viernes, 17 de septiembre de 2010

Cuando la amargura llega

Cuando llega la amargura mi cuerpo se siente arrugado por una fuerza mayor que la tristeza. Comienza con simples molestias diarias: no me da tiempo para ir a hacer la compra, se me olvida la cartera en casa y tengo que volver, le suena el móvil a alguien en clase, se me cae el azucarero al suelo...cosas molestas por supuesto, que a todos nos pasan y olvidamos en 10 minutos. No así cuando la amargura llega. En esos días, semanas, periodos de tiempo, los fallos no se olvidan, se acumulan en forma de rencor.
Primero se justifican con nosotros mismos, nos culpamos de nuestras torpezas. Luego se vuelve más peligrosa, vertemos la culpa en la gente querida de nuestro alrededor.
La amargura tiene la capacidad que la alegría aun no ha conseguido: la infelicidad se cierne sobre nosotros mucho más rápido, que la alegría sustituta. Una potencialidad suprema: convierte nuestro malestar en enfado, trasladando el malestar de los pensamientos a los actos. Y se alimenta a sí misma: nadie que no encare pronto su situación, consigue parar su decadencia anímica. La vida de una persona con este "síndrome" se vuelve pobre. No soporta a nadie, y nadie le soporta a él/ella. Incluido ella/él mismo.
Hace días que noto cierta amargura en mí. Quizás vino llamada por el stress, por la frustración de algunas actividades que no pude realizar como a mí me hubiese gustado, por la lejanía de mis personas queridas, por su falta de apoyo en momentos de tristeza... quizás la amargura quiere llenar un vacío que a creado la ilusión de verme independiente.
Ahora me dado cuenta de lo mucho que necesito a mis amigos, mis padres, mi ambiente familiar... Es en estos días de aspereza,y amargura, cuando me doy cuenta lo que necesitaré de mi mismo para no dejarme llevar por Ella.
No pienso culparme más por las torpezas que pueda cometer, no soy perfecto. No pienso acumular rencor por las incapacidades que descubro en mí, no soy perfecto. No pienso cabrearme porque alguien no actué como considero oportuno, no es perfecto. No pienso vivir aislado de todo aquello que me incomode, pensando que la vida es más fácil así, cuando lo que realmente estoy haciendo, es alejarme de cosas que tiene la vida.
Molestias y placeres son ambos ingredientes del día a día, será mejor que nos demos cuenta de ello, antes de que la amargura inunde nuestro tiempo de malhumor y falsas tristezas.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Aquellas personas que no me gustan


He tenido hace un poco una experiencia un tanto amarga con un compañero de piso, el cual se marcho ya a su nuevo apartamento, que me ha hecho pensar en aquellas cosas que menos me gustan de las personas. Comencemos:
-No me gusta aquellas personas que se pasan el día bebiendo en bares, gente joven que se emborracha los fines de semana, pero luego ponen mala cara si le ven a uno fumándose un porro, considerando sus actos mucho más saludables por el simple hecho de ser legales.
-No me gusta aquellas personas que comen carne pero no soportan, e incluso se niegan a ver, imágenes de mataderos o maltrato animal.
-No me gusta aquellas personas que se consideran sinceros y valientes, pero luego engañan a su pareja sin reconocer sus actos por miedo a que les dejen.
-No me gustan aquellas personas llamadas “de izquierdas”, que protestan contra la violencia y represión del estado, pero luego revientan debates políticos o manifestaciones, realizadas en un entorno democrático.  
-No me gustan aquellas personas que se quejan de sus problemas de salud y de la incompetencia de los médicos para solucionarlos, mientras siguen haciendo una vida llena de malos hábitos.
-No me gusta la gente que habla de igualdad y cohesión social, pero luego vota a favor de los nacionalistas o pone mala cara cuando unos inmigrantes viven en su mismo portal.
-No me gusta aquellas personas que ocultan sus sentimientos, pero luego te echa en cara tu despreocupación por sus problemas.
-No me gustan aquellas personas con “ganas de ayudar o ayudarse”, que luego no decide ayudar en nada.
 -No me gustan aquellas personas amantes de los animales y del mundo natural, que luego dedican 20 min al día para pasear al perro, dejan correr el agua de los grifos cada dos por tres, mantienen las luces de toda la casa encendida, y pretenden estar en verano a 18ºC y en invierno a 30ºC, no reciclan…
Hay muchos ejemplos, muchos más, pero si os fijáis todos tiene algo en común. LA HIPOCRESÍA. Es otra de las múltiples características de la personalidad humana. Exclusivamente de la especie humana, pues ningún ser vivo en la Tierra tiene la capacidad (ni falta que le hace) para pensar una cosa, y luego no ser consecuente con ella.
La hipocresía puede nacer de dos actitudes a su vez: de la cobardía, y del egocentrismo. Sin embargo, aún no he encontrado a nadie, que una vez reconocida su hipocresía en referencia a un tema, considere su actitud ególatra. Siempre me dicen que les falto valor para llevar a cabo “eso” que piensan o defienden. ¿Qué raro no? Porque imagino que no seré yo el único que haya conocido personas, las cuales decían mantenerse en un punto de vista, y llegado el momento, eligieron la vía opuesta, movidos generalmente por celos, envidias, o deseos de verse querid@/s . Un caso claro de hipocresía nacida de motivos que dañaban nuestro ego.
Muchos os preguntareis quien soy yo para hablar así…no soy más que uno de vosotros, al que le molesta e indigna muchas de las actitudes hipócritas de este mundo. Pero que también entona el mea culpa, pues en ocasiones aún se sintió hipócrita. Muy pocas eso sí xD. Este no es un mensaje para aquellos que no quieran mirarse y seguir creciendo, es un mensaje que me sale de dentro para aquellos que no me gustaron/ gusta como actuaron/actúan pero tienen la capacidad y decisión por cambiar, y ser consecuente con lo que piensan. Pues creo, que al igual que un texto, la vida es más clara cuando imprimimos nuestro actos una de cohesión innata.