Foto tomada por mi compi de viaje Diego en Ubud, Bali (Indonesia) el pasado diciembre. |
Siempre que
retomo el blog tras un período largo sin escribir miro cuál y cuando fue la
última entrada. Pero esta vez me va a dar igual. No me voy a reprochar nada.
Así sin más, retomo donde lo dejé.
Y es que parece
que es así como funcionan las cosas: van y vienen si pedirnos permiso o seguir
un patrón determinado. Cierto que muchas veces decimos aquello de “las cosas
ocurren cuando tienen que ocurrir”, pero a mí la verdad que me pillan por
sorpresa normalmente y caigo en la cuenta de esa cita religiosa una vez que ya
estoy metido de lleno en una nueva relación, trabajo, accidente, operación…
Continúo aquí en
Birmania, como profe de ciencias para alumnos de sexto de primaria. En estos
ocho meses me he dado cuenta que me gusta mucho la enseñanza, pero no la
enseñanza convencional que aprendí y que la mayor parte de profes impartimos. También,
en estos ocho meses he comenzado una relación con una chica que me quiere mucho
pero que justo me ha pillado en el punto de mi vida donde decidí que las
relaciones de pareja convencionales, o exclusivas, no eran para mí. Pobre
chica, toda mi vida buscando alguien como ella, y cuando decido dar el cambio
ella va y me conoce.
En estos ocho
meses me he dado cuenta que el sureste asiático puede que no esté mal, pero yo
sigo enamorado de África. Esa pasión no la mato. He leído mucho sobre la
historia de Birmania, Aung San Suu Kyi, y budismo, tratando de impregnarme todo lo que podía del
país donde resido, pero nada. Lo que me llena la cabeza son los acontecimientos
que suceden en el continente negro.
A veces me
pregunto si soy cabezón. Si mi problema no es solo la falta de paciencia y la
insistencia en mis maneras y opiniones, sino también el empeño que le pongo a
todo lo que pienso y hago. Tras mucho negar tal teoría por parte de mis amigos
y familia, voy a sorprenderles: les voy a dar la razón: me gusta salirme con la
mía. Cuando me propongo algo, o me decido por algo, trato de llevarlo a raja
tabla. No por falta de imaginación, opciones, o humildad, sino porque de verdad
creo que aquello que pienso es lo correcto. Por tanto, no os ofendáis cuando
discutamos algo y no me dé por vencido. Me comporto así no por orgullo sino por
ignorancia.
En estos ocho
meses me he dado cuenta que puedo ser más flexible. Las personas no tenemos que
ser siempre como hemos sido. Eso de “soy como soy y si no te gusta te marchas” no
te lleva muy lejos. No es que tengamos que dar por vencidos nuestros objetivos
o carácter, pero hemos de darnos cuenta que aspectos de nuestra personalidad
hemos de trabajar y expresar más para ser unas personas más equilibradas. Algo que podemos hacer sea el momento que sea, sin mayor premeditación.
Cuando ves que
las personas tratan de mejorarse a sí mismas día a día y no se empecinan y
apegan a hábitos ignorantes es un placer que resulta inspirador.
Sinceramente, yo
me alegraba mucho cuando alguien comenzaba una costumbre que yo ya practicaba,
o cuando cambiaba de opinión y se acercaba a mi postura. Pero eso era antes.
Ahora os doy la razón. No todos tenemos que cambiar de opinión o rutina al
mismo tiempo o siguiendo los mismos pasos.
En estos ocho
meses me temo que “el soy como soy” me ha dejado. Y me dejó así sin más. Sin
avisar ni reprochar. Básicamente, porque aprendí que ocho meses son todo y nada
cuando de tomar decisiones se trata.
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