Por
fin conseguí entrar en Empieza por Educar (ExE). Después de
solicitar entrar en este maravilloso programa educativo para
profesores por tres años seguidos, a la tercera fue la vencida.
Justo tras regresar de Birmania de mi último empleo como profesor de
Ciencias, pasé las últimas pruebas de selección, y antes de que me
decantará por otra oferta de trabajo en Tanzania, me llamarón para
comunicarme que estaba seleccionado para la nueva promoción de
participantes 2016-18.
Logo de la Fundación Empieza por Educar. Fuente: teachforall.org |
Qué
alegría me dio. Confieso que últimamente ya no me importaba mucho
donde trabajar y vivir, sino el qué hacer y para quien trabajar. Sin
embargo, después de dos años y veintinueve días sin pisar España,
y más de seis años entrando y saliendo, ya me apetecía experimentar cómo es la vida en Madrid. Ahora ya como adulto.
Comencé con ExE en el curso intensivo que dan en julio para todos los
participantes del programa (con sedes en Pais Vasco, Cataluña y
Madrid) junto con las horas de clase en la Escuela de Verano (en un
colegio público cerca de Puerta del Angel, Madrid). Fueron 30 días
muy intensos de sesiones sobre pedagogía, técnicas de aprendizaje,
desarrollo personal, y convivencia con el resto de participantes, dentro
de la residencia que habilitaron para todos nosotros (69 en total)
durante el mes de julio, además de las clases que impartíamos en la
escuela de verano por las mañanas. He de decir que disfruté
y aprendí mucho a pesar del trabajo duro.
Este
pasado viernes, la mayor parte de participantes y tutores no pudieron
derramar lagrimas ante la despedida. Tendremos oportunidad de vernos
en el futuro pero todos echaremos de menos estos 30 días de esfuerzo
conjunto y anécdotas varias.
De
todas las cosas que aprendí me quedo con la del valor de expresar mis
emociones y pensamientos para equilibrar mi mente. No vale unicamente
con reflexionar sobre aquello que siento, sino que expresarlo, ya sea
oralmente o escrito, me ayuda a identificar, comprender y afrontar
mis desafíos. No soy el tipo duro que aparento. Los
años en el extranjero, la soledad y aislamiento que me acompañó,
además de la inesperada bienvenida que recebí por parte de amigos y
familia, ha provocado que me defienda con una coraza de
insensibilidad, frialdad, y una apatía que no es propia de mí y
termina por ahogarme más que protegerme. Así que he decidido hacer
caso de mis compañeros y tutores y establecer una rutina para
expresarme: regresaré al blog y lo tomaré como mi diario. Espero
que esta vez mi regreso sea más consistente.
Solo hay una regla: tratar de escribir al menos cinco
días a la semana. Ya sea una linea, o cinco hojas. En español,
inglés o portugués. Podré expresarme incluso con música si eso es
lo que refleja lo que siento y pienso porque no halle palabras
propias para explicarme mejor. Pero definitivamente quisiera poder
llevar a cabo este reto junto con los anteriores que me propuse a
comienzos de año.
Kuwa na siku njema compañeros!