lunes, 19 de agosto de 2013

Balance de las vacaciones

Últimos días de vacaciones. Cuando la semana que viene regrese a Madrid, y me ponga de nuevo a currar en la redacción de mi Proyecto Fin de Carrera, y a continuación, en la presentación para el jurado, sé que recordaré dulcemente estas tres semanas de vacaciones.

Tres semanas que me han servido para reconciliarme con mi familia. Para dar un golpe de humildad sobre la mesa, y decirme a mí mismo y a los demás, por lo que estoy dispuesto a luchar. Lo que estoy dispuesto a dejar atrás con tal de ganar la partida al resentimiento. Fue muy duro, pero pienso que ha valido la pena librar la batalla del rencor, para aprender lo que de verdad importa. El amor.

Puede sonar algo hippie esto del amor y la reconciliación, pero es indudable la paz que uno alcanza cuando puede volver a confiar en alguien que siempre estuvo ahí, y que por culpa de un conflicto, te hizo sentir al borde del abismo. En este caso, el borde del abismo fue algo literal. Lo pasé muy mal durante los últimos meses, hasta el punto de querer tirar la toalla. Y cuanto me alegro de no haberlo hecho. Ahora me siento como Bob Marley en Is this love?

Lo que no sé es cuanto tiempo podré mantener este “bom feeling”. A pesar de las cosas buenas que me han pasado estas tres semanas en casa de mis padres, esa paz que he logrado al bajar con ellos a la playa, dormir la siesta después de comer, leer todos juntos en el salón por las tardes, o salir a cenar un bocata de calamares por el Paseo de Las Canteras... también me he dado cuenta de lo gruñón e intransigente que me he vuelto. O tal vez siempre fui así, pero nunca dejé que se viera.

Me cabreo en seguida cuando las cosas no ocurren como quiero que ocurran. Cuando me fallan, rompen un compromiso conmigo, o no se comportan de la manera (que pienso) adecuada. Peor sí todo eso lo hago yo mismo. Esto último, es la peor de la traición que me puede ocurrir: la propia.

Me entra una rabia descomunal cuando veo a mi padre hablar mal de los gitanos, a Paco Marhuenda defender al PP, a mi abuela negando que mi dieta vegetariana sea completa, a mis amigos faltarse el respeto o no estar cuando se necesitan... son cosas que me sacan de quicio, y no lo puedo controlar.

Y aunque 8 no son 80, y hay conductas que no he de aceptar ni de unos ni de otros, y es lógico que me sienta dolido o desanimado cuando sucede, cada vez me doy más cuenta de lo poco que me sirve esa rabia que me entra y dejo que se descontrole. Creo que ya he escrito alguna vez sobre ello.

Quisiera que no me afectase tanto lo que ocurre alrededor. Tal vez dando menos de mí, consiga que las heridas que me produce la vida no sean tan frecuentes. Para no sentirme dolido con mis amigos y las personas que me rodean, muchas veces pienso irme lejos, evitando que me defrauden sus acciones, no escuchando más sus opiniones para no tener que juzgarlas o reconocer los prejuicios que los influyen... Pero al final, imagino que no hay escapatoria.

Tal vez sea una tarea que me toca aprender en esta vida: transigir ante las acciones y opiniones de los demás. No aceptarlas como propias, discutirlas y cuestionarlas, pero ser capaz de convivir con tales diferencias.

Me encantaría ser uno de esos monjes budistas, que siempre parecen tan tranquilos y centrados, que no pierden la concentración ni la calma cuando se dedican a hacer algo o hablar de algo. No participan del juego que se realiza en nuestro lado de la pista. Son felices a su lado de la red, devolviendo la pelota y disfrutando del partido. Muy a lo Rafa Nadal.

Me pregunto como hacen para seguir tranquilos y felices con tanto dolor, odio y rencor a su alrededor. Puede que una de sus técnicas para no sufrir e ir dando ostias a todo el que se le cruza sea fijarse en la otra cara de la moneda. Las cosas positivas que suceden cada día. A mí al menos me funciona. Sin embargo, creo que he de hacer algo más. Ellos con total seguridad no solo se fijan en las cosas buenas, para no ver las cosas malas.

Tengo que ser capaz de ver la cara oscura, mi cara oscura, y no alimentarla con más oscuridad.

martes, 6 de agosto de 2013

Ahora soy racista

Hace un mes, tuve una discusión por facebook con una chica nigeriana que me acusaba de racista, entre otras cosas. En resumen: el post lo había compartido una activista feminista nigeriana, Spectra Speaks, que escribe mucho sobre temas sociales, muy relacionados con la igualdad entre blancos y negros, hombres y mujeres, heterosexuales y homosexuales... como os podéis imaginar, muchas veces se identifica a uno como el enemigo del otro. Tiene multitud de seguidores, y eso fue uno de los motivos que me llevo a reaccionar y criticar el texto que compartió.

La autora del escrito es su colega nigeriana, Zara Chiron, y habla de España como un país racista. El título: Racism in Spain, se basa en su experiencia personal de tan solo dos meses en el país. No da argumentos en base a la legislación presente, o de noticias de actos/grupos racistas (lo cuál pienso sí refleja el racismo de un país) sino que define su imagen de nosotros a través de frases que ha oído y experiencias personales. De tal modo, afirma cosas como:

...the racism in Spain is a whole other bout of racism that I have never seen before.”
But sadly, I must say that the reputation the country has is not so far from the truth.”
The racism in Spain is embedded within the culture.”
I can safely say that majority of the Spanish – however educated or not, are extremely ignorant, have awful prejudices due to their ignorance and thus, are consequently racist in one form or other.”

Obviamente, leer esas cosas me dolió. Ok, es su opinión y he de respetarla, diréis, pero no creo que me tenga que comportar así cuando comienza a publicarse en webs ajenas a la autora, asumiendo que aquello es una información veraz. No niego que el racismo en España exista, (por supuesto que existe!), pero no creo que la ciudadanía seamos en su mayoría racistas, y mucho menos, que sea inherente a nuestra cultura hasta el punto de afirmar que incluso los españoles educados, son extremadamente ignorantes y racistas.

Mi primer comentario fue un sarcasmo comentando que tras discutirlo “con mi novia (negra)” (no era verdad que en ese momento saliese con ninguna chica negra, pero sí que hacía 3 meses que me había separado de ella) teníamos que felicitarla, pues hasta ahora no conocíamos a nadie, ni siquiera antropólogos o sociólogos reputados, que con tan solo dos meses en un país ya pudieran concluir cual era el perfil de su población.

A continuación la autora, Zara Chiron, me soltó un parrafazo asumiendo que yo era otro español racista más, que no asumía los defectos de su sociedad, y le molestaba que gente valiente como ella dijera la verdad. Ja, y ja. Más tarde, Spectra Speaks, quien había compartido el texto en su muro, otorgándole muchísima audiencia, me llamaba la atención por el sentido sarcástico de mi crítica.

Pedí perdón por el sarcasmo, pero seguí comentando y reclamando la falsedad y sesgo del texto. Zara Chiron siguió acusándome de racista (y luego de machista, cínico, hipócrita... casi podía notar sus gritos en mi cara) y Spectra Speaks, me explicaba que era la opinión de una persona en particular y debía respetarla. A lo que respondí, que una cosa es opinar con tus amigos o en tu web, y otra publicar la información parcial que da otra persona sobre una sociedad. Eso es un acto claro de irresponsabilidad, de la que tantos africanos se quejan cuando se habla de su continente.

Al final, me tocó darme por vencido. No podía hacer nada por cambiar las impresiones de quien leyese aquel texto (maldito ego mío!). Eso era cosa suya.

Me sorprendió muchísimo, el tremendo dolor que me produjo ver aquel acto de victimismo que ejercen muchos, ya sean a favor de los negros, mujeres, clase obrera, capital... Todos quieren que prevalezca la imagen de agresor y agredido para ganar su batalla dialéctica, sin importarles para nada lo mucho que perdemos en esas batallas. Todos reforzamos nuestro ego cuando de discutir se trata. Yo el primero, quien sentí un agujero en el pecho cuando Zara me dijo:

remember that slave owners often raped their female slaves.”

Aquel dolor era una muestra de lo vulnerable que soy cuando confundo las ideas con las personas. Cuando dejo que el ego me pase su dolor al ser desarmado ante la audiencia. Me preocupa mucho lo que piensen y quieran de mí. Me preocupa los juicios que harán sobre mí.


http://www.zarachiron.com/2013/07/racism-in-spain/