Llegué a Madrid este martes por la tarde. Exactamente a las 7 30 me reencontré con mis amigos, algunos de los cuales vinieron a recogerme a barajas, otros se acercaron más tarde por mi casa para darme la bienvenida.
Al día siguiente empece con todo los trámites para mi siguiente destino, pero mientras tanto me di cuenta de dos cosas: las ganas que sentía por contar lo que me había pasado,y me estaba pasando; y segundo, lo extraordinaria qué es esta ciudad junto con las personas y cosas que pasan dentro de ella. Hoy solo hablaré de lo primero.
Mis ganas de hablar. Mis ganas de hablar me llenan de ansiedad, porque nunca encuentro tiempo para contarlo todo, y nunca creo haberle contado todo a este o aquel amigo, le falto a la verdad. Me veo contando fragmentos de una vida a diferentes personas, para que al final, nunca sepa lo que realmente he vivido. Me agobia pensar que puedan hacerse una idea de mí equivocada, por falta de información, porque solo pude contarles una parte de la historia. Todo eso me introduce en un círculo vicioso, de querer hablar, explicar, describir...cada cosa que he vivido, hasta el final de los finales.
Me siento orgulloso y fascinado de mi estancia en el extranjero. Me siento muy bien cuando la gente muestra interés por escucharme, pero es en esos momentos cuando la Vanidad vuelve adueñarse de mí, para hacer uso de mi tiempo y del tiempo de los demás y seguir destacando en este presente, del que cada día me doy cuenta, se mantiene moribundo. Ella desea que aquello que ha sido importante para mí, también lo sea importante para los demás, y para ello lo primero que debe hacerse, es que lo escuchen todo y lo entiendan todo. Mi Vanidad es una acaparadora del presente, y en verdad, no me aporta nada, ni siquiera la satisfacción de satisfacer la curiosidad del que me pregunta, porque al buen rato de estar hablando, me doy cuenta muchas veces, que no siempre hay que hablar de todo para que el otro entienda como me afecto todo.
El buen orador no solo destaca por saber emplear palabras fáciles de entender y usar una manera fluida para hablar, sino también, reconoce cuando el oyente quedo saciado de palabras. Tengo que saber cuando parar, como todo en esta vida, y favorecer el dialogo, y no quedar al servicio de la Vanidad. El Yo, Yo,y Yo, se va acabar, si lo que quiero es no perderme nada en esta vida, debo dejar de hablar tanto de mis "importantes" experiencias y escuchar también las de los demás.
Ten en cuenta que los demás somos conscientes de que nunca se puede contar ni entender todo. A veces tienes la suerte de dar con un buen entendedor, y eso es un gustazo. Pero la mayor parte del mundo tiene, cada día, que echarle imaginación al asunto.
ResponderEliminarDe todas formas, si necesitas una oreja o unos ojos que te lean, cuenta con los míos.
Besos!
siempre es un placer leer tus comentarios ;) gracias!
ResponderEliminarDe na ;)
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