemas que no me permitían disfrutar ni a mí, ni a mi pareja del acto en su plenitud. Más tarde, cuando solventé esos problemas, se inició mi búsqueda descontrolada del placer. No hablo de acostarme con cada chica que pudiera, tengo un criterio, pero sí follaba cuanto podía, y cuando no podía, me masturbaba sin parar. Desgraciadamente, durante mucho tiempo la masturbación me ha reportado más placer que el sexo compartido. Secuelas de mis complejos pasados.

Hoy me encuentro en ese plan todavía. Me cuesta disfrutar del sexo. Tengo orgasmos sí, pero no consigo una satisfacción profunda, y aquellas veces que lo he conseguido (ya fuera con la masturbación o acompañado) son muy difíciles de repetir. He aumentado la dosis de sexo, pero nada. Lo mío es un problema de calidad, no de cantidad. Y me frustra porque el tiempo que le dedico es valioso y podría utilizarlo en cosas más productivas.

Me di cuenta de esto haces unos meses, y desde entonces me planteé "tomarme un respiro sexual" cuando dejase de salir con alguna chica. Coger unas vacaciones. Quiero que el sexo sea algo especial, y no una costumbre o un hábito inconsciente. Pues bien, el que haya leído las últimas entradas sabrá que ahora estoy en ese momento: terminé de salir con una chica por la que sentía algo más que simple atracción física.

En tres semanas solo puedo decir una cosa: maldita castidad!. Qué complicado es vivir solo, ser joven, tener ordenador y no masturbarse; Qué complicado es salir de fiesta por Madrid y no flirtear con una chica que te mira. Qué complicado es no llamar por teléfono a alguien que sabes estará dispuesto a qué pases la noche en su cama.

En el sexo tántrico existen varias normas encaminadas a mejorar la calidad sexual. Una de ellas es no practicar sexo en un mes, para que cuando el llegué el día elegido, la energía de los amantes sea máxima. Otra, dirigida al hombre, es la de lograr el orgasmo sin llegar a eyacular, para no perder dicha energía y poder seguir practicando sexo durante más tiempo.
Menos mal que no tengo una pareja al que le guste el sexo tántrico, porque tanto la primera norma como la segunda me serían imposibles. Y mejor no pensar si tuviera que seguir ambas.

¿Y vosotros? ¿También habéis sentido alguna vez que vuestro sexo se convertía en rutina y ya no os satisfacía igual? ¿Os habéis planteado alguna vez tomar unas "vacaciones" para aclarar vuestra sexualidad? ¿Algún consejo que podáis darme?

miércoles, 13 de marzo de 2013

Trabajo de oficina


Hoy me ha tocado quedarme 3 horas más en el trabajo. Y me ha dado que pensar.

Por un lado estoy contento, ya que me están dando mucho trabajo los jefes y eso puede traducirse como una muestra de confianza. El día anterior incluso, se acercó el jefe de departamento para felicitarnos por nuestra labor estas 3 semanas iniciales. Fue un gesto a los 3 becarios que estamos, pero yo me lo tomé doblemente bien, porque de momento es a mí es al que más llaman para dar trabajo.

Sin embargo, todo tiene desventajas: espero que comiencen frenar el ritmo porque estoy comenzando a estresarme. No solo por la cantidad de documentos e informes que me piden actualizar y escribir cada día, sino también por el mismo hecho de ser un trabajo burocrático para el cuál he de utilizar el ordenador. Puede parecer paradójico para alguien que tiene un blog en Internet, pero yo y los ordenadores (u otros cachivaches electrónicos) no nos llevamos muy bien.

Cada mañana me cabreo 50 veces por culpa del Excel, la impresora o Internet. No soporto que una tarea simple y automática no sea realizada a la perfección por una máquina. ¿Para eso debieran de servir, no?

Además, me resulta agobiante el ambiente de oficina, con los teléfonos sonando, dedos corriendo por el teclado, el calor de los ordenador, de la impresora, el pitido del fax... y los ojos pegados a la pantalla. No sé. Me pregunto si mi tensión se calmará cuando pasen los días y me acostumbre al ritmo y lugar de trabajo, o es que quizás no estoy hecho para trabajar en oficina.

Encima, por culpa de la reunión a la que he tenido que quedarme por la tarde, en la cuál apenas me he enterado de nada, me he perdido el último día del ciclo de cine y sexualidad al que estaba asistiendo en la universidad :(

No quiero tirar la toalla. La gente en general es muy simpática y trabajadora, ambas cosas, muy positivas para mí. Y pienso que puedo aprender muchas actitudes, no solo técnicas, sino también emocionales, a la hora de trabajar en grupo gestionando información y datos. Por no hablar de lo bien que me viene el pequeño sueldo que gano.

Quien sabe, tal vez un día todo esto me haga falta.

sábado, 9 de marzo de 2013

Lluvia y latidos


Hoy he despertado a las 7h. El despertador estaba colocado a las 9h pero inconscientemente me he adelantado. Imagino será por la costumbre que he cogido el resto de los días.

Estaba soñando y de repente los protagonistas del mismo, en lugar de hablar entre sí, me hablaban a mí. Me obligaban a darme cuenta que todo era un sueño, que estaba durmiendo y tocaba despertarse. Intenté hacerles entrar en razón, diciéndoles que probablemente era muy temprano todavía, que podían continuar con sus aventuras; por mí no tenían que molestarse. Pero nada. Al final no me ha quedado otro remedio que abrir los ojos y mirar el despertador.

Al ver que eran las 7h, me he dado la vuelta de nuevo... No podía dormir, así que me puesto a escuchar la lluvia. Al son de las gotas iban y venían pensamientos de todo tipo. No me apetecía llenar la cabeza de cosas como hago todas las mañanas, así que me puesto a respirar.

Tras unos minutos, me he puesto de costado, con la oreja pegada a la almohada, para escuchar el corazón. Latía lento, y ralentizaba más a medida que yo respiraba hondo y despacio. Durante unos segundos me he estirado, y rápidamente se ha revolucionado. Pero luego otra vez se ha relajado con un par de respiraciones.

Mis pensamientos, la lluvia, y mis latidos, me han llevado a asociar lo ocurrido estas últimas semanas.

Hace 2 semanas escribía sobre el dolor y la decepción que sufrí tras despedirme de Ella. Hoy ya no siento ese dolor. Parece que han pasado meses desde la última vez que nos vimos, cuando solo han transcurrido 3 semanas.

Solo 2 semanas es lo que llevo en el trabajo, y ya comienzo a sentir monotonía en la tareas que me encargan; También orgullo de ganar mi propio sueldo por supuesto (aunque sea pequeño).

Son 3 semanas que no veo a mis amigos, ahora que más lo necesito. De ahí mis silencios y reflexiones (sumado el hecho de vivir "solo", y haberme distanciado de otras personas).

En 3 semanas he hecho deporte 6 días, cuando antes hubieran sido 12 días mínimo. Yo que tanto tiempo dedicaba a la condición física, evadiéndome del estrés (e inconscientemente alimentando el ego), ahora por falta de tiempo, o interés en otras cosas, he reducido mi dedicación.

Esta claro que estoy pasando por un período de limpieza. La lluvia ha llegado como tsunami barriendo mi Yo del pasado. Ya no me relaciono con las mismas personas, no trabajo/estudió lo mismo, no dedico tanto tiempo a actividades que antes tenían mucha importancia... Ahora leo más, escribo más, escucho más...y hablo menos. La lluvia ha limpiado de mí los restos de un cercano pasado que tapaba la materia de la que estoy hecho. Me está desnudando para exponerme a nuevas personas, experiencias y conocimientos.

Como mi corazón, siento en mi interior el latido de diferentes cosas, aunque no me pare a escucharlas por la mañana. Late el miedo al fracaso, la frustración que me produce las dificultades para aprender, la ilusión de mis sueños, la lucha por un cambio, la curiosidad que me empuja, el ego que constantemente me mide frente a los demás... A veces, las circunstancias me dan un estirón y algunas de esas cosas se revolucionan haciéndose casi con todo el espacio de mi cuerpo, pero pronto, si respiro profundamente, me doy cuenta que vuelven a su sitio dejando paso al resto de "corazones".

Es maravilloso despertar temprano, escuchar la lluvia, el corazón. Desayunar despacio, y al abrir la ventana, encontrarte un cielo limpio iluminado por el sol. Hasta he dejado de sentirme raro con el nuevo corte de pelo :P

martes, 5 de marzo de 2013

Ciclo de cine sobre la sexualidad

Uno de los temas sociales que más me interesan es la sexualidad. No solo me despierta curiosidad por interés personal, sino también por el gran desconocimiento que en general poseemos la sociedad española. Esto último no lo digo yo unicamente. Continúa siendo un campo tabú y lleno de prejuicios.

Ayer comencé un seminario en la Universidad Autónoma de Madrid llamado “Cuando la sexualidad habita el cine”. Un ciclo de películas que tratan de explicar cómo se ha vivido y se vive la sexualidad en nuestro país.
Tanto ayer como hoy le ha tocado el turno a la sexualidad femenina en el pasado. El primer día vimos la película “De tu ventana a la mía”, de Patricia Ortiz.. Me encantó. Si bien se hizo un tanto pesado la presentación de los ponentes y organizadores del ciclo de cine, y yo esperaba películas donde el sexo estuviera de manera más explícita, la película no deja indiferente a nadie: relata la historia de tres mujeres de diferentes edades (una chica de 19-20 años, una mujer de mediana edad, y otra pasados los 50 años) en diferentes períodos (1920, posguerra, y período de la Transición respectivamente) y su manera de vivir el amor, la sexualidad, y la soledad.

Hoy ha tocado el turno a un documental llamado “Memoria y sexualidad de las mujeres bajo el franquismo” de Raquel Osborne. Como su nombre indica, esta pieza ahonda de manera más certera en el contexto socio-político de aquellos años, y su influencia en la manera de expresar la sexualidad por parte de las mujeres.

Al final de cada uno de los filmes, tiene lugar un pequeño debate con el/la director@, y aunque sentía deseos de participar la vergüenza me ha cohibido ambos días. Mañana me he propuesto dialogar en público cueste lo que cueste. No debo acomplejarme por lo que los demás puedan pensar de mis opiniones, o dejar que el miedo a hablar en público me acelere el corazón, me produzca tartamudeos, o me haga sudar las manos. Especialmente me molesta que me ocurra a mí, yo que soy tan hablador y me jacto de haber participado en otros debates, conferencias o exposiciones.

La semana que viene acabará el seminario y tendremos que realizar un pequeño ensayo de 2-3 páginas tocando el tema de la sexualidad. Si puede ser, analizando las películas, o alguna de ellas, que están siendo mostradas durante el ciclo.

He pensado hablar de la presión estética y sexual a la que nos vemos sometidos hoy en día, y/o la concepción de las relaciones abiertas. El conflicto de los sentimientos generan en estos nuevos modelos de pareja, y el papel del ego.

¿Qué os parece?

domingo, 3 de marzo de 2013

Silencio


Llevo unos días en los que abunda el silencio. Un silencio que da miedo, permisivo con la soledad. Me produce profundas reflexiones sobre mí y mis seres queridos, valorando mi mundo y con quien lo comparto.

Siento como aquellos que han experimentado conmigo fines de semana y risas, se encuentran ahora a mil km de distancia de mi corazón. Ya no cuento con su tiempo como antes.

He despertado, y trato de no sentirme mal con quienes solo veo en fiestas, o quienes dejan de quedar porque surgió algo/alguien mejor. Ahora que me encuentro débil para bailar y beber toda la noche, o les surgieron nuevas compañías, da la casualidad que me invade el silencio. Justo ahora llega su invasión, cuando más desprotegido me encuentro. Parece una trampa.

No es fácil ignorar la indiferencia de tus allegados. Especialmente cuando aún quieres compartir los días con ellos. Sin embargo, resulta más difícil reconocer a los que sí me brindan su brazo y compañía.

Allí en las islas, donde a pesar de la distancia, me inundan con sus palabras de afecto y ánimo como si fueran una nube de algodón, se encuentran mis padres. No nos vemos muchos, pero hablamos y escuchamos todo lo que tengamos que decir. Una pena no poder compartir imágenes o caricias. Una lástima no compartir este silencio.

Mi amigo el silencio, que me revela la que fue siempre mi compañera: la soledad. El silencio, que me daña con las verdades todavía inconfesables. Es él quien me reta a seguir por el camino correcto y tirar la venda de mis ojos.

Dice que me centre en mis sueños sin hacer caso de preocupaciones absurdas. Me señala aquellas personas que verdaderamente están cuando las necesito. Me da el espacio que preciso para no cegarme en este mundo convulso de mil sonidos e imágenes por segundos.

Me hace recordar los tiempos en los que era niño y jugaba al fútbol en la calle. Los días en los que navegué por el Amazonas con el torso al aire, chocando mi torso con el sol del atardecer. El aire frío de Suecia, que golpeaba mi cesta cargada de setas y manzanas. La luna llena, celosa de las estrellas en el cielo de La Palma.

El silencio. Llega sin aviso y siempre consigue asustarme. Me abraza a pesar de mis esfuerzos por librarme de él. Me moja de su soledad, tan fría e incomoda. Hasta que al final me siento cómodo al calentar dicha sensación, y convertirla en una intimidad inspirara en el sentir de la libertad.

El silencio. Ese amigo fiel que nunca me abandona.