Chicas somalíes. Fuente: www.intramed.net |
Como hablaba en la entrada anterior,
aquí la represión sexual y la distancia entre géneros es muy
fuerte. La verdad que no llego a entenderlo, porque en teoría está
distancia entre hombres y mujeres es para evitar la lujuria y el
erotismo, promoviendo el trabajo y valores morales, y al final creo
que se consigue todo lo contrario.
La escuela donde estoy es un centro de
educación secundaria. Es decir, todos los estudiantes están entre
los 12 y los 19 años. Mi opinión es que casi parece imposible
controlar la picardía y la curiosidad hacia el sexo que uno
experimenta en ese tramo de tu vida unicamente con represión y
castigos. Incluso aquí, donde el sentimiento de culpabilidad es tan
fuerte que una chica puede ponerse a llorar si la descubres sin el
velo, existe el flirteo.
Cada día puedo sentir las miradas de
las alumnas en algunos de nosotros, sus profesores. El interés no
camina solo en nuestra dirección, pues nosotros los profesores
tampoco podemos evitar seguir el juego de miradas de vez en cuando, y
hasta soltar alguna indirecta cuando “no hay moros en la costa”.
A mí me gustaría evitar este tipo de situaciones, pero confieso
abiertamente que desde que llegué aquí mi deseo sexual se ha visto
incrementado por este clima de misterio, prohibición, y al mismo
tiempo por las miradas que “te invitan a pecar”.
A veces vuelvo a casa, o entro en la
oficina y me culpó por haberle sonreído a aquella alumna de último
grado que no paraba de mirar mis pantalones. O me exijo ser más
estricto cuando una alumna me pide le haga un paso de baile (la
música en el Islam no está bien vista, de hecho en muchos lugares
está prohibida, y nunca pueden las mujeres bailar con los hombres) y
no ceder ante su curiosidad.
Sin embargo luego lo pienso mejor: es
inevitable que estas cosas sucedan. Ellas, y ellos, están en la edad
de descubrir su cuerpo y el de los demás, y nosotros los profesores,
la mayor parte rondando los 25 años y por tanto sexualmente activos
(o muy activos), venimos de lugares donde el erotismo y el contacto
entre géneros es pan de cada día.
Espero no cruzar el límite, y no crear
ningún problema a nadie en estos juegos que alumn@s y profesores nos
traemos entre manos. Porque si el castigo es muy severo para aquellos
estudiantes que sean “pillados” haciendo cosas que no deben
(cualquier contacto físico, incluido agarrarse de la mano; o
simplemente flirtear en público) mucho peor es si sucede entre
estudiantes y maestr@s. Me contaron que
hace un año, uno de los profesores (blanco) metió en su casa
(dentro de la escuela), a una chica somalí de la ciudad (no
estudiante), y los soldados que nos guardan llamaron a la policía.
Lo tuvieron en prisión durante semanas. ¿Qué pasaría si un
profesor (blanco) es pillado con una alumna somalí?
Hago la distinción entre profesores
blancos y negros, porque luego hay mucha hipocresía. Tanta norma
para luego ver al profesor de Lengua Somalí (somalí) yéndose con
diferentes alumnas por la noche a la mezquita. No van a rezar,
aclaro. Una vez que los descubrí, se separaron en seguida y sacaron
el móvil como si el encuentro hubiera sido fortuito mientras
llamaban a alguien.
Como digo, trataré de no cometer
ninguna torpeza. Sobretodo ahora que soy el profe más nuevo, de los
más jóvenes, y por ello causo más curiosidad entre las alumnas.
Todas las noches no puedo evitar ir donde sé que están todas las
alumnas, porque siento esa necesidad de energía femenina que tenía
suplida en Madrid. Eso no es malo, pero el hecho de ir allí, me
convierte en blanco del pecado.
Uff... no quisiera estar en tu pellejo! :D
ResponderEliminarjeje tratare de mantenerme firme, luego en julio cuando viaje podré desquitarme xD
Eliminar;)
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