Noche de jueves que acaba en borrachera y vuelta a casa de la mano de mí mismo. Ya no te encuentro ni me dejo verte, porque solo conseguía que las penas me impidiesen seguir por mi camino.
Me cargo de nostalgias y ando con el paso de un mendigo ambulante. Las calles de Sao Paulo me dicen "¿dónde vas?" y yo respondo con el dedo señalando al cielo. Las nubes sopesan dejar caer su lluvia sobre mí, y yo les pido que esperen a mi llave, llegar a su cerradura. Ya es suficiente acompañarse de un alma errante y de unos labios fríos de soledad.
La mañana me grita desde lejos para empezar una nueva jornada, le digo que se marche, la resaca me dio el día libre. Levanto con el cuerpo roto y la mente sucia. Mi cuarto aparece tras una semana de desorden y con el calor previo a la tempestad...vuelvo la cara hacia la almohada empapado de vergüenza.
Miro facebook, tuenti, twiter, hotmail, gmail... y nada me desquita de este tedio. Preparo mi mochila para el trabajo que voy a llevar cabo durante el fin de semana. Recuerdo entonces que no tengo saco de dormir, así que me tocará echarme sobre unas toallas y unas mantas que encontré en el armario. Estilo masai, pienso. Vienen después, las críticas recibidas ayer por aquellos que suponen mi trabajo en la favela inservible, y en ese momento... suena el trueno de las nubes, y mi habitación queda a oscuras a las 3 de la tarde. Solo iluminada por la retina que vigilan estas palabras.
Mi corazón pide un abrazo, y yo le digo que aguante un poco más. Una vez más. Mi orgullo me reprocha haber caído de nuevo en la tristeza, y yo le pido una tregua. Un descanso en la dieta de la cara feliz y la espalda recta. Menguada. Quedo menguada mi luna llena de este día mágico, 11-11-2011, del que ya avisaron bajaría la energía que a todos mueve... Aquí esa energía es barrida por una lluvia tropical que ya me habla de futuras despedidas y lagrimas en los ojos.
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