viernes, 14 de agosto de 2015

La traicion de la virgen

Fuente: www.aprenderahacer.eu
Hace tres horas he despedido en la puerta de mi casa a una chica birmana que ha pasado la noche en mi habitación. En apenas 6 horas he pasado de sentirme como un caballero, a sentirme como un desgraciado.

La historia comienza ayer cuando salí de fiesta con un par de amigos. Mientras estábamos en los bares iniciando la noche, la conversación de siempre: chicas y sexo. Desde que salí de Madrid para ir a Somalia (en abril de 2014), he tenido sexo únicamente en Kenia con aquella chica de la que me enamoré y escribí varios posts. Desde marzo de este año, nada de nada. En plena “sequía sexual” desde entonces. Os podréis imaginar cómo me siento.

Aquí en Birmania en seguida me di cuenta que con las chicas locales sería muy difícil. Primero porque no hablan bien inglés, no pudiéndome comunicar. Segundo porque la mayor parte de ellas no salen más allá de las 22h: está mal visto (para los hombres por supuesto hay libertad de hacer lo que quieran: machismo puro y duro). Tercero porque hablan mal de las chicas locales si las ven con extranjeros, lo que hace más difícil que te acepten. Y por último, por la tremenda prostitución orientada al “blanco”, así que no sabes si la chica es “normal o profesional”.

Generalmente, un blanco con una birmana significa interés sexual-monetario. Un prejuicio que se alimenta a sí mismo. Similar a lo que viví en África y Latino América. Así, las únicas opciones parecían ser conocer otras extranjeras, o birmanas que han estudiado o vivido en el extranjero y tienen la mente más abierta sin preocuparse o seguir los prejuicios/patrones sociales.

Volviendo a la chica que pasó la noche en mi casa, la conocí en la discoteca. Estaba bailando y noté que me miraba. Ella estaba con una amiga. Se acerco para bailar conmigo. En seguida me di cuenta que no hablaba bien inglés, pero le di una oportunidad al momento. Bailamos un rato y luego me fui. Estuve con mis amigos, tratamos de conocer algunas chicas, bailé… y tras un rato decidimos marcharnos. Me la encontré de nuevo cuando ya me iba, y entre ella y su amiga me dijeron que yo le gustaba y quería venir conmigo a casa. No era muy atractiva, y sabia que no podría hablar mucho con ella, pero mi situación sexual empujaba fuerte. Mi amigo me previno diciendo que podían ser prostitutas y eso me asustó. Quise despejar esa duda pero no quería faltarle el respeto preguntándola directamente si era prostituta. “Dejé caer” que yo solo iba a pagar el taxi de ida a casa. Se lo dije a ella, y a su amiga. Ambas parecieron entender. Repetí que yo no iba a pagar por nada más. Ellas asintieron. Así que trate de no preocuparme más.

Una vez en mi casa, comencé a besarle y me dijo que era virgen. No me lo podía creer: ¿quería romper su virginidad con un desconocido? Yo nunca había estado con una virgen, pero siempre me dije que llegada la situación trataría de hacerlo de la manera más especial y gentil posible. La dije que no se preocupara, tanto si quería hacerlo como si no, yo me encontraba bien con ella. Dijo que sí quería hacerlo, pero se la veía nerviosa. Fui muy despacio, besándola y acariciándola por todos lados, tratando de excitarla al máximo antes de nada. Pero la notaba tensa, y ella sintió como yo así lo notaba. Un ciclo vicioso que empeoraba la situación. Paré varias veces, comenzaba otra vez, y cada vez que bajaba mis manos a su pubis, ella cerraba las piernas bruscamente y me frenaba. Por mi no había problema de no hacer nada, y así se lo hice ver. Pero eso ella tampoco le gustaba. Fue al baño, volvió, me pidió que apagara las luces, y comenzó a besarme. Se notaba que había venido decidida a hacerlo. Ella no tenía experiencia ninguna, pero parecía determinada a romper su virginidad conmigo esa noche.

Esta vez, tras un par de besos y caricias, se puso encima de mí y comenzó a frotar mi miembro (no sé bien cómo llamarlo; polla suena como muy fuerte, y pene como muy médico xD). Yo sabía que ella no estaba todavía preparada: todavía no estaba muy mojada, y la notaba muy cerrada. Le dio igual, puso mi miembro en posición y trato de metérsela. Falta de decir que con menos de la mitad dentro su cara expresaba dolor. No sé si hubiera sido mejor haber continuado hasta dentro del todo, o al menos intentarlo poco a poco, pero en cuanto vi que la dolía, me salí fuera. Ni ella ni yo disfrutamos, claro, pero tampoco es cuestión de forzar las cosas. Trate de enseñarla como tocarme, y que me dejara tocarla, pero la noté desilusionada. No la culpó. Creo que quería darme placer, pero no sabía cómo. Acabé por correrme en una paja mal hecha entre ambos. Fingí un orgasmo brutal mientras me corría, y pareció que eso la alegró. Luego se quedó dormida en mi pecho. Inocente chica, pensé. Solo nos llevábamos 3 años.

Hasta ahí más o menos bien. Me sentí bien conmigo mismo porque pensaba que para ser su primera vez con alguien lo importante no era follar, sino tocar y disfrutar de otro tipo de sexo más suave. Hacerla ver que somos nosotros quien ponemos ritmo al sexo, y no al contrario.

Pero por la mañana todo cambió. Nos despertamos, y la pregunté si quería intentarlo de nuevo (yo andaba cachondo perdido, claro). Me dijo que no, y no insistí. Se duchó, la expliqué como volver a su barrio desde mi casa mientras cogía las llaves para abrirla la puerta. Cuando abro la puerta de mi cuarto me para y me pregunta, ¿qué hay del dinero? :O Entré en shock: ¿Qué dinero? ¿Pero qué estás diciendo? te dije que yo no pagaba por sexo, que esto lo hacíamos porque los dos queríamos! Me puse enfermo solo de pensar que ella podía ser una prostituta, y esta había sido su primera vez, y yo su primer cliente. El asco que me dan los hombres que van a los clubs para pagar por chicas se volvió contra mí. Se puso a decirme que quería dinero para el taxi, pero cuando me dijo cuanto quería yo sabía que eso era lo suficiente para pagar dos o tres taxis. La dije que ni de broma, que como mucho la daba el dinero para el bus. Casi se pone a llorar. Se veía que estaba igual de decepcionada que yo. Ninguno esperaba lo que estaba ocurriendo. La repetí lo que le había dicho a ella y a su amiga la noche anterior, no quise ni siquiera mencionar el hecho de que no habíamos podido follar de lo tensa que estaba por perder su virginidad (y tal vez incluso por prostituirse por primera vez). No parecía comprenderme. Comenzó a bajarme el dinero que necesitaba para volver a casa. De los 10$ originales, bajo a 5$, luego a 4$, y por último a 2$. Yo no me podía creer la situación en la que estaba. De pensar hacía unas horas que la estaba haciendo un favor a esta pobre chica en su primer acto sexual, a notar que podía haber contratado a una prostituta. Creo que ella también se dio cuenta de mi desconcierto, y me dijo que la diera 2$ para volver a casa y luego me lo pagaría de vuelta. El dinero no me importaba, pero me jodia pensar que podía estar pagando por sexo. Al mismo tiempo sabia que ella no tenía dinero para volver a casa y eso era un problema mayor. Así que le di el dinero refunfuñando y la expliqué de nuevo como llegar a la avenida principal desde mi apartamento.

Llevo toda la mañana sintiéndome como un desgraciado. Todavía no estoy seguro si era o no una prostituta, pero no puedo evitar sentirme culpable por la situación. Pobre chica, y al mismo tiempo, diablo de chica. No me apetece volver a conocer a otra local, a no ser que hable un inglés perfecto y no haya dudas de lo que ambos esperamos del otro. Lo peor es que con toda la gentileza y cuidado que le quise poner al sexo, ni me puse condón cuando ella se la metió, y ahora estoy preocupado por las ETS. Cierto que en teoría ella era virgen, no parecía en modo alguna enferma de ningún tipo, y apenas fue medio minuto lo que parte de mi miembro estuvo dentro… pero el riesgo está ahí.

No está claro quien fue más novato de los dos, si ella o yo. Pero está claro que he aprendido mi lección.


lunes, 3 de agosto de 2015

Nuevo comienzo, nuevo país: Myanmar (Birmania)

Mapa geografico de Myanmar/Birmania. Fuente: www.ain-es.org
Abandoné el blog en África del este, y lo retomo en el sureste asiático.

Me encuentro trabajando en Birmania (Myanmar), país que ha permanecido cerrado al ámbito internacional durante décadas bajo una fuerte dictadura militar, y que desde hace apenas 5 años comienza a abrirse en lo político y económico. Las primeras elecciones democráticas nacionales serán este año en noviembre, y en la atmosfera se respira un cambio. Espero no venga acompañado de tormenta.

Hablando de clima, las últimas lluvias de las pasadas semanas han dejado decenas de muertos y centenares de desplazados en las regiones más rurales. Sin embargo, aquí en Yangon, la capital y lugar donde resido, la vida no cambia. Si no fuese por las redes sociales y medios extranjeros ni me hubiera enterado de los desastres que centenares de personas están actualmente sufriendo apenas unas horas de distancia. No quiero imaginar que conocimiento puede tener el resto de la población local que sin buen acceso a internet y sin tradición por informarse en periódicos y otros medios puedan tener sobre lo que le está ocurriendo a sus compatriotas más cercanos.

So, what about me? Desaparecí del blog básicamente por pereza y confusión. Como siempre ocurre cuando he de expresar mis sentimientos e ideas en “papel” se me llena la boca de palabras y al final ya no sé ni lo que cuento. La pereza de resumir y ordenar aquello que me pasaba por la cabeza me ha traído meses sin escribir nada. Y la verdad, comenzaba a echarlo de menos.

Básicamente quiero mantener este espacio donde puedo expresarme sin pedir nada a cambio. Ni soy un escritor famoso que ha de satisfacer a sus lectores, ni soy una persona falta de palabras. Soy un profesor de ciencias que anda en pleno aprendizaje sobre sí mismo y la vida en general. Mi familia y mis amigos, allí lejos en España, obviamente no pueden acompañarme en el camino, y junto con mi lengua materna comienzan a diluirse en el pasado. Pero me niego a que ello ocurra, y gracias a skype, facebook, whatssup… y a este blog, tratare de mantener contacto con mi gente y mi querido idioma español.

Son muchas las cosas que han cambiado dentro de mí en estos pocos meses que dejé de escribir. Cambié Africa por Asia. Islam por budismo. Aridez por humedad. Campo por ciudad. Aunque podría mantener el mismo enfoque “interiorista” que le di al blog anteriormente durante mis estancias en Suecia, Brasil o Somalia, he considerado liderar mis próximos textos describiendo desde un punto de vista más exterior. O lo que sería igual, hablar sobre Birmania a título personal. Pienso que aquello que vivimos es un reflejo de aquello que somos o debemos aprender.

Bienvenid@s pues a una nueva series de posts en relación a mi vida en Birmania. Por primera vez en Asia, y concretamente en el sureste asiático, hablaré sobre mis experiencias en torno a la cultura, la religión, la sexualidad, el trabajo, y la política. Y como no, acerca de mis deseos, sueños y pesadillas.