Justo hoy se cumple un año de mi
vuelta a España tras mi estancia de 5 meses y medio en Brasil. La
mañana del 22 de diciembre me despedía entre lagrimas de una de las
chicas que más me ha marcado en mi vida, y me dirigía hacia el
aeropuerto para finalizar mi experiencia "gringa".
Un día antes había llegado de
Salvador de Bahía. Fue el destino final de un viaje de 18 días que
comenzó en el selva amazónica. Otra cicatriz dulce en mi vida.
Dos meses después partí hacia
Barcelona para vivir otra estancia como estudiante de intercambio.
Allí, a pesar de las dificultades que tuve con la gente de la
universidad, aproveche el tiempo asistiendo a clases de percusión
afrobrasileña, continuándo con la capoeira, y haciendo dos
voluntariados: uno con un adolescente gitano en riesgo de exclusión;
y un segundo con adolescentes africanos llegados solos a nuestros
país, y también en riesgo de exclusión.
En Agosto, me fui solo a La Palma, para
recorrermela andando y reencontrarme conmigo mismo tras dos años
fuera de casa. Otro viaje increíble, que ando describiendo en este
blog poco a poco.
Ayer, mientras estaba en una rave
con amigos de mi universidad madrileña, pensaba en todo esto.
Recuerdos oportunos, ya que no solo se cumplía el aniversario de mi
vuelta a España, sino que hace dos semanas fue también mi
cumpleaños. Recuerdos y más recuerdos que te hacen ver el paso del
tiempo, y los cambios que le siguieron.
Mientras recordaba veía a la gente de
la rave ponerse hasta el culo de pastillas, alcohol, porros...
Hasta mis propios amigos, que nunca antes había visto de esa manera,
andaban con LSD y borrachos. Imaginaos lo que es para alguien, que ni
siquiera toma mucho alcohol, encontrarse en un ambiente así. Ni
siquiera podía bailar aquella música, repetitiva y dura todo el
rato.
Recordé los años, antes de salir de
casa, en los que me encantaba salir "a darlo todo",
emborrachandome y quedándome toda la noche de fiesta. Salía jueves,
viernes y sábado. Acababa con el cuerpo reventado el domingo.
Tras salir de mi casa como estudiante
de intercambio, cambié totalmente de chip. Ayer, cuando veía a
chicos y chicas bailando de manera desordenada y con una sonrisa en
la cara, me veía a mí hace unos años, cuando salir por Madrid se
convertía en un lugar de risas, luces y diversión excedida. En
cambio ahora, veo borrachos, vómitos, peleas, y una búsqueda por el
sexo opuesto denigrante en algunos casos.
No sé cuando me cambié las gafas que
ven la realidad, pero esta claro, que mi realidad ha cambiado. Y no
puedo volver atrás. Lo que antes me divertía, ya no lo hace, por
mucho que quiera "adaptarme" de nuevo, o "disfrutar"
de los ambientes por los que mis amigos salen.
Cuando llegué a casa, a eso de las 8h,
no pude más que quedarme dormido hasta las 16h. Toda la mañana
desaprovechada. Me perdí el desayuno, la luz del sol, el café de
mediodía, y cocinar para el almuerzo. Gané cansancio y frustración.
Me pregunté si estaba haciendo las
cosas como debería. No liga mucho, o nada, la postura aventurera que
he tomado durante los dos últimos años, con mi comportamiento una
vez he vuelto. O aquellos viajes fueron para demostrar algo que no
era, o salir por botellones y raves obedece
a la presión social y al complejo de hacer lo que mis amigos hacen,
para seguir dentro del grupo y no quedarme solo.
....Nuevamente
recordé aquellos viajes y experiencias. Fuí muy feliz. Y eso,
lo dice todo.
Esta
noche llegan mis padres de las islas, y pienso abrazarles y decirles
lo mucho que les quiero. Pienso disfrutar con ellos las navidades.
Pienso disfrutar de mis amigos también, pero de la manera más
sincera. Se acabó eso de hacer aquello que no me gusta, solo por
complacer a mis miedos y complejos sociales.
No se si te molestará un comentario. pero quería decir que me encanta tu conclusiónn final. Bravo por ti :)
ResponderEliminarCómo me va a molestar!! todo lo contrario, me alegro de que estemos de acuerdo ;)
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