Hoy, al acabar el día nos ha reunido la jefa del proyecto. No nos ha sorprendido que tras un duro de día trabajo, quisiera reunirse con nosotros antes de que nos vayamos a cenar y a descansar. Lo que sí me ha sorprendido ha sido su actitud positiva frente a las adversidades. Nada común en ella.
Entre nosotros, nos referimos a ella por el apodo de "la patrona". El apodo se lo ha ganado a pulso ya que se comunica con nosotros generalmente de forma intransigente y unidireccional. Cuando existe un desacuerdo, su respuesta es sentenciadora y casi amenazante. No da cabida a la negociación por mucho que la lógica y los indicadores de la actividad que llevamos a cabo le nieguen la razón. Es una persona con un carácter muy dominante, de la que no dudo se pueda confiar a la hora de resolver problemas de tipo técnico o logístico, pero que carece de las habilidades sociales para, en mi opinión, dirigir equipos.
Sin embargo hoy en la reunión me ha sorprendido: era obvio que el esquema que teníamos planificado para los participantes de nuestro proyecto se encontraba algo estancado en ciertos puntos y eso le molestaba. Todos esperábamos que embistiera contra aquellos responsables de las áreas en las que el proyecto se había retrasado, pero, a pesar de ser obvia su molestia, centró su atención en los próximos pasos a seguir para resolver la situación. Solo había dos o tres opciones: retrasar el desarrollo de otras áreas en pro del área menos trabajada, o continuar con nuestro esquema a sabiendas de que una de las áreas no se había desarrollado en su plenitud, o una tercera opción mixta.
Lo que me sorprendió no fue solo el hecho de que no embistiera contra los responsables del área retrasada, sino que además contase con la opinión de todos nosotros, el staff, para decidir qué opción tomar respecto al problema. Para mayor sorpresa, luego ha venido a cenar con nosotros de forma amena y sociable.
Tras este hecho algunos hemos comenzado a discutir cuales serían las razones de la patrona para haberse comportado de forma tan receptiva y crítica frente al problema planteado, ya que todos nos esperábamos una respuesta menos considerada y más abrupta. Unos dicen que estará madurando. Otros que está cansada y sin ganas de pelea. Otros que siendo nuestra ultima semana de proyecto, no quiere sentar malas energías antes de despedirnos... A mí me gustaría optar por el primer caso: mi jefa está madurando y ya no quiere ser patrona. Quiere ser una líder en la que se pueda confiar y trabajar codo a codo.
Quiero creer que las personas pueden cambiar, por mucho que nuestra genética e historia personal nos haya llevado a desarrollar actitudes poco constructivas. Podemos cambiar.
Entre nosotros, nos referimos a ella por el apodo de "la patrona". El apodo se lo ha ganado a pulso ya que se comunica con nosotros generalmente de forma intransigente y unidireccional. Cuando existe un desacuerdo, su respuesta es sentenciadora y casi amenazante. No da cabida a la negociación por mucho que la lógica y los indicadores de la actividad que llevamos a cabo le nieguen la razón. Es una persona con un carácter muy dominante, de la que no dudo se pueda confiar a la hora de resolver problemas de tipo técnico o logístico, pero que carece de las habilidades sociales para, en mi opinión, dirigir equipos.
Sin embargo hoy en la reunión me ha sorprendido: era obvio que el esquema que teníamos planificado para los participantes de nuestro proyecto se encontraba algo estancado en ciertos puntos y eso le molestaba. Todos esperábamos que embistiera contra aquellos responsables de las áreas en las que el proyecto se había retrasado, pero, a pesar de ser obvia su molestia, centró su atención en los próximos pasos a seguir para resolver la situación. Solo había dos o tres opciones: retrasar el desarrollo de otras áreas en pro del área menos trabajada, o continuar con nuestro esquema a sabiendas de que una de las áreas no se había desarrollado en su plenitud, o una tercera opción mixta.
Fuente: www.pqs.pe |
Tras este hecho algunos hemos comenzado a discutir cuales serían las razones de la patrona para haberse comportado de forma tan receptiva y crítica frente al problema planteado, ya que todos nos esperábamos una respuesta menos considerada y más abrupta. Unos dicen que estará madurando. Otros que está cansada y sin ganas de pelea. Otros que siendo nuestra ultima semana de proyecto, no quiere sentar malas energías antes de despedirnos... A mí me gustaría optar por el primer caso: mi jefa está madurando y ya no quiere ser patrona. Quiere ser una líder en la que se pueda confiar y trabajar codo a codo.
Quiero creer que las personas pueden cambiar, por mucho que nuestra genética e historia personal nos haya llevado a desarrollar actitudes poco constructivas. Podemos cambiar.
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