Me mira pidiéndome una moneda, y mi sonrisa falsa se la deniega. Le veo rondar por la samba que se toca en la plaza, buscando su tesoro escondido, y a alguien que le supla la falta de abrazos, besos, caricias... La impotencia me viene encima.
Vuelvo a casa y no me quito su rostro de la cabeza. Recuerdo aquel otro chico, que en Río de Janeiro, se acerco a mi amigo pidiendo limosna, y al excusarse mi amigo diciendo que no comprendíamos portugués, él comenzó a comerse un papel del suelo para demostrarnos que el hambre es un lenguaje universal...
Pienso en la farmacia de la calle, que abría las 24 h del día, hasta que llegaron unos niños para dormir en la noche y pedir dinero para medicamentos. Muchas veces con objetivo de drogarse a base de analgésicos. Drogar la soledad, la violencia sufrida, el hambre, la sed...
Aquí, las personas luchamos por volvernos fríos, ser indiferentes a lo que vemos cada día... intentamos con obstinación no sentirnos mal al girar la cabeza cuando nos preguntan por comida, no caer en la pena cuando vemos a un chaval de 15 años llorar por su adicción al crack, ahogar la clemencia por el anciano que tira de un carro de cartones y chatarra...
La miseria ajena nos supera. Quisimos comportarnos como humanos contra ella, pero no hay monedas en mi cartera que puedan derrotarla. El remedio que uno tiene de llegar a casa y no sentir impotencia o frustración consigo mismo, es ponerse una venda en los ojos, y hacer como que el motivo de tu pesar no existe. Estoy aprendiendo pues, a caminar dando palos de ciego, pero aún abro los ojos de vez en cuando, y al trasluz de la venda continuo viendo los pies descalzos de almas heridas. Llego a mi habitación de estudiante, y no evito pensar por qué la niña de la samba tiene que pasar por esa pobreza, mientras otros solo la vemos desde fuera. Qué hizo ella para merecer eso?... Mi respuesta queda en el vacío, y es por esa impotencia, que no puedo celebrar de otra manera mis 3 meses en Brasil, mas que brindando una lagrima a esa nena.
alabras curtidas que hablan de almas heridas. Grande tu entrada, como la miseria que narra.
ResponderEliminarBesos!