Un camello parte de los numerosos rebaños que hay por aquí, apreciados por su leche y carne. Fuente: www.wardheernews.com |
Ayer cumplí dos meses en
Somalia. Viendo las últimas entradas, creo que es hora de escribir
algo que me resulta positivo y gratificante de esta experiencia que
vivo al este de África.
Durante mis dos últimos
años en España desde que volví de Sao Paulo, me sentí impotente,
frustrado y minusvalorado en muchas ocasiones. A pesar de mi esfuerzo
y consecuentes resultados académicos, de mi interés por aprender a
nivel personal y cultural, y el trabajo que desempeñé para
desenvolverme en diferentes países y empleos, me seguían tratando
como un adolescente. Por no decir como un niño.
Allí yo seguía siendo el
estudiante, el becario, el parado, el joven.... palabras que no
deberían contener un fondo negativo, pero que el momento actual,
para alguien con 24 años, le supone una barrera para avanzar. Para
alcanzar la madurez social. El respeto y reconocimiento del resto de
adultos.
Ha sido aquí, en Somalia,
en un internado de educación secundaria, donde he comenzado a
sentirme valorado y respetado por mis compañeros y “clientes”
(los alumnos). No me tratan con desdén, ni veo superficialidad en
las tareas que me mandan, o planes de futuro que proyectan para mí
(conmigo). Formo parte de un equipo, y soy igual de importante que el
que llegó hace tres años. Aunque me queda mucho que mejorar, y eso
lo sé yo y los demás, no me supone una barrera a la hora de tomar
decisiones o tomar responsabilidades. Por el contrario, me animan a
tener iniciativa, al mismo tiempo que hacen un seguimiento de mi
evolución y metodología.
Ya era hora que me
tratasen como un trabajador y no como un becario. Ya era hora de que
me permitieran tomar responsabilidades. No soy un niño, y aunque lo
fuese, creo haber demostrado durante muchos años la madurez que he
ganado con mi esfuerzo.
En España se nos dice que
somos el futuro y hemos de empujar. Pero en mi opinión, solo nos
permiten empujar el columpio donde andábamos en la infancia. Es una
cuestión de percepciones el hecho de si nos dan más o menos
posibilidades. La mía es que cuesta mucho ser joven en España. Ser
una persona con buena salud, formada, con predisposición para
trabajar, y que luego solo encuentres empleo como becario donde te
pagan “con experiencia laboral” y el abono transporte.
Me he venido a Somalia
cobrando 180€ por mes. No es nada en Madrid, pero es más de lo que
me pagaban allí, y el trato es mejor. Por no contar la increíble
experiencia personal, cultural y laboral que estoy adquiriendo. Por
fin me dan espacio para que continúe mi crecimiento como persona.
Sin duda alguna, esta ha
sido una de las mejores decisiones de mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario