viernes, 25 de abril de 2014

Clanes e historia de Somalia

Como dijimos en la anterior entrada, en Somalia no encontramos diferentes tribus, sino diferentes clanes dentro de la etnia/tribu somalí. Es decir, aquí todos los somalíes, sea en Somalia, Etiopía (regiones de Haud y Ogaden) y , Djibuti o Kenya (esta amplia distribución alimenta el ideal pansomalí de crear un día una gran somalia que albergue todos los territorios donde existen somalíes) todos hablan el mismo idioma, el somalí, y sus costumbres son tremendamente similares. Lo que diferencia a unos clanes de otros son los lazos familiares: los ancestros. Así, cuando dos somalíes se presentan, lo primero que hacen es nombrar sus apellidos ancestrales y tratar de reconocer si la otra persona pertenece a su mismo clan, a un clan amigo, o a uno enemigo.

El pueblo somalí se caracteriza por ser nómada (exceptuando las zonas fértiles de los ríos Jubba y Shebelle) debido a la áridez del clima, que desfavorece la agricultura y alienta a la ganadería (cabras, camellos y ovejas árabes) y mercadeo. Pero a pesar del continuo movimiento, podemos diferenciar regiones donde están concentrados unos clanes más que otros. De esta forma, buscando una relación política y étnica a los conflictos en Somalia, vemos como Somaliland (región nordeste donde vivo) que se autoindependizó en 1991, es mayoritaria del clan Isaaq; el noroeste, la región autónoma unionista de Puntland es mayoritariamente Darod; y bajando al ecuador, cerca de Mogadishu, encontramos al clan Hawiye y clan Rahanweyn. Existen más clanes (Dir, Digil...), pero esos 4 son los más importantes y en torno a los que gira la vida política, por más que se haya tratado de desvincularla de los lazos entre clanes.

Principales clanes somalies. Fuente: www.somalinet.com
Las divisiones territoriales entre clanes quedó vinculada a las divisiones políticas desde la e´poca colonial. Así, Djibuti pertenecía a Francia, Somaliland a Gran Bretaña, el sur de Somalia a Italia, y las otras regiones donde habita el pueblo Somalia quedaron repartidas por el Imperio Etíope y Kenya (en aquella época, colonia británica también). Tras la segunda guerra mundial, Inglaterra se hace con el control de la Somalia italiana en represalia al régimen de Mussolini. Pero más tarde, en 1945, les es devuelto la colonia bajo tutela de la Liga de las Naciones, y con promesa de otorgar la independencia en un plazo de 10 años.

En 1960, Somaliland obtiene la independencia de Gran Bretaña, y 4 días más tarde la obtiene también la Somalia italiana. Ambas firman un tratado de unificación, y animan el espiritu pansomalí, a pesar de que Djibuti votó en 1958 en referendum por el No a la unificación (bajo tejemanejes de Francia) continuando como colonia gala hasta 1977, y la falta de intención de Etiopía y Kenya de entregar a Somalia los territorios donde habitan pueblos somalís.

En 1969 el general Siad Barré dió un golpe de estado haciéndose con el poder en Somalia, tras 9 años de democracia. Fue un régimen socialista autoritario, ligado inicialmente a la URSS y posteriormente aliado de EEUU tras la guerra con Etiopía por las regiones de Haud y Ogadén en la que URSS apoyó al régimen etíope. La derrota con su eterno vecino cristiano, y una fuerte crisis económica, añadiendo las torturas y falta de libertades, llevó a la creación de enemigos del régimen dentro de las fronteras. Facciones políticas ligadas en su mayor parte a la pertenencia de clanes y posición territorial. De todos los grupos, 3 fueron muy importantes: el Movimiento Nacional Somalí (SNM, clan Isaaq, posicionado en la Somaliland ex-británica), el Frente Somalí de Salvación Democrática (SSDF, clan Darod, subclan Majerteen, al nordeste en la región de Puntland) y el Congreso de Unidad Somalí (UCS, clan Hawiye, zona centro).


Todas tenían como nexo derrotar al régimen de Barré (del clan Marehan). A pesar de algunos intentos de coalición, nunca hubo ningún pacto o unión entre los grupos opositores a la dictadura. Tales diferencias fueron las razones de que una vez el régimen cayera en 1991, se desatará una guerra entre los diferentes grupos disputándose el vacío de poder. Un auténtico conflicto entre señores de la guerra ligados a sus respectivos clanes que condujo a una anarquía política, y una mayor división del pueblo somalí.

sábado, 19 de abril de 2014

Familia, clan, tribu, etnia, raza, casta...

Tumba de Sheikh Isaaq, ancestro fundador del clan somali Isaaq (Hargeysa). Fuente: www.chantalheijnen.com 
Cuando se habla de los problemas de África suelen salir a relucir los conflictos tribales. ¿Qué quiere decir? ¿son todos los conflictos tribales igual? Hoy me gustaría dar una respuesta, desde mi humilde perspectiva.

Todos podríamos decir que una tribu es un grupo social que relaciona a sus miembros entre sí. Pero antes deberíamos conocer en detalle sus componentes y niveles de asociación.

Así, comenzaríamos con el individuo, la unidad indivisible de cualquier grupo social. Este individuo se encuentra ligado vía consanguínea con su familia, el segundo componente. Entre ellos podemos distinguir los parientes cercanos/directos y los lejanos/indirectos. Aquí ya encontramos el primer escollo, ya que dependiendo de la cultura o sociedad que estudiamos, que un pariente sea cercano o lejano varía. Por ejemplo en España, consideramos que la unidad familiar son el padre, madre e hijos; los parientes directos son los hermanos, abuelos, tíos y primos; y los parientes lejanos o secundarios serían los primos de nuestros primos, los tíos de nuestros padres, etc. Sin embargo en algunas sociedades africanas, la unidad familiar se extiende a los primos y tíos, actuando estos como hermanos secundarios y padres secundarios respectivamente, y así sucesivamente se ampliaría el concepto de familia para ellos.

Salvando tales diferencias, vemos como los miembros de una familia pueden aumentar tanto a nivel generacional (vertical) como a nivel horizontal. Llega un punto que el grupo familiar se hace tan grande, y los parientes tan lejanos, que conviene pasar al siguiente término de agrupación social: el clan. Los miembros del clan mantienen rasgos comunes como la lengua, la situación geográfica, tradiciones, vestimentas... Y por supuestos lazos familiares, patentes por los apellidos. Analizando las similitudes entre familias de un mismo un clan, este puede dividirse en sub-clanes, sin que eso infravalore al grupo mayor.

Al igual que los hijos de una familia forman sus propias familias llegado el momento, lo mismo sucede con los clanes. De un clan madre/padre pueden surgir varios. Al conjunto de clanes se le denomina tribu. Y dado que el término tribu últimamente les suena despectivo (o primitivo) a algunos, también podemos atribuir la denominación de etnia. Por último, podemos continuar la clasificación con las diferentes razas, que agruparían las distintas tribus/étnias por caracteres aleatorios como el color de la piel, y otros rasgos físicos.

Así, en Kenya por ejemplo, encontramos varias tribus dentro de un mismo país: luos, kikuyos, masai, etc. Cada una con sus costumbres, lengua y fisonomía (aunque los extranjeros no podamos distinguirlos muchas veces). Tribus que en su día ocupaban territorios propios, gobernándose a sí mismos sin necesidad de debatir con la tribu vecina sobre sus problemas u oportunidades, pero que en la actualidad, debido a la colonización occidental pasada, han de colaborar juntos en un mismo país.

Quise sacar el tema de los conflictos tribales ya que a veces se confunden. En Ruanda, (hace unos días fue el aniversario del genocidio tutsi por los hutus) no hubo un conflicto tribal. Tutsis y hutus es una división estamental, de castas; no son tribus diferentes. En Somalia tampoco hay un problema tribal, como a veces se ha querido entender. La guerra civil desatada en 1991, con consecuencias todavía hoy vigentes, no se desarrollo entre diferentes tribus, o étnias, sino entre diferentes clanes que disputaban el vacío de poder tras derrocar al dictador Siad Barré (clan Darod).


Próximamente explicaré más sobre la relación entre clanes y política en Somalia ;)

miércoles, 16 de abril de 2014

Ayaan Hirsi Ali

Ayaan Hirsi Ali. Fuente: www.wheelercentre.com
Cuando llegué a Somaliland, en la habitación que el colegio me ofreció encontré numerosos libros de lectura. De todos ellos, mi atención y mis manos se fijaron en la autobiografía de Ayaan Hirsi Ali. Infidel.

Muchos tal vez nunca hayáis oído sobre esta gran mujer. Se trata de alguien que nació en Somalia, y se crió rodeada de la cultura y sociedades musulmanas. Su libro, a través del cuál estoy conociendo a Ayaan, no solo cuenta los hechos que la sucedieron durante los años que vivió en Somalia, Arabia Saudí y Kenia, rodeada de familiares y amigos musulmanes en su mayoría, sino que también narra las reflexiones y experiencias que la convirtieron en lo que es hoy en día: una fuerte defensora de los derechos humanos, crítica con el Islam, y amenazada de muerte por grupos religiosos.

Participó en una película holandesa que describe la historia de 4 mujeres que sufren abusos en nombre de Mahoma, lo que conllevo al asesinato de su director (y amigo de Ayaan) y amenazas contra ella.

Recomiendo a todo el mundo que si puede consiga el libro, y conozca la historia de esta gran mujer. No porque pueda ser interesante desde el punto de vista religioso, o desde el punto de vista de una defensora de los derechos humanos, con especial enfoque hacia temas relacionados con la mujer; obviamente lo es por todo eso también. Pero principalmente porque es un libro inspirador.

Uno se da cuenta que los hechos que nos ocurren solo se conectan por nosotros. Los sucesos son como puntos en un gráfico, unidos por nuestra forma de ver las cosas. Nos guían y muestran el camino que podemos optar para llegar al final, pero solo nosotros podemos interpretarlo y aprender de él. No debemos temer a los dramas que están por venir, ni lanzarnos a los placeres de la vida sin vacilar. Por sí solos no valen nada.

Esta gran mujer fue lo suficiente fuerte y paciente para aprender en cada una de sus etapas los fundamentos que necesitaba para algún servir a su comunidad con fuerte determinación. No se vino abajo cuando la mutilaron los genitales (Somalia es el país que lidera el ranking de ablaciones sufridas por niñas), ni cuando sufría abusos físicos y psicológicos en la adolescencia, ni cuando su padre pacto su matrimonio con su primo.... Todo eso no hizo sino darle pruebas de quién quería ser en el futuro. La moldeo tal y como es.

No quiere decir que se justifiquen las atrocidades que miles de mujeres y niños sufren en los países pobres, con sobrada violencia diaria, pero sí es un ejemplo para sobreponernos a nuestras tareas y buscar lo mejor de nosotros.


Ofrecer lo mejor de nosotros sea cuál sea la circunstancia. Hace falta vivir la vida, para que tenga algún sentido. Por sí sola, no basta.

domingo, 13 de abril de 2014

Vuelo a Somalia: Somaliland

Estudiantes jugando al fútbol en Hargeysa, Somaliland. Fuente: www.mckenziecollege.com

Salimos de la puerta de embarque hacia el avión en un pequeño bus. Estábamos dos blancos, el resto eran, o al menos parecían, somalíes. El avión partía hacia Hargeisa, mi destino y capital de Somaliland, y tras una parada corta continuaba hasta Mogadishu, capital de Somalia. Aún con ambos destinos, el avión no iba lleno.

Fue gracioso cuando entré al avión, porque me dí cuenta al instante que en mi butaca se había sentado una mujer ya que sus dos hijas tenían las sillas de al lado. Le dije a la mujer que ese era mi sitio mostrándole mi billete. Esperaba que se disculpara y me ofreciera sustituir mi lugar por el suyo sino me importará, pero en su lugar se puso gruñona, y mirando al suelo me dijo en inglés “Este es mi sitio porque mis hijas están al lado”. Me sorprendió, y aunque sabía que yo tenía las de ganar ya que así podía demostrarlo con mi billete a las azafatas, preferí ponerme en el lugar que su billete marcaba.

El vuelo fue bien, la comida estupenda, y en poco tiempo llegamos a Hargeisa. Era la primera vez que pisaba el África negra que tanto ansiaba desde niño. Más que un aeropuerto, parecía una pista de aterrizaje con oficinas de aduanas. Al salir del avión vi muchos hombres orientando a los viajeros a que oficina tenían que ir, y dirigiendo a los trabajadores que cargaban nuestras maletas en un pequeño camión. El visado fue algo rápido, y las preguntas que me hizo el guardia para cerciorarse de que mi pasaporte y pre-visa decían la verdad sobre mí, fueron puro trámite. Salí a un patio y allí me encontré con algunos de los viajeros. Todos esperabamos que nos dieran nuestras maletas. Fuera del muro del patio, oí una voz de un tipo. Era Ahmed, el conductor que la escuela había enviado para recogerme. Le dije que estaba esperando a mi maleta, y sonriendo se encendió un cigarro.

Fue sorprendente lo de las maletas. Había muchos empleados sudorosos yendo y viniendo con maletas del anterior vuelo. Llegaban en un pequeño camión, las tiraban al centro del patio, y allí las recogíamos. Cuando cogí mi maleta tras unos 15min de espera, vino otro guardia para cerciorarse a través de mi billete que esa era efectivamente mi maleta. Me pareció un procedimiento rudo, pero sencillo y válido.

Al salir de la placita al exterior, me encontré con Ahmed y nos presentamos. A su vez, frente a la furgoneta que me llevaría a la escuela se encontraba un militar grandote y bromista. Sería nuestra escolta, ya que los profes occidentales aquí han de ir escoltados.

Durante el viaje a la escuela comencé a darme cuenta que había cruzado el límite de mi zona de confort. Esto no era España, ni Europa ni cualquier ciudad donde hubiera estado antes. A mi alrededor veía basura y cabras por todos lados. Un paisaje de sábana desértica que me hacía dudar sobre qué medios de subsistencia pueden mantener. Una atmósfera silenciosa, coloreada por el polvo de la arena amarilla, y la llamada a la oración.

De camino Ahmed fue contándome algunas cosas sobre Somaliland: la crisis con Somalía, la independencia (no reconocida por la comunidad internacional) en 1991, los problemas principales (la basura y las carreteras)... Esto último, la basura y el mal estado de las carreteras, era evidente a cada tramo que cruzábamos. Sin embargo, a pesar del clima de pobreza que un occidental podría percibir mirando por la ventana, también se intuía cierto movimiento y clima de progreso. Somaliland estaba avanzando a un ritmo que ni Somalía ni otros vecinos como Etiopía o Eritrea conseguían alcanzar.



jueves, 10 de abril de 2014

Vuelo a Somalia: Estambul y Dubai

Rezo en la Mezquita Azul. Fuente: www.cuevadelviajero.com.ar
Dos días de viaje. Salí el lunes por la noche de Madrid, llegué a Estambul de madrugada. Ni siquiera el metro estaba abierto. Como tenía 15h de espera hasta coger mi siguiente vuelo, decidí pagar el visado de turista y lanzarme al barrio de Sultanahmet.

Antes de salir del aeropuerto conocí a una pareja de hermanas españolas, que con más cara que espalda trataban de negociar con los taxistas, en un inglés por debajo del nivel básico, acerca del precio hasta su hotel, justo en Sultanahmet. Una vez consiguieron un precio “justo”, unos 15€, quisieron que compartiese el viaje con ellas, y así les resultase más barato la carrera. Pero sabiendo que andaba escaso de dinero, y que el transporte público es de las mejores formas que uno tiene de adentrarse en el modo de vida local, lo rechacé. Me dispuse a coger el metro y el tranvía hasta mi destino.

En el metro me hice amigo de un coreano al que le costaba sacar el billete de la máquina. Hablamos durante las paradas que había entre el aeropuerto y el barrio donde se encontraba su hotel. Esa fue mi primera experiencia con el inglés. Le comenté que a las 9h pensaba ir a la Mezquita Azul, si quería que pasaramos el día juntos en lugar de solos. Me dijo que lo intentaría, pero nunca apareció. Por tanto, no me toco otra que visitar la Mezquita Azul, Sofía, y el Museo Arqueológico solo. El Palacio de Topkapi justo cerraba los martes :( Aunque pude el parque que sen encuentra detrás, y tuve más tiempo para ver la zona del puerto.

Tiempo era lo que me sobraba, porque no haber dormido nada y la atención que requiere orientarse en un sitio desconocido como extranjero me dejaron exhausto. En la Mezquita Azul casi me quedo dormido al sentarme, y en el Museo hubo momentos que me daba completamente igual las momias, y restos de Mesopotamia que allí se podían disfrutar. Tampoco hice intentos de juntarme con otros turistas. Pensaba pasar 7h por la ciudad, pero a las 4h ya decidí volverme al aeropuerto.

Por la noche cogí mi vuelo a Dubai. Llegué 4h más tarde, y allí tuve que lidiar con la chulería saudí y sus visados. Particularmente no tuve ningún problema, pero me temo que eso se debió a que yo era europeo e iba en camisa. A la mayor parte de negros o indios les paraban y causaban retrasos. No olvidaré como a un hombre negro, de unos 40 años, un saudí de aduanas le recogió el pasaporte y le dijo que esperase a un lado. Sin ningún motivo le mantuvo allí mientras los demás pasabamos y recibiamos nuestro sello. Cuando me iba, el hombre seguía allí, sabiendo que tampoco valía la pena protestar.

Cambié de terminal, a aquella que van destinados los vuelos a zonas cercanas, africanas y/o relacionadas con el mundo árabe. Vuelos a Afganistan, Yemen, Somalia, Kenya... Se notaba que tenía un caché inferior a la terminal de la que venía. Era todo un poco caótico ya que no aparecían todos los vuelos, ni donde hacer el check-in con la compañía correspondiente. Para informarme de donde tenía que facturar para mi viaje a Hargeisa tuve que preguntar a un grupo de somalíes. Fue gracioso, porque al principio el hombre a quien pregunté dudaba que realmente fuese a Somalía, de hecho me cogió mi billete impreso para asegurarse. Tras 40min esperando, me di cuenta que al otro lado también había somalíes, pregunté de nuevo, y resultó que había dos compañías que volaban al mismo sitio, pero como no lo ponía en ninguna parte, me puse en la errónea.

Me moví a la fila correcta y en seguida conseguí facturar, luego pasar el control de seguridad, etc. A continuación llegó mi sorpresa: en la sala de espera para embarcar en los diferentes vuelos había una cantidad ingente de árabes arropados con toallas y sábanas blancas. Parecía una peregrinación. La mayor parte eran ancianos aunque también los había jóvenes. A las 5am comenzaron a rezar en dirección a La Meca. Sentí que había entrado de lleno en el mundo musulmán ortodoxo que me esperaba. Creo que de 300 o 400 personas que allí estabamos, yo era el único blanco. Claramente llamaba la atención. Especialmente de los niños.


Pero la historia se pone mejor una vez cogí el vuelo para mi destino: Hargeisa, en Somaliland.

miércoles, 2 de abril de 2014

Sueños que se cumplen


No recuerdo bien desde cuando sueño con el África negra.

Tal vez fuese desde los 8 años, cuando me regalaron el libro Las Minas del Rey Salomón, y las aventuras descritas en suelo negro me hiciera fantasear con el continente vecino.

Quizás fue aquella experiencia mística que sentí al escuchar la canción de Salif Keita, Tomorrow, banda sonora de la película Ali... Me invadió una tristeza y rabia aterradoras, provenientes de un pasado inexistente, que me hizo romper en un llanto incontrolable. Mi madre, para colmo, acababa de contarme historias sobre vidas pasadas, y tras sucederme aquello, imaginé que yo tendría que haber vivido y sufrido traumas allí.

Puede que también influyera mi gusto por la música negra. El hiphop, R&B, soul, jazz, reggae... y más tarde, folklore procedente de Ghana, Malí, Nigeria...

Grandes películas como Sometimes in April, Shooting dogs, Tsotsi... Personajes como Lumumba, Cabral, Mandela, Sankara...

No recuerdo bien desde cuando sueño con el África negra.
Solo sé que ahí está ese deseo desde años atrás, y sabía que un día llegaría mi oportunidad. Puesto que la mente es la predecesora de los hechos que nos suceden, sabía que mis ensoñaciones mentales obtendrían realidad en el futuro.

Desde que regresé de Brasil sentía en mi interior la llegada de esta oportunidad. Me preparé a conciencia, personal y profesionalmente. En el último trimestre, al acabar la universidad y marcharme a Portugal como voluntario en una granja orgánica, incluso definí la linea profesional que quería seguir: quiero trabajar con personas, en un entorno natural. Educar en valores y sostenibilidad. De ahí que uno de los personajes que idolatro sea Wangari Maathai.

Y llegó el día. La semana pasada fui contactado por una fundación de EEUU que lleva una escuela secundaria cerca de Hargeysa, en Somaliland, región que se independizó unilateralmente de Somalia hace 23 años. A pesar de su mayor estabilidad política y militar, y su mayor desarrollo económico respecto al sur, reconozco que por su cercanía al conflicto somalí, no la hace un destino muy atractivo. Sé que pueden pasarme cosas que en Madrid no sucederían. Pero también sé que las cosas que puedo aprender allí, no las tengo aquí.

Ha sido un fin de semana muy duro de despedidas. Tanto mi abuela, como algunos de mis amigos han sentido el miedo que me invade la incertidumbre del viaje, manifestándose con lagrimas. Ahora me encuentro en Las Palmas, visitando a mis padres 5 días antes de marcharme por un año a territorio somalí.

Espero obtener fuerzas y afrontar con valor lo que me espera. Espero ser un buen profesor de ciencias para esos chicos, y un buen alumno de su mundo. Espero mejorar como persona, y andar con energía el camino que tengo a mis pies.

Hasta pronto! La próxima entrada será desde suelo africano :)