martes, 13 de mayo de 2014

El pecado sexual comienza a rondar

Chicas somalíes. Fuente: www.intramed.net
Como hablaba en la entrada anterior, aquí la represión sexual y la distancia entre géneros es muy fuerte. La verdad que no llego a entenderlo, porque en teoría está distancia entre hombres y mujeres es para evitar la lujuria y el erotismo, promoviendo el trabajo y valores morales, y al final creo que se consigue todo lo contrario.

La escuela donde estoy es un centro de educación secundaria. Es decir, todos los estudiantes están entre los 12 y los 19 años. Mi opinión es que casi parece imposible controlar la picardía y la curiosidad hacia el sexo que uno experimenta en ese tramo de tu vida unicamente con represión y castigos. Incluso aquí, donde el sentimiento de culpabilidad es tan fuerte que una chica puede ponerse a llorar si la descubres sin el velo, existe el flirteo.

Cada día puedo sentir las miradas de las alumnas en algunos de nosotros, sus profesores. El interés no camina solo en nuestra dirección, pues nosotros los profesores tampoco podemos evitar seguir el juego de miradas de vez en cuando, y hasta soltar alguna indirecta cuando “no hay moros en la costa”. A mí me gustaría evitar este tipo de situaciones, pero confieso abiertamente que desde que llegué aquí mi deseo sexual se ha visto incrementado por este clima de misterio, prohibición, y al mismo tiempo por las miradas que “te invitan a pecar”.

A veces vuelvo a casa, o entro en la oficina y me culpó por haberle sonreído a aquella alumna de último grado que no paraba de mirar mis pantalones. O me exijo ser más estricto cuando una alumna me pide le haga un paso de baile (la música en el Islam no está bien vista, de hecho en muchos lugares está prohibida, y nunca pueden las mujeres bailar con los hombres) y no ceder ante su curiosidad.

Sin embargo luego lo pienso mejor: es inevitable que estas cosas sucedan. Ellas, y ellos, están en la edad de descubrir su cuerpo y el de los demás, y nosotros los profesores, la mayor parte rondando los 25 años y por tanto sexualmente activos (o muy activos), venimos de lugares donde el erotismo y el contacto entre géneros es pan de cada día.

Espero no cruzar el límite, y no crear ningún problema a nadie en estos juegos que alumn@s y profesores nos traemos entre manos. Porque si el castigo es muy severo para aquellos estudiantes que sean “pillados” haciendo cosas que no deben (cualquier contacto físico, incluido agarrarse de la mano; o simplemente flirtear en público) mucho peor es si sucede entre estudiantes y maestr@s. Me contaron que hace un año, uno de los profesores (blanco) metió en su casa (dentro de la escuela), a una chica somalí de la ciudad (no estudiante), y los soldados que nos guardan llamaron a la policía. Lo tuvieron en prisión durante semanas. ¿Qué pasaría si un profesor (blanco) es pillado con una alumna somalí?

Hago la distinción entre profesores blancos y negros, porque luego hay mucha hipocresía. Tanta norma para luego ver al profesor de Lengua Somalí (somalí) yéndose con diferentes alumnas por la noche a la mezquita. No van a rezar, aclaro. Una vez que los descubrí, se separaron en seguida y sacaron el móvil como si el encuentro hubiera sido fortuito mientras llamaban a alguien.


Como digo, trataré de no cometer ninguna torpeza. Sobretodo ahora que soy el profe más nuevo, de los más jóvenes, y por ello causo más curiosidad entre las alumnas. Todas las noches no puedo evitar ir donde sé que están todas las alumnas, porque siento esa necesidad de energía femenina que tenía suplida en Madrid. Eso no es malo, pero el hecho de ir allí, me convierte en blanco del pecado.

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