Hoy por
la tarde fui a una pequeña actuación teatral sobre acoso escolar
(denominado también por su término anglosajón como bullying).
La protagonizaban una pareja de actores, y está orientada al público
infantil y adolescente, aunque confieso que a nosotros los adultos
nos ha sido muy útil asistir al evento y ver las sensaciones y
respuestas del público infantil durante el desarrollo de la obra.
Como
educador en entornos vulnerables, el acoso escolar es un hecho
frecuente donde trabajo. Aunque soy consciente que el bullying
puede suceder en lugares menos
vulnerables a nivel social y económico, es lógico pensar que
aquellos niños provenientes de barrios inseguros, con familias
desestructuradas, y con altos
indices de desempleo y consumo de drogas en el vecindario, se
conviertan en victimas y verdugos del acoso escolar. Tratamos
de actuar cuando lo detectamos, pero nos resulta difícil ser
eficientes en nuestra labor.
Imagen de la obra Señales en el Patio, del grupo Intervención Teatral. Fuente: http://intervencionesteatrales.blogspot.com.es/ |
El
acoso escolar tiene su origen en los mismos factores que rigen otros
episodios y actitudes violentas: estrés e insatisfacción. Cuando
estos episodios violentos suceden, motivados por un estrés e
insatisfacción internos, se pueden llegar a convertir en hábitos y
concentrarse en una victima/as predilectas.
Los
motivos obvios de
por qué se convierten en hábito el
acoso son la falta de
corrección de la acción inicial,
ya sea por adultos o compañeros presentes al episodio, y
la permanencia del est´res e insatisfacción originarios.
En algunos casos, el acoso
también puede ser promovido
por los asistentes al episodio violento (compañeros que ríen las
gracias al acosador) acelerando
su normalización o habituación.
La
razón de por qué el
acosador suele
acabar centrándose en una
única (o pocas) victima es la de facilitar la dirección del acoso,
identificando cuando, donde y
con quién puede expresar con violencia sus insatisfacciones
internas, y legitimar su
acción dentro del grupo. A su vez, el
sentimiento que
genera entre los asistentes, público
(ya sean los que le ríen las gracias como los que permanecen
indiferentes) de pertenencia,
de protección, y de orgullo, puesto
que ellos no son objeto de violencia,
permite
al acosador o bully
continuar con su ciclo de acoso.
Ha
sido revelador observar la empatía de los niños al acto teatral.
Como dije arriba, nosotros
los educadores a veces hemos
querido abordar este tipo de casos desde la posición paternalista
pero no ha funcionado:
el educador o trabajador social da una charla a los niños, quienes
han de escuchar y entender como
si fueran asistentes a una conferencia empresarial.
Sin
embargo, el
hecho de abordar el tema desde un punto de vista teatral, donde los
adultos hacen de niños, y no al revés, donde les exigimos a los
niños que se pongan en el papel de adultos, ha resultado muy
efectivo para comunicarles nuestra preocupación y rechazo al acoso.
Definitivamente,
espero y deseo que este grupo de actores (Patricia Gomendio y David)
continúen
circulando su obra por centros educativos y sociales de todas partes
para generar consciencia, respuesta y prevención de
esta lacra social que es el
bullying.
http://intervencionesteatrales.blogspot.com.es/
Hola!! soy Patricia Gomendio y ha sido un placer encontrar este post sobre "señales en el patio". muchas gracias por cómo lo has relatado y las aportaciones y reflexiones que compartes en este blog!!! un abrazo y muchas gracias
ResponderEliminarEl placer ha sido mío. Gracias por vuestro trabajo!
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