Tras las concentraciones en las plazas, en las calles, pidiendo transparencia y eliminación de ostentosos privilegios entre la clase política, pidiendo una verdadera democracia, he leído que algunos piensan ya en el fin de este acontecimiento.
Tras haber sido golpeados por la policía, una policía que no tiene en cuenta su deber, defender al pueblo y las normas que ellos quieren para sí en vez de, obedecer a los políticos que usan normas y poder a su conveniencia para acallar la verdad, he leído que algunos tiran la toalla, o que gritan por el cambio de sentido en nuestras protestas. Sugieren usar la nuestra violencia contra los que nos reprimen.
Tras haber sido insultados por medios de comunicación que preferían acusar desde su sillón a los Indignados, en vez de acercarse a "aquellos radicales" y ver de primera mano lo que dicen y si realmente son radicales en vez de ciudadanos normales, con críticas comunes y lógicas, he leído que algunos claman por dormir este movimiento social y dejadlo pasar por nuestra historia.
Tras haber sufrido una pequeña frustración con los últimos resultados electorales, en los que no obstante, el bipartidismo bajó, y el pueblo alzó su voz, he leído como algunos ya presagian el desinterés de los mismos manifestantes por seguir Indignándose.
Yo no quiero ser dormido. Ni usar medios represivos contra los que me manifiesto ni contra el que me oprime. Ni desinteresarme por la situación política de mi país (una situación que queramos o no, nos afecta, es parte de nuestra vida) solo porque no es fácil conseguir mi objetivo.
Yo quiero seguir batallando, y sacar adonde vaya la bandera de mis ideales. Admito que, la guerra no se gana en un solo escenario, y por tanto, aquellos Indignados que tienen presente, que solo con el conjunto del pueblo y la mayoría se puede vencer, sabrán que el movimiento debe expandirse más allá de lo que nuestros difamadores piensan.
Sí, pienso es tiempo de cambiar de táctica. Creo es hora de desmantelar las acampadas y dejar libre las vías públicas. Creo a su vez que hay que seguir manteniendo asambleas frecuentes, en torno a lo que pensamos y a lo que creemos se debe cambiar. Hablar de ello como hablamos del futbol u otros tópicos de nuestra vida diaria. Eso es, que en vez de hablar de la crisis y lo que nos joden los de arriba, hablemos de que podemos hacer para pararla y pararlos. Ya hemos dado un toque de atención en las plazas, a los políticos y a la gente sentada en su sofá viéndonos por televisión, toca ahora que llevemos el debate a otros escenarios, que sea un debate omnipresente. Mostremos a los políticos que no solo somos capaces de ocupar una plaza importante, sino también de llevar la "plaza" a todos los lugares cada vez que se pide colaboración ciudadana. Y si no nos escuchan o no nos quieren escuchar, volver a manifestarse con la medida que queremos llevar adelante, grabada en la frente. Bien clara y grande para sus ojos.
Que nos golpeen, que nos calumnien, y nos insulten, pero que no puedan decir que vuelven a tener el control sobre nuestra voz, y que no sabemos nada sobre lo que deseamos y queremos cambiar.
Cuando el pueblo habla, el político calla. Aquí el jefe, somos nosotros.