viernes, 21 de octubre de 2011

Sin entierro para el funeral: la muerte de ETA

Desde ayer, todos los españoles tenemos un poco más de libertad...ETA finalmente ha declarado el cese definitivo de la violencia.

ETA forma parte de la historia de mí país, sin embargo cuando trato de recordar el momento que claramente fui consciente del problema, que durante años ocupo la primera posición entre las preocupaciones de los españoles (ahora suplantada por el desempleo), llega a mi mente la imagen de Ortega Lara, escuálido y barbudo al ser liberado por la guardia civil de un secuestro que duró 18 meses. Fue prisionero de la ETA en un zulo subterráneo de 3 metros de largo, 1,5 metros de ancho, y 1,8 metros de alto...18 meses... Por qué? por el mismo motivo que hallan (hallaban) los integrantes de la banda terrorista durante sus operaciones: aquel que no piensa como nosotros, que no coopera con nosotros en conseguir aquello que consideramos justo, debe morir y/o pagar por ello.

Ortega Lara era funcionario de prisiones,y contrariamente a lo que muestran las películas americanas, estas personas no llevan armas, ni son unos tíos violentos de 2x3. Son hombres/mujeres que simplemente tienen como objetivo, que la vida dentro de la prisión sea tranquila y ordenada: abren las puertas automáticas de las celdas, conducen a los presos a los patios y cursos, informan de los incidentes, solicitan traslados cuando hay problemas entre presos de un mismo modulo...

Cuando ocurrió el secuestro de Ortega Lara, yo tenía 13 años. Una persona muy cercana a mí es funcionario de prisiones, y aunque ya tenía oído sucesos de la banda terrorista, fue con la imagen de Ortega Lara demacrado por los meses de encierro, cuando caí en la angustia y miedo que envolvía todo el país. Me imagine sin esa persona durante 18 meses, como le ocurrió a la esposa, hijos y demás amigos de Ortega Lara. Me imagine su aspecto demacrado. Su hambre, su sed, su desesperanza e impotencia...
 Dos semanas después, ETA se vengó de la liberación de Ortega Lara, secuestrando a Miguel Ángel Blanco. La manifestación en Madrid pidiendo su liberación y el fin de la violencia, fue la primera de mi vida. Todo acabo 48 horas después con ese joven político atado a un árbol, con dos tiros en la cabeza. La conmoción inundó a toda España, y aquella noche mis lagrimas bañaron la almohada. Aunque muchos lloraron de pena, mis lagrimas de obedecían a una fuerza diferente de la tristeza. Eran lagrimas de miedo. Miedo que sentí por mí, por mis padres, mi hermana, mis amigos... Comencé a tener pesadillas con aquellos tipos vestidos de negro, pañoleta blanca en la cara, y chapela negra sobre la cabeza. Me duraron años esos sueños, en los que mi familia o yo eramos presas de sus secuestros, extorsiones, y asesinatos.

Me alegra saber que ahora, con el cese definitivo de la violencia, la gente (como yo) podrá quitarse el miedo que les tenía atada el alma, especialmente en la provincia del País Vasco. Con ello, no digo ni quiero que el debate sobre la independencia vascuence se evapore. Que permanezca. Que permanezca para todos aquellos que quieran seguir hablando de él. Que saquen su bandera y a través de la palabra comprueben cuánta gente les acompaña en su lucha, y quizás un día, consigan su objetivo. Pero basta ya de hablar de este conflicto como si estuviese motivado por el dominio de esa región. Al mundo internacional que tanto habla de la cooperación entre el grupo terrorista y el gobierno español les digo que: a muchos ya nos importa una mierda de "quién" sea ese territorio!! si del gobierno español, o de un nuevo gobierno vasco estatal. Lo que no queríamos, y era por eso por lo que mataban, secuestraban y extorsionaban, era renunciar a nuestra libertad de expresión y a lucha por nuestras convicciones. Si quieren la independencia, bien, pero que no nos obliguen a aceptarla.

martes, 18 de octubre de 2011

Mi compañera de viaje


Con esto de viajar, cada vez me doy más cuenta lo importante qué es elegir tu compañer@ de ruta.

En mi última aventura, me fui al estado de Minas Gerais (el más grande de Brasil, y muy importante durante la etapa de la colonización por su gran cantidad de oro) con 4 amigos: un colombiano estudiante de literatura y tranquilo hasta la saciedad, una chica madrileña con un físico increíble que deja atontado a todo el que la mira, una gallega que ha vivido en multitud de países, y un francés que yo no conocía, amigo de las otras dos chicas.

Con quién más relación tenía de los 4 era con la chica gallega. Con ella había coincidido en varias fiestas. Nos llevábamos bien: hablábamos de política, yo la vacilaba con sus ligues brasileños, bailábamos música latina, etc. Una tía legal me parecía. Juntos, con otro chico alemán, compramos unos pasajes para visitar a final de octubre Iguazú y Asunción... Pues bien, surgió este otro viaje a Minas Gerais la semana pasada, y me he dado cuenta en él, que prefiero un tiro en las rodillas a volver a viajar con ella.

Volví el domingo del viaje a Minas, desde el miércoles que salimos de Sao Paulo, y la experiencia fue muy buena: he visto paisajes increíbles, he descubierto que la madrileña no solo es físico sino que también sabe 5 idiomas, que el chico francés nació en Tailandia, fue criado en Guadalupe (una isla del caribe, de dominio francés) y gracias a su locura convirtió el viajes en uno de los más graciosos de mi vida, y qué el colombiano es capaz de mantener el sosiego en situaciones extremas, hasta cuando quedamos perdidos en un bosque llegando el anochecer, que soy capaz de encontrar alojamiento en un bar a las 2 de la madrugada simplemente compartiendo un poco de cerveza... Sin embargo, mi amiga....joder... fue el gran punto negativo del viaje. O se quejaba, o lanzaba expresiones agresivas. Cuando hablaba, en lugar de escuchar palabras, me parecía recibir codazos en la cara. Fatal. Os pondré ejemplos:

-Gallega: "Chicos el gps no encuentra el pueblo al que vamos"
-Madrileña: "Dejame ver a mí"
-Gallega: "qué pasa, te crees que soy tonta y no sé ponerlo?! sino lo encuentra, no lo encuentra joder"
...5 minutos después, acepta dejarle el gps a Madrileña...
-Madrileña: "Ya está"
....Imaginad nuestras caras. La mía, pensando: Pues finalmente debe ser que sí, que eres tonta de remate.

-Yo: "gente, voy a comprar comida en el super para esta noche, os parece?"
-Gallega: "conmigo no contéis, que estoy un poco mareada por el coche"
-Yo: "pensaba comprar arroz o pasta, algo suave, de verdad no quieres nada? ni siquiera fruta?"
-Gallega: "joder, ya te he dicho que no!!"
...a los 10 minutos, se va a un McDonald y se compra un menu gigante. Además le pregunta al camarero si tienen salsa picante (con dos cojones!!).

-Gallega: "recordad que por este camino hay que ir muy despacio por lo baches, y hay que estar atentos a las indicaciones para no perdernos"
....cada 3 minutos comienza a gritar "cuidadoooo" cada vez que el coche se movía un poco.
-Colombiano: "por favor, no me grites tantas veces cuidado, porque me distraes de la conducción. No te preocupes igualmente, voy en primera o segunda y es normal que el coche se mueva porque estamos en sendero y no en asfalto"
-Gallega: "bueno no te me alteres ehh!! como luego tú no eres el que padece revuelto de estomago,te da igual!!"

En fin, y mil "borderías" como esas durante los 5 días... No paro de pensar en el viaje que ya tenemos para final de mes. Me froto las manos (lo digo con sarcasmo por si no lo habeis notado). Pienso en maneras de distanciarme un poco de ella durante esos días para no volver a Sao Paulo con cara de lunático. De momento ya le he dicho de manera disimulada, que "probablemente me busque el alojamiento por mi cuenta... por el coachsurfing, albergues u alguna otra cosa, necesito ahorrar pasta", pero creo que se huele el cambio de percepción que tengo de ella tras nuestros 5 días de aventura , y no sé que consecuencias puede traerme ello... todavía.

martes, 4 de octubre de 2011

Meninos da rua

Me mira pidiéndome una moneda, y mi sonrisa falsa se la deniega. Le veo rondar por la samba que se toca en la plaza, buscando su tesoro escondido, y a alguien que le supla la falta de abrazos, besos, caricias... La impotencia me viene encima.

Vuelvo a casa y no me quito su rostro de la cabeza. Recuerdo aquel otro chico, que en Río de Janeiro, se acerco a mi amigo pidiendo limosna, y al excusarse mi amigo diciendo que no comprendíamos portugués, él comenzó a comerse un papel del suelo para demostrarnos que el hambre es un lenguaje universal...

Pienso en la farmacia de la calle, que abría las 24 h del día, hasta que llegaron unos niños para dormir en la noche y pedir dinero para medicamentos. Muchas veces con objetivo de drogarse a base de analgésicos. Drogar la soledad, la violencia sufrida, el hambre, la sed...

Aquí, las personas luchamos por volvernos fríos, ser indiferentes a lo que vemos cada día... intentamos con obstinación no sentirnos mal al girar la cabeza cuando nos preguntan por comida, no caer en la pena cuando vemos a un chaval de 15 años llorar por su adicción al crack, ahogar la clemencia por el anciano que tira de un carro de cartones y chatarra...

La miseria ajena nos supera. Quisimos comportarnos como humanos contra ella, pero no hay monedas en mi cartera que puedan derrotarla. El remedio que uno tiene de llegar a casa y no sentir impotencia o frustración consigo mismo, es ponerse una venda en los ojos, y hacer como que el motivo de tu pesar no existe. Estoy aprendiendo pues, a caminar dando palos de ciego, pero aún abro los ojos de vez en cuando, y al trasluz de la venda continuo viendo los pies descalzos de almas heridas. Llego a mi habitación de estudiante, y no evito pensar por qué la niña de la samba tiene que pasar por esa pobreza, mientras otros solo la vemos desde fuera. Qué hizo ella para merecer eso?... Mi respuesta queda en el vacío, y es por esa impotencia, que no puedo celebrar de otra manera mis 3 meses en Brasil, mas que brindando una lagrima a esa nena.